Miércoles, 11 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6324.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas (Friedrich von Schiller)
 OPINION
DESDE EL GUINDO
El río de la vida
CARMEN RIGALT

Abril es un mes meón y lluvioso. Lo dice el refranero. Me pregunto qué dirá el refranero pasados un par de siglos, cuando la memoria nos haya borrado del mapa y ni los nietos de nuestros nietos conserven nuestro nombre. Los profetas del cambio climático, última versión de los agoreros clásicos, predicen cosas horribles que suenan como el Apocalipsis de la Biblia. Dentro de 20 años el planeta estará cuarteado. Hará tanto calor que la gente, en lugar de morirse, se evaporará. Sólo dejará un charquito pequeño como la meada de un gato. Un día fuimos polvo, dirán los científicos señalando la ruinas de un cementerio convertido en parque arqueológico. La vida evolucionará hacia cotas imprevistas. Los parias desaparecerán tras un acceso de sudor, pero los ricos se conservarán en cubitos. Para entonces nadie pronunciara «el desarrollo sostenible», salvo que sea el título de la canción ganadora de Eurovisión. Five points.

El agua traza líneas de alfiler al otro lado de la ventana. Nunca me ha gustado la lluvia, pero aprendí a aceptarla cuando supe que vamos irremediablemente hacia la desertización. Según los libros (y no me pregunten cuáles porque no me acuerdo), en el año 1000 fue tan dura la sequía que lobos y corderos bebían juntos en los recodos del río. Estamos a cinco minutos de que se repita la escena. Esta vez no serán lobos y corderos. Serán Pepiño y Rajoy, Losantos y Del Olmo, Polanco y Rouco Varela. Yo misma compartiré botijo con Isabel Pantoja olvidando así el que ha sido uno de mis lemas preferidos durante años: al enemigo, ni agua.

Todo el mundo habla del cambio climático, pero pocos saben lo que dicen. Un ejemplo: los entendidos ni siquiera se ponen de acuerdo a la hora de cuantificar el agua que necesitamos. Este invierno pasado llovió (bastante) antes de Navidad. Lo recuerdo porque soporté las lluvias con estoicismo laico y resignación cristiana. Se alejaba al fin la amenaza de las restricciones. Sin embargo, alguien (y no precisamente Narbona) me hizo saber que la lluvia caída antes de Navidad apenas alcanzaba para las abluciones diarias de los españoles. Pasó el tiempo y llegó la primavera, nevó un poco a deshora y una mañana me desayuné con la noticia de que los pantanos se desbordaban. ¿En qué quedamos?, ¿faltaba agua o sobraba?, ¿nos deshidratamos o estamos criando moho? Mi despiste es monumental.

De una vez por todas, necesito saber: ¿puedo ya ducharme sin tener que cerrar el agua para enjabonarme?

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad