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No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas (Friedrich von Schiller) |
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Señor Rush, aprenda... |
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VICENTE SALANER
Kareem Rush había llegado al Lietuvos Rytas como salvador de la patria, aún joven y con un pasado bastante lustroso en la NBA. Un tirador temible que había promediado 17 puntos en la Copa ULEB. Louis Bullock y Charles Smith no contaron nunca en una NBA que no dio oportunidad alguna al primero y que apenas vio en cancha fugazmente al segundo. Pero Bullock y Smith han crecido, durante sus largas y peripatéticas carreras en Europa, hasta interpretar perfectamente la manera de jugar que se ha impuesto en los últimos años en el viejo continente: más coral en defensa y ataque, con más movimiento de balón y más cortes sin él que en la NBA. Como lo hacen muy bien y, además, no olvidan sus orígenes de killers ofensivos en Estados Unidos, pueden ser, como ayer, demoledores. A Rush le faltan unos añitos, si sigue por aquí, para aprender a hacer lo propio.
Si los puntos de Smith, de Bullock, de Axel Hervelle y de Felipe Reyes fueron esenciales, tan importante al menos fue algo que Joan Plaza resolvió durante el descanso, al que el equipo se había marchado en desventaja: los errores defensivos de conjunto que estaban haciendo polvo al Madrid. Quizá por un exceso de ese famoso scouting del que aquí hablábamos ayer, las instrucciones de vigilancia sobre los tiradores exteriores se habían traducido sobre el terreno en una defensa autista, con cada hombre obsesionado con su rival asignado, sin flotaciones ni ayudas. Y los lituanos, que no son tontos, se aprovecharon con una orgía de puertas atrás que les dieron canasta tras canasta, mientras los madridistas se iban crispando y empezaban quizá a dudar.
En la segunda mitad se acabó el problema. Cuando cortaba un pívot del Lietuvos se encontraba con un mar de brazos, y las canastas en plan rueda de calentamiento se acabaron. Brillante la tarea de corrección del staff técnico, que es algo que no se ve muy a menudo en una final difícil y tensa. Porque, no nos engañemos, el equipo lituano ha sido un adversario de primera fila, que metió triples, que hizo daño en el rebote a un Madrid más pequeño -o así lo parecía- que el rival y que, sin esa renovada defensa y sin los arreones ofensivos de Smith, podría haber dado un disgusto.
Apuntaba, al final, Juanito Corbalán, comentarista atinado durante toda la velada: «Muy bonito, y también muy importante porque acostumbra a este equipo a las finales y a saber ganarlas». Apúntense ese pensamiento para el final de la temporada.
P.S. Qué patética la retransmisión (¿propia o de la televisión belga?) que ha emitido La Sexta... Más gesticulaciones de aficionados lituanos que jugadas en la cancha. En fin... Charleroi bien vale una realización tercermundista.
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