Miércoles, 11 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6324.
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 DEPORTES
BALONCESTO / Final de la Copa ULEB
El Madrid actualiza la historia
GANA ANTE EL LIETUVOS RYTAS SU PRIMER TITULO CONTINENTAL EN UNA DÉCADA CHARLES SMITH ROMPIO EL PARTIDO CON CINCO TRIPLES EN LA SEGUNDA MITAD OBTIENE PLAZA PARA DISPUTAR LA EUROLIGA DE LA PROXIMA TEMPORADA
LUIS FERNANDO LOPEZ. Enviado especial

CHARLEROI.- El Real Madrid conjuga el presente. Habla del «hoy», tres letras de vida, que pueden ser de futuro para un club que parece escapar de sí mismo. «Pueden», «parece», verbos con ropajes de inquietud, ubicados en una balanza que teme desbocarse a izquierda o derecha. Porque en su travesía de décadas, el conjunto blanco ha ido picoteando títulos puntuales, pero el peso de las frustraciones encadenadas minó el equilibrio. La estabilidad, ese salto definitivo a la continuidad en las alturas, corresponde a mañana, pero el ayer supuso la primera piedra para reformar la vieja catedral de 13 títulos europeos, un cifra alcanzada con la Recopa de 1997.

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El tomo 14 se abre con la corona de la Copa ULEB, en una ciudad donde hace tres temporadas se le atragantó su última final continental, en esta misma competición. Charleroi, localidad con nombre de rey, en honor a Charles II, como Smith, ese americano de brazos infinitos que quebró un partido con malas pintas. Charles fue el heredero de un rey de apellido, un monarca legítimo, un Felipe Reyes que aguantó a su equipo cuando las llamas le comían los pies. El Madrid consumó a cuatro manos, porque otras se apilaron, pese a las sospechas, 15 minutos de conjeturas, los del descanso, una brecha bien visible entre la luminosidad de la segunda mitad y los flirteos alarmantes de la primera.

El Real Madrid tuvo entonces ventajas nítidas, pero fue incapaz de profundizar por su escasez desde el triple (3/13) y algunas pérdidas de balón indigestas. Y porque la cuadrilla de Joan Plaza, que tantas veces maravilló por su amplitud de recursos, se encogió en ese periodo, hasta aparentar menor tamaño que su rival. El técnico serbio del Lietuvos Rytas, Alexander Trifunovic, había empleado a sus 12 jugadores antes del descanso. Incluso se permitió el absurdo lujo de utilizar a Batista como penúltimo hombre en la rotación. El brasileño se reivindicó con tres canastas consecutivas en su presentación. En el rincón español, el entrenador cerraba su primera rotación con sólo tres cambios.

Al margen de la anécdota de más o menos alteraciones del quinteto en pista, un indicativo no obstante, los presentes blancos no sumaban de forma solidaria. La reducción de efectivos útiles es directamente proporcional al incremento del carácter previsible del colectivo. Una exhibición de Reyes, 14 puntos al descanso con sólo un error en el tiro, no se correspondía con una escapada en el marcador, al verse abandonado. Funcionaba la conexión de oro Reyes-Mumbrú en un equipo donde Bullock se perfilaba hacia el dramatismo del jugador convencional de las tardes opacas, tristón, nada que ver con la estrella de las noches memorables.

Sufrían los favoritos, encallados en una dinámica de partido palpable en los fondos de la pista. A un lado, los pocos lituanos sentados se alzaban, mientras en la grada enfrentada muchos hinchas tomaban asiento, con el escepticismo reforzado al verse rezagados a la mitad de la travesía, que dejaba otra conclusión temporal: con Raúl López, el Madrid fluía, con Tunceri se atrancaba en un enrevesado manejo de balón que retrasaba la circulación e impedía la velocidad.

Reyes no bastaba. Rara vez una individualidad se apodera de un trofeo y mil veces lo pierde pese a la heroicidad personal. Necesitaba el Madrid del equipo, que irrumpió a taconazos, bien sonoros, con un triple a la carrera de Smith en la inauguración de la segunda parte, otra final. Dos puntos de Reyes, ni uno de Mumbrú tras la reanudación, pero acudió al rescate un conjunto equilibrado imponiendo la lógica, de atrás hacia adelante, fieros en defensa, punzantes en el otro aro. Apareció el antes esquivo Sekulic, despertó Bullock y asombró un contundente Smith, sumando de tres en tres.

Cinco triples anotó en el segundo tiempo, sin contestación en un conjunto menguante. Descarrilaba el Lietuvos Rytas, que literalmente se traduce como «Mañana lituana», que así se publicita un periódico de allí. Los de aquí, hoy, retratan un amanecer blanco, comentan que el Madrid se ganó el derecho a participar en la próxima Euroliga y que expulsa del subconsciente su derrota en la Copa del Rey. Y, sobre todo, destacan que conquistar la ULEB no es un mal principio.

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