Jueves, 12 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6325.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
Ver lo que tenemos delante de nuestras narices requiere una lucha constante (George Orwell)
 CULTURA
DOS DIRECTORES BAJO AMENAZA / Samira Majmalbaf escapa milagrosamente a un atentado durante el rodaje en Afganistán de su nueva película / Su hermana Hannah y su padre, Mohsen, ya habían sufrido ataques anteriormente
El terrorismo apunta al cine iraní
BORJA HERMOSO

MADRID.- Si no fuera por un pequeño matiz, Samira Majmalbaf podría ser contemplada como la Sofia Coppola de Oriente Medio: las dos comparten la condición de jóvenes directoras de cine, brillantes, con una carrera internacional ya consolidada por detrás y una ilimitada proyección por delante. Por si fuera poco, las dos son hijas de prestigiosos papás cineastas, Francis Ford Coppola en el segundo caso y Mohsen Majmalbaf -patriarca del cine iraní junto a Abbas Kiarostami- en el primero. Pero hay un pequeño matiz que abre una sima entre ellas dos. Y ese pequeño matiz es que Sofia Coppola no tiene que guardarse las espaldas preocupada de que un comando terrorista la quiera asesinar. Y Samira Majmalbaf, sí.

Publicidad
El pasado día 27, la realizadora nacida hace 27 años en Teherán vio cómo la peor de sus pesadillas cobraba vida de carne y hueso. Ella y su equipo se encontraban en la pequeña localidad afgana de Sarepol, al norte del país, en pleno rodaje de su cuarto largometraje, Asbedopa (El caballo de dos patas).

Apenas unos segundos después de haber dado la voz de ¡acción!, uno de los figurantes que se encontraban subidos en un tejado se sacó de entre los ropajes un artefacto explosivo y lo lanzó hacia ella. La deflagración hirió a seis personas, dejando muy graves a dos de ellas (un anciano y un niño). Samira Majmalbaf escapó milograsamente a la muerte. Un caballo y un asno que formaban parte del atrezzo sirvieron de parapeto entre ella y la explosión. Los cuerpos de los dos animales quedaron reventados en medio del humo, y la directora huyó del lugar protegida por varios de sus colaboradores.

Las fuerzas de seguridad afganas, que se encontraban en el lugar para proteger a la directora y a su padre, en este caso autor del guión de la película, descartaron en un principio la autoría de grupos talibán o de elementos relacionados con Al Qaeda. El propio Mohsen Majmalbaf apuntó a la pista de los servicios secretos iraníes como posibles autores del atentado. No le faltaban motivos para hacerlo.

La directora de películas como La manzana, La pizarra y A las cinco de la tarde comprobaba así cómo la sombra de una historia maldita seguía cerniéndose sobre la estirpe. No era la primera vez que los terroristas trataban de eliminar a algún miembro de esta familia de cineastas iraníes enemiga de las ortodoxias.

Hace ya siete años, cuando Mohsen Majmalbaf rodaba en Afganistán su película Kandahar -una descarnada denuncia de las condiciones de vida impuestas por la dictadura de los talibán- un grupo se presentó en el lugar con el objetivo de secuestrar o matar al padre de Samira. «Yo llevaba por aquellos días una barba muy larga y vestía a la manera afgana, y eso me salvó; me preguntaron si andaba por allí un tal Majmalbaf, yo les indiqué el lugar donde estaba, y en cuanto se dirigieron hacia él, salí corriendo para el otro lado».

Mohsen Majmalbaf abandonó Irán hace cuatro años, ante las reiteradas presiones y amenazas por parte de los clérigos más radicales afines al régimen de Teherán. Preso durante cuatro años en las cárceles del Sha, fue liberado en 1979 tras el estallido de la Revolución. Pero su heterodoxia y su fe en unas ideas inquebrantables sobre la libertad de expresión, reflejadas en películas como Silencio, Gabbeh o Salam Cinema le convirtieron a ojos de los ayatolás en la misma oveja negra que había sido a ojos del régimen del Sha. Tampoco su constante denuncia de las condiciones de vida de los refugiados afganos en Irán fueron nunca bien vistas. Decidió abandonar su país y llevarse a su familia consigo.

Pero, paralelamente al creciente prestigio internacional de él y sobre todo de su hija (muy especialmente tras la obtención de dos sonados Premios del Jurado en el Festival de Cannes en 2001 y 2003), la sombra de la amenaza terrorista seguía siendo alargada. Su hermana Hannah, actriz y directora, escapó a dos intentos de secuestro en 2002, durante el rodaje de A las cinco de la tarde, la película en la que Samira Majmalbaf denunció la lucha de las mujeres afganas contra la dictadura del burka.

La noticia del atentado del pasado día 27 fue recogida en www.makhmalbaf.com, la página web que la productora familiar de Mohsen Majmalbaf, Makhmalbaf Film House, posee en la Red. En ella pueden leerse las diferentes declaraciones que Samira y su padre han realizado en los últimos años acerca de quienes quieren acabar con su vida. «Cada lugar tiene sus propios talibán; en Irán también tenemos los nuestros, por supuesto. En Afganistán tienen los suyos. Y en Estados Unidos, también, claro está», comenta Samira Majmalbaf en uno de los rincones de la web.

Tradicionalmente perseguidos y censurados en su país de origen, los Majmalbaf han visto cómo sus películas sufrían todas las trabas del mundo para dar el salto internacional. Un salto que finalmente se produjo de la mano de Gilles Jacob, presidente del Festival de Cannes, y que hoy tiene en Samira Majmalbaf a una de las cineastas más prometedoras del panorama mundial.

Y, a buen seguro, la más amenazada.


Libros, cómics y películas herejes

Es muy pronto para saber qué mano se esconde tras la bomba que intentó matar hace dos semanas a Samira Majmalbaf, pero su padre, Mohsen Majmalbaf, ya ha apuntado a la pista iraní.

Sus razones tendrá para señalar con el dedo de la sospecha al régimen de Mahmud Ahmadineyad. Pero lo que sí es comprobable negro sobre blanco es que los ayatolás que antecedieron en el poder al díscolo mandatario de Teherán se especializaron en condenar a todos aquellos artistas e intelectuales 'desviados' del recto camino de la Revolución. Los problemas actuales de Samira y Mohsen Majmalbaf con los clérigos de Teherán se asemejan bastante a otros problemas experimentados por otros 'apestados'.

El caso más célebre de la cultura interpretada como herejía es, sin duda, el del escritor de origen indio Salman Rushdie, autor de 'Los versículos satánicos', a quien los ayatolás de Jomeini dedicaron con especial esmero en 1989 una condena de muerte en forma de 'fatwa'. Pero no fue el único. El caso de la joven autora de cómics iraní Marjane Satrapi también midió la capacidad de enfado de los dirigentes de su país. Satrapi, cuyo padre y su tío eran activistas comunistas opuestos al régimen, se marchó de Irán en 1984 rumbo a Viena en busca de una nueva vida.

Quince años después, publicaba el primer tomo de su saga 'Persépolis', un zambombazo contra el oscurantismo de los gobernantes de su país. 'Persépolis' evoca el ascenso al poder, la dictadura sangrienta y posterior caída del Shah, Reza Pahlevi; la revolución islámica y el advenimiento de los ayatolás, el terror impuesto por los guardianes de la revolución, la guerra Irán-Irak... pero además, estas viñetas muestran lo inevitable de los ardores adolescentes en medio del oscurantismo, la dictadura de la ignorancia y el miedo a la carne (los integristas prohibieron a las mujeres los calcetines rojos porque decían que excitaban). Los Majmalbaf saben bien lo que es abrir llagas en la carne de los intransigentes. Sólo el hecho de que una mujer ruede una película en un país como Afganistán ya supone una provocación y un riesgo evidente a ojos de los talibán.

En el caso de Samira y Mohsen Majmalbaf, además, haber escapado de Irán y dedicarse a triunfar por el mundo y a criticar a los fundamentalistas, parece haber traído como consecuencia lo inevitable: sicarios dispuestos a no perdonar nunca...

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
 publicidad
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad