SALUD HERNANDEZ-MORA. Especial para EL MUNDO
BOGOTA.-
El enfermo superó un día más la crisis crónica que padece aunque no hay visos de que pueda recobrar la salud a corto plazo. Después de 15 días de receso, el Congreso ecuatoriano logró ayer el quórum necesario para abrir la sesión, pero no consiguió recuperar su pulso normal y, menos aún, una imagen que está por los suelos.
Jorge Cevallos, su presidente, sigue a la espera de que el Tribunal Constitucional decida si los diputados expulsados pueden volver a sus escaños o si los han perdido para siempre en favor de sus suplentes, y por esa razón actúa dando la impresión de gobernar un Legislativo que tiene carácter provisional.
Ayer sólo asistieron 63 diputados, 21 de ellos tránsfugas que desertaron de las listas por las que salieron elegidos para formar el llamado Bloque de la Dignidad. Los ausentes permanecen fieles a las formaciones de centroderecha -ahora minoritarias-, contrarias a la decisión del Tribunal Supremo Electoral que destituyó a más de media Cámara.
De nuevo, la fuerte presencia policial en los alrededores del antiguo edificio del Banco de la República -sede provisional del Parlamento- con unos 600 efectivos, y la presión que ejercen los manifestantes partidarios del Gobierno que se concentran cuando hay sesión, ayudaron a reanudar el Congreso, puesto que frenaron las intenciones de algunos de los suspendidos de ingresar al recinto.
Pero las espadas siguen en alto. El grupo de los 57 no se da por vencido y mantiene la intención de dar la batalla hasta que les restauren sus escaños.
Ante la imposibilidad de entrar en el edificio, los representantes del Prian, de Sociedad Patriótica y del PSP, instalaron a la misma hora un Congreso paralelo en el Hotel Quito de la capital. Pascual del Cioppo, jefe de filas de los socialcristianos, aseguró que su misión era buscar los mecanismos que les posibiliten defender la democracia y garantizar una oposición fuerte y no un Parlamento doblegado al poder del presidente Rafael Correa.
Popularidad
La profunda inestabilidad que sufre desde hace cinco semanas uno de los tres pilares estatales se ha reflejado en las encuestas. Según Perfiles de Opinión, en un sondeo hecho público ayer, el Congreso ha perdido la credibilidad entre los ciudadanos. Sólo un 6% lo respalda, lo que le sitúa en el fondo de una lista donde los partidos políticos, que obtienen un preocupante 4%, son el farolillo rojo. En el extremo opuesto está Correa, con el 80% de aprobación. Ese viento a favor es el que espera aprovechar para obtener la mayoría en la consulta del próximo domingo, que decidirá sobre la Asamblea Constituyente. En caso de perder, anunció que dejará la Presidencia. «No me aferro al cargo. Si el pueblo ecuatoriano quiere seguir con los mismos sinvergüenzas de siempre, entonces, ¿qué hacemos nosotros aquí?», dijo Correa ayer.
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