Tuvo la final un inicio esclarecedor. Recibe Felipe Reyes y se gira a su derecha para finalizar con la mano izquierda. En la segunda acción ofensiva del Real Madrid, el pívot encesta a aro pasado con su zurda. «He aprendido a manejar la izquierda», afirma el campeón del mundo, como si antes estuviese manco. Pero lo comenta porque en ese flanco trabaja esta temporada.
Cuenta Zan Tabak, entrenador ayudante del equipo blanco: «Felipe es una especie en extinción. No hay jugadores ya a los que les guste pegarse debajo del aro. Todos quieren irse al perímetro, donde la exigencia física es inferior». Entonces, se trataba de explotar esa rareza de Reyes, dándole más argumentos. En dos sesiones semanales, si el calendario es condescendiente, perfecciona su media mitad zurda mientras intensifica su ímpetu en otra vertiente.
Su segunda canasta tuvo el complemento de un tiro libre. Flexiona las piernas, pero no deja de enfocar su mirada al aro, y acierta. Antes perdía de vista el objetivo, y muchos puntos. Con ese gesto técnico ha incrementado su rentabilidad. El capitán madridista prosiguió su coreografía, enloquecidos los lituanos, y habría sido el MVP de la final de no aparecer La Araña, Spiderman, Charles Smith, un péndulo de aro a aro, volando con sus disparos de telaraña.
En su canasta, braceando. Cuando despliega sus alas, de mano a mano, 214 centímetros (una barbaridad para un tipo de sólo 1,93 metros). Por eso La Araña, su segundo mote, regalo de su entrenador en el instituto. Antes le señalaron como El chico de moda por una prestación de matices equivalentes a la de ayer. Discreto en la primera parte, con sólo un acierto triple en tres intentos, en la segunda se destapó con cinco golpes en cinco opciones. Hay una clave entre los extremos.
Hace muchos años, tantos que Alberto Herreros aún jugaba en el Estudiantes, en un partido en Málaga, el alero renunció a algunos lanzamientos claros porque había fallado los anteriores, uno de esos días para quedarse encamado. En el descanso, su entrenador, Miguel Angel Martín, le ordenó: «Tú, tira y tira; el tirador, tira». En la segunda mitad, consumó ocho lanzamientos. Ahora Herreros es jefe del departamento técnico del baloncesto blanco. Se dirigió a Smith en el descanso: «Sigue tirando, tira y tira, eres un gran tirador». La Araña, angustiado desde la noche anterior, en que apenas besó el sueño, acató las normas del superior y acabó con lo que reconoce como «pájaras». Rompió el partido y se estrenó con 31 años en asuntos de gloria. Educado en la Universidad de Nuevo México, tremenda proyección, apareció en el puesto 26 de la primera ronda del draft en el año 1997.
Seleccionado por Miami, la promesa se atascó en su temporada de rookie y empezó a sumar kilómetros de aquí para allá, con sus telarañas, de una orilla a otra del Atlántico. Los Angeles Clippers y la CBA (segunda división estadounidense) le vieron antes de recalar en Italia, en abril de 2000. No obstante, tenía morriña, y vino a Europa con idea, muy clara, de regresar a Estados Unidos.
Se hizo hueco en los San Antonio Spurs, después en Portland, donde le sobresaltó la mala noticia de una dolencia en la cadera izquierda que intimidaba, seriamente, su carrera. Aplacó el dolor y emigró a Grecia, luego a la segunda italiana, nuevo regreso a su tierra (Denver) y enésima mudanza, a Turquía, al Efes Pilsen, de donde lo captó el Real Madrid. Trece equipos después, le da el título 14 al Madrid.