A juzgar por el interés que los agentes económicos, los políticos y los medios han puesto en el vodevil de Endesa, parece un asunto importante ¿Será posible entender lo que pasa en algo tan esencial como la energía eléctrica?
Primero una empresa, Gas Natural, quiere comprar otra, Endesa.Normal en los negocios. Pero se inicia una especie de rebeldía poco habitual por parte de los más altos dirigentes de la que iba a ser comprada y un forcejeo que tiene tintes territoriales: ¡Cataluña aborda a Madrid! Y los dos principales partidos políticos se posicionan en la liza.
Surge un nuevo comprador, esta vez extranjero, Eon. Que ofrece por cada acción casi el doble de lo que ofrecía el primero. Sin duda para los accionistas el comprador alemán tendrá preferencia.Pero el gobierno español parece favorecer la primera opción, mientras la oposición se inclina por la segunda. Curiosas las dos posiciones: la de un gobierno que dice creer en los beneficios de la globalización, pero prefiere que la crucial energía permanezca en manos autóctonas, y la de una oposición que favorece al comprador foráneo, a pesar del patriotismo del que hace gala. Las tensiones son fuertes, las finanzas y los gobiernos actúan, Gas Natural tira la toalla. Eon será el propietario.
Mientras tanto, discretamente, otras dos empresas, una del país -Acciona- y la otra italiana -Enel-, compran acciones en Bolsa.Y desvelan su poder, que supone trabas para el comprador alemán.La batalla se plantea ahora entre el dinero italiano y el alemán.Los italo-españoles ganan la partida...
Hasta cierto punto, pues la empresa alemana ha sellado con las otras un pacto que no parece perjudicarle mucho. Se queda con una parte de la capacidad de generar energía de Endesa y con sus filiales en varios países. La italiana controlará Endesa, que aunque algo mutilada, permite a Enel fortalecer su presencia en España. De paso Acciona, desde el sector de la construcción en el que se teme disminuyan los beneficios, entra en la primera energética del país, donde se espera que crezcan. Los accionistas obtienen un sustancial aumento del precio de las acciones...Los agentes económicos han salido bien librados de esta compleja operación. En medio, la energía, que parecía útil que siguiese en manos nativas, pasa al control extranjero y no está muy claro quien ha ganado entre los partidos políticos y sus subordinados principales que han actuado entre bambalinas.
Y esta complicada operación, ¿ha mejorado la capacidad del país de generar energía eléctrica?, ¿qué le supone el consumidor de energía?, ¿tendrá energía más segura o más barata? ¿Por quién se han preocupado el gobierno y la oposición? Ni siquiera ha habido muchos comentarios al respecto. En términos reales, lo único que ha sucedido es que la principal productora de energía en este país ha sido absorbida en dos redes europeas distintas.Pero el aparato productivo sigue siendo exactamente el mismo, no ha cambiado, aunque... ¡hay que ver los rendimientos financieros que seguramente proporcionará en el futuro! Un ejemplo perfecto de lo que supone el capitalismo financiero: no cambia para nada la capacidad real de producir riqueza, pero proporciona sustanciosos beneficios a sus propietarios y a sus subordinados.
Esta operación destruye todos los tópicos acerca de la beneficiosa operación de los mercados: la inversión que aumenta la capacidad de producir riqueza, la independencia de sus agentes, los beneficios que proporcionan al consumidor... quedan totalmente desvirtuados.Pero se logra el efecto para el que el mercado fue creado: el beneficio para el capital privado.