CAYETANO GONZALEZ
Es de esperar que tanto el presidente del Gobierno como quienes le asesoran en su mal llamado proceso de paz hayan sacado las conclusiones correctas de la lectura íntegra de la entrevista a dos supuestos miembros de ETA publicada en Gara el pasado domingo. Lo de supuestos lo digo porque no tienen que ser quienes hablaban dos terroristas con pistola. Cualquiera de los portavoces habituales de Batasuna -Otegi, Barrena, Permach, Etxeberria, Díaz Usabiaga- dicen todos los días las mismas cosas. Las nekanes del Partido Comunista de las Tierras Vascas no se prodigan en exceso, pero seguro que firmarían todo lo que se decía en la citada entrevista.
Amén de las claras amenazas que ETA vertía en el supuesto de que Batasuna no pudiera presentarse a las próximas elecciones, otro aspecto relevante de la entrevista era la confesión de cómo la banda terrorista percibió la llegada de Zapatero al poder: «Los ataques armados del 11-M en Madrid», dice ETA en la entrevista, «acabaron con ocho años de gobierno de Aznar y el PSOE llegó al poder. Eso provocó un cierto cambio... Las declaraciones del PSOE y el talante de Zapatero reflejaban voluntad para cambiar. Así, ETA entiende que hay intención de poner en marcha un segundo proceso de reforma en el Estado español. Podíamos interpretar que esa reforma traerá la resolución definitiva del conflicto entre Euskal Herria y el Estado español».
Es decir, ETA vio en Zapatero a alguien con «voluntad para cambiar». Y a fe que acertó, porque el presidente ¡claro que cambió! radicalmente la política antiterrorista llevada a cabo durante los ochos años de Gobierno de Aznar, haciendo saltar por los aires el Pacto Antiterrorista que él mismo había firmado con el PP.
Quizá la banda terrorista ya tenía algún elemento previo de análisis para llegar a esa conclusión, dado que, antes de las elecciones de marzo de 2004, Zapatero había encargado al presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, que sondeara a ETA-Batasuna sobre la disposición que tendrían a entablar una negociación en el supuesto de que ganara las elecciones.
Es muy preocupante que ETA siga pensando que el proceso, a pesar de los pesares -atentado de Barajas incluido-, esté «en marcha», según expresión literal empleada en la entrevista. La banda no percibe, y motivos tiene para ello, que este Gobierno persiga su derrota. Le ha tomado la medida a Zapatero y está dispuesta a seguir echándole un pulso.
¿Qué hará el presidente? De entrada, junto a la lectura de la entrevista a los supuestos etarras debería echar una ojeada a la segunda parte de la encuesta de Sigma Dos que publicaba este periódico el pasado lunes, en la que se decía que el 64% de los españoles quiere que se restablezca el Pacto Antiterrorista, una cifra que llega al 68,9% entre los votantes del PSOE.
Del presidente depende que ETA deje de pensar que el proceso sigue ¡en marcha! y que, por el contrario, vuelva a sentir todo el peso de la ley y la contundencia del Estado de Derecho; es decir, volver a la situación anterior a marzo de 2004.
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