Rusia cuestionó ayer el anuncio hecho el lunes por el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, quien aseguraba que su país había entrado en el «club nuclear» al haber empezado a enriquecer uranio «a escala industrial». El escepticismo de Moscú contrasta con las firmes condenas que las palabras del mandatario de la República Islámica produjeron en Estados Unidos.
«Por ahora no tenemos datos que confirmen que Irán haya iniciado el enriquecimiento práctico de uranio en nuevas cascadas», declaró el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, quien agregó que Moscú intenta «esclarecer la situación, en particular en contactos con expertos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) que siguen trabajando en Irán».
Dos inspectores de este organismo de Naciones Unidas llegaron ayer en las instalaciones de Natanz, en el centro de Irán, para confirmar los progresos anunciados por Teherán. Deberán presentar un informe dentro de 20 días, en el que se prevé que detallen el número de centrifugadoras actualmente en funcionamiento en Natanz, instaladas a varios metros de profundidad bajo tierra y protegidas con muros de hormigón ante la eventualidad de un bombardeo aéreo estadounidense.
Lavrov, cuyo país es considerado, junto a China, el gran valedor internacional de Teherán en esa crisis nuclear, se negó a confiar en la declaración de Ahmadineyad hasta que no haya pruebas de ello, informa Efe. «Desde luego, encaramos con toda seriedad todo lo que ocurre en torno al programa nuclear iraní, pero queremos apoyarnos en los hechos, y no en gestos [...] emocionales». Esta reacción se suma a la de varios expertos occidentales que ayer calificaron de «político» el anuncio del presidente de la República Islámica. Lavrov agregó que lo único que puede ayudar a aclarar la situación son las inspecciones del OIEA sin previo aviso, que Rusia respalda.
«Mala señal»
El portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, Mijaíl Kamínin, añadió que también resulta preocupante la amenaza del régimen de Teherán de abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear. Sin embargo, insistió en que «en la prensa y en los comentarios sobre el programa atómico del Gobierno de Irán hay un sensacionalismo que no siempre se basa en los hechos».
Por su parte, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Philippe Douste-Blazy, calificó ayer el anuncio de Teherán de «mala señal» y pidió el regreso de la República Islámica a la mesa de diálogo. Su portavoz, Jean-Baptiste Mattéi, compareció ante la prensa para ahondar en los mismos argumentos, aunque apuntó, como su homólogo ruso, que a Francia no le consta que Irán tenga en efecto la capacidad tecnológica que dice poseer.
Entre tanto, el director del Organismo de Energía Atómica iraní, Gholam Reza Aghazadeh, afirmó que su país tiene «todo planificado» para instalar 50.000 centrifugadoras en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz. Las autoridades de Teherán han optado por mostrar una imagen de fuerza y firmeza ante las resoluciones de la ONU y podrían también haber llegado a exagerar los avances de su tecnología nuclear para ofrecerlos como hechos consumados que tiene que aceptar Occidente. Con 50.000 centrifugadoras a pleno funcionamiento -lo que, según los expertos, requeriría todavía entre uno y dos años- Irán podría producir suficiente combustible nuclear para sus centrales atómicas de producción de electricidad, pero también para fabricar cabezas nucleares para sus misiles, informa Efe.
El diputado del Parlamento iraní Nasser Soudani destacó ayer que, en un «muy corto periodo» de tiempo, su país «ha conseguido lo que los extranjeros predecían que tardaría 12 años en obtener», al tiempo que subrayó que Irán «está actualmente entre las 10 potencias nucleares del mundo».
El uranio enriquecido está en el centro de la disputa entre la República Islámica y la comunidad internacional, ya que ese material, legal en su producción según el derecho internacional, tiene aplicaciones tanto civiles como militares. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas exige en una resolución adoptada hace dos semanas que Irán suspenda su programa de enriquecimiento de uranio, algo que Teherán rechaza.