MARCOS-RICARDO BARNATAN
Cuando se han cumplido ya 20 años de la muerte de Jorge Luis Borges, la bibliografía sobre el gran escritor argentino no deja de crecer y de ramificarse las interpretaciones sobre su obra y su vida. Pese a la amistosa recomendación de Pere Gimferrer, no he leído aún el dudoso y voluminoso diario de Adolfo Bioy Casares en el que se concentran sus apuntes borgianos, que tanto escándalo ha pretendido montar.
Recordemos que Bioy no quiso nunca publicar en vida esos diarios, y hoy se editan de la mano de otros, que pueden haber manipulado o no las malicias privadas del escritor.
En cambio, sí he leído el tomo que el profesor inglés Edwin Williamson ha publicado con el título de Borges. Una vida (Seix Barral), colaborando a esclarecer, una vez más, las peripecias vitales del autor de El Aleph y defendiendo nuevas teorías explicatorias sobre la génesis de su literatura.
Llama mucho la atención la insistencia del biógrafo en la supuesta influencia de la política, una preocupación plausible pero que aquí aparece como obsesiva, y equiparable a sus sufrimientos de constante enamorado no correspondido.
La política y el sentimiento de soledad y desamor son elegidos como los grandes motores de la obra borgiana y con esos supuestos intenta demostrarlo desmenuzando poemas y cuentos con una osadía muy poco británica. Las inhibiciones adolescentes fomentadas por el autoritarismo de los padres, y la intromisión del padre en la vida sexual del hijo, son los temas que desencadenan las posteriores desdichas amorosas de Jorge Luis Borges.
Williamson es discreto muchas veces, lo es cuando cuenta detalles íntimos, pero también cuando se acerca a los conflictos familiares del último Borges con su hermana y sus sobrinos. Es objetivo y también minucioso en el estudio de la última década de su vida, en su relación en un principio secreta con María Kodama, y cree en el profundo enamoramiento que les unió. En ese sentido no da ningún crédito a todo el amarillismo resentido que persiguió a Kodama y del que aún no ha podido desembarazarse del todo.
Hay una idea original que el biógrafo expone y desarrolla a lo largo de todo el libro. «Borges sentía una empatía extraordinaria con Dante acerca de su amor no realizado por Beatriz, pero al mismo tiempo, la Divina Comedia era una gran fuente de esperanza, porque constituía la prueba de que un escritor podía trascender sus sufrimientos y salvarse a través del arte».
La salvación de la escritura, la creación de un mito poético de salvación, sólo sería posible con la aparición de una nueva Beatriz que lo rescatará del infierno del solipsismo.
Los últimos capítulos del libro se concretan en la felicidad de Borges al encontrar esa nueva Beatriz en María Kodama, y en su lucha para conquistar un espacio de intimidad con ella.
Podemos leer la biografía de este serio profesor de Oxford como una novela con final feliz. Mientras seguiremos esperando el próximo libro sobre Borges, que seguro no se tardará demasiado.
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