Si en el ejército el valor se le supone a los soldados, en la delincuencia la perspicacia se presupone a sus miembros, aunque en muchas ocasiones se quede en una suposición. No parece que éste fuera el caso de los dos jóvenes que hace una semana se apoderaron de 957.000 euros después de robar el bolso de una mujer. Pensar que fue la divina providencia, que no sabían el dinero que llevaba encima la víctima, creer que fue casualidad o que se les apareció la virgen de los carteristas, sería demasiado suponer. Pero lo mejor será ir a los hechos.

Viernes 30 de marzo. 11 horas. Una mujer de 67 años camina agarrada a su bolso -dato fundamental- por la calle Onze de Setembre de la barcelonesa localidad de La Llagosta. Sus pasos se dirigen a una entidad bancaria, pero en su camino se cruza un joven. No le mira a los ojos, sólo a su bolso, que la víctima continúa agarrando fuertemente. El ladrón se lo intenta arrebatar, pero la mujer se opone y no deja de defenderse hasta que el chico le rompe un dedo de la mano. El bolso, ahora agarrado fuertemente por el delincuente, se aleja de la anciana, que no deja de gritar. La secuencia es rápida pero un vecino que pasa por allí tiene tiempo de derribar al ladrón, que cae al suelo y, con él, el bolso. Se abre y caen algunos billetes. El joven lo vuelve a coger, más fuerte aún, y sigue corriendo hasta una motocicleta en la que le espera nervioso y con el motor en marcha su cómplice. Se sube y la mujer y el vecino ven como el bolso se aleja.

A pesar del susto y del dedo roto, la anciana no puede dejar de pensar en el contenido de su bolso. Eso es lo que más le duele. Nada más y nada menos que 57.000 euros en efectivo y tres talones al portador por valor de 300.000 euros cada uno.

Y a partir de aquí llegan los interrogantes. ¿Cómo podía esta mujer llevar semejante cantidad de dinero? La explicación de la víctima es que iba a realizar una compraventa inmobiliaria. ¿Lo sabían los ladrones? Los investigadores consideran que o bien se trata de los delincuentes más afortunados de la historia o eran conocedores de lo que iba a hacer la mujer. De todas formas, un policía recordó ayer que para dos habituales del delito ver a una mujer dirigirse a una entidad bancaria con un bolso fuertemente agarrado «es como un caramelo en la puerta de un colegio».

Las pistas con las que trabajan los investigadores de los Mossos d'Esquadra y la Policía Local son las descripciones de los testigos, que los propios policías pidieron ayer a este diario que no se publiciten para no perjudicar las pesquisas. Lo que sí se puede explicar es que los dos ladrones huyeron, casi millón en mano, en dirección a Montcada i Reixac con una motocicleta de 125 centímetros cúbicos mientras la mujer veía cómo se alejaba su bolso fuertemente agarrado por uno de los ladrones. El tirón del siglo.