Jueves, 12 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6325.
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 ESPAÑA
29 presos comunes se pusieron en huelga de hambre para obtener los privilegios del etarra De Juana
Muchos todavía continúan, están ya recibiendo vigilancia médica en la cárcel y exigen el mismo trato que el terrorista
PEDRO SIMON

MADRID. - A la mayoría la política les trae al pairo, piden que se les aplique la ley penitenciaria con el espíritu reinsertador que se debería y, hasta que no se resuelva su caso, advierten algunos, seguirán esperando sentados. En pie de ayuno.

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Al menos 29 presos de distintas cárceles del Estado iniciaron huelga de hambre en los últimos meses, siguiendo la protesta que culminó con un cambio de régimen para De Juana Chaos. Sigue en

Es el efecto De Juana, que deja detrás una estela de mandíbulas apretadas y una pregunta: ¿y yo por qué no?

La interrogante sigue sin despejarla el recluso Jesús Martínez. Al otro lado del patio de la prisión de Aranjuez, justo frente al tragaluz con rejas de su celda, nos cuenta que estaba la de De Juana, como una imagen reflejada en un estanque recién apedreado. Una ventana frente a la otra, un recluso frente al otro y, eso sí, un millar de planetas de distancia de por medio.

El interno Jesús Martínez Ramos -que empezó una huelga de hambre en el centro penitenciario Madrid VI el pasado 8 de marzo reclamando beneficios penitenciarios como los de De Juana Chaos- se lo dijo a su hermano el día en que decidió dejar de comer. Derrumbado como una muñeca a la que le acabaran de sacar el aserrín.

- No aguanto más, Juancar, quiero una prisión atenuada como la de ese tío. Quiero que nos traten de igual manera. Me voy a poner en huelga de hambre. No hay marcha atrás.

Jesús Martínez Ramos cumplía condena por varios delitos contra la propiedad, entre ellos asaltar un almacén de jamones. Del talego hacia dentro, ha sido inevitable asomarse al patio y mirar estos días a la celda vacía de De Juana Chaos. Porque ambos habían cumplido tres cuartas partes de la pena y ambos contaron con la misma junta de tratamiento. Porque Jesús Martínez Ramos sigue en la prisión de Aranjuez y De Juana Chaos ya no.

Según el Centro de Documentación contra la Tortura, en 2006 fallecieron al menos entre 50 y 60 presos en un deplorable estado de salud que hacía aconsejable su excarcelación. En el momento de comenzar a elaborarse este reportaje (para el que se han tenido en cuenta sólo los casos que coinciden en el tiempo con el terrorista), muchos seguían aún con la insurrección de rancho y pan y otros habían abandonado.

Jesús Martínez.

Junto a otros cuatro reclusos, inició el pasado 8 de marzo una huelga de hambre pidiendo un tratamiento penitenciario similar al que tuvo el terrorista. Apenas una semana después de que el Gobierno anunciara un régimen atenuado de prisión para De Juana y éste fuese trasladado desde el hospital 12 de Octubre de Madrid al hospital Donostia de San Sebastián, un puñado de reclusos comunes de su misma cárcel siguió los pasos de aquél.

Jesús está sin comer desde aquel día y lleva perdidos en torno a ocho kilos. Cada día los médicos le toman la tensión, le pesan y le auscultan, y la familia ya le ha hecho saber a la prisión que está preocupada por el estado de salud del preso.

Jesús, que hoy cuenta con 45 años y tiene una hija, cometió los robos por los que hoy paga en 1980 y 1984. Se tiró dos años de preventivo, salió bajo fianza y se marchó a Londres. Cuando salió la condena, puso tierra de por medio y se fue a Estados Unidos. Al tratar de entrar a México, fue deportado a España e ingresado en la prisión de Ocaña cuatro años.

Llegó a ser indultado el 13 de enero de 1995 por el entonces ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch. Justo unos días después de que se hubiera dado a la fuga en un permiso y regresado a México...

«Voy a verle casi todos los sábados y él está convencido de que va a llegar hasta el final», nos cuenta Juan Carlos, su hermano. «Dicen que los presos comunes están sufriendo agravio comparativo y que ya ha llegado el momento de moverse. Me comenta que no sabe si todos van a poder con la protesta. Porque a los toxicómanos los médicos les amenazan con quitarles la metadona si hacen huelga. Y entonces la dejan».

El Zarrat Ez Zitouni.

Se va consumiendo El Zarrat y del hombretón tranquilo que era queda un hombrecillo desesperado y en guardia. En su celda de la prisión de Dueñas (Palencia), el marroquí pierde unos 300 gramos cada día. Pasa desde el 20 de febrero, cuando el recluso, que ingresó en la cárcel a mediados de 2006 acusado de violación, dijo basta, le dio la vuelta al reloj y decidió dejar de ingerir alimento alguno como señal de protesta y para llamar la atención sobre su caso. Porque la supuesta violada que le metió en la cárcel reconoció el pasado 13 de mayo que, bueno, en fin, no hubo tal violación.

La fábula que nunca sucedió fue contada en su día así por Fátima Meghichich: era medianoche del 12 de agosto de 2001 en El Ejido y El Zarrat se acercó a violarla. Ella le dijo que era virgen, que por favor no la penetrara, a lo que el recluso accedió a cambio de que le hiciera una felación. Después de la misma, ella contó que él le dijo su nombre y apellidos.

La surrealista historia fue desmentida años después por la propia Fátima, que dijo ante los agentes que se inventó aquello a cambio de dinero, porque hay quien quería vengarse del marroquí por un asunto de drogas. A pesar de esta revelación, de que no había ni un solo resto de semen en la ropa de la mujer y de que un informe de la Unidad de Información de la Comisaría de Almería daba credibilidad a la patraña, el juez ha decidido archivar el procedimiento por falso testimonio contra la falsa violada.

«Aunque me muera, yo quiero que se revise mi causa», asegura El Zarrat en un castellano espeso. «No pedimos que se le excarcele sin más, sino que se investigue», afirma Esteban Hernández, abogado del marroquí.

Y así pasan y pasan los días. De los ochenta y tantos kilos que pesaba el interno ha pasado a menos de 60.

Prisión de Mansilla

. En las últimas semanas, 16 internos se han declarado en huelga de hambre en la prisión leonesa de Mansilla. Actualmente, seis continúan con la protesta, cinco de ellos en módulos de aislamiento, informa M. S. González. Todos comenzaron su ayuno en marzo.

El que más tiempo lleva es R. S. P., condenado por el asesinato de Teodora H. A. Son ya cuatro meses sin ingerir alimento alguno. Cuando empezó pesaba 109 kilos. Hoy no pesa más de 70.

Manuel Aguayo.

Un amigo colombiano le pidió a Manuel que le hiciera el favor y que recibiera en su propio domicilio un sobre, donde supuestamente iban una fe de bautismo y un certificado de matrimonio para arreglar la situación legal en España de su mujer. Resultó que aquel envío inocuo era un paquete con dos kilos y medio de cocaína, que los policías estaban al tanto y que él y su esposa, Monserrat Y. G., acabaron detenidos junto al amigo del alma.

Dicen que fueron engañados. Pero ambos están en Soto del Real. Su esposa, a punto de dar a luz, ha sido «violada en su intimidad por las demás internas», denuncia Manuel, «robada, testigo de dos intentos de suicidio y de otro de asesinato», toma «transilium 50, diacepam y antidepresivos». Fuera espera otro hijo de 17 meses. A su mujer, «en su estado», recuerda, le ha sido denegada la libertad provisional.

Es por todo lo dicho que Manuel comenzó a no comer nada desde el 1 de marzo, con el hambre que pasó de chico... «A ella le han denegado salir, a pesar de ser inocente. Eso la está matando a ella. Y yo estoy dispuesto a morir con mi protesta. Como no soy el señor De Juana Chaos, nadie me hace caso. Y veo pasar los días, desde mi cama, sin que la juez que instruye mi caso haga nada».

Francisco R. A.

Entró a mediados de marzo en el hospital Clínico de Málaga, llevado urgentemente desde la prisión de Alhaurín de la Torre. Tenía sida y tuberculosis y llevaba en huelga de hambre desde febrero. Francisco R. A. no tiene nada que perder, apenas la vida, y es una letanía de 30 kilos de profundo pesar.

Las últimas noticias de él datan de finales de marzo. El recluso estaba siendo alimentado a la fuerza por vía intravenosa, su estado de salud era «muy grave» y se temía por su vida.

Cuando hablaba Francisco R. A. insistía por encima de todo en una cosa: estaba peor que De Juana, decía, y quería que Instituciones Penitenciarias le aplicase la denominada prisión atenuada para apurar la existencia de sus moribundos 35 años rodeado de algo parecido a una casa.

Según diversas fuentes, también en Andalucía varios presos comunes de las prisiones de Mairena de Alcor (Sevilla) y Albolote (Granada) se han hecho un nudo en el esófago.

José María Gómez.

José María Gómez Tirado es alférez legionario de Artillería retirado, era amigo de Miguel Ayllón Díaz-González, sargento asesinado por ETA en 1996, y cumple condena (por algo que no cuenta) en Alcalá-Meco.

Desde el 1 de marzo su dieta consiste en sales minerales, vitaminas, café solo e infusiones, y ahora amenaza con dejar de tomar absolutamente nada en una semana. En una carta remitida a este periódico, cuenta en tono solemne lo que sigue: «Los presos comunes sí estamos arrepentidos de nuestro delito, cosa que no parece importarles demasiado a las juntas de tratamiento a la hora de concedernos los ansiados beneficios penitenciarios y que no se le exigió a De Juana (...). Ya que estoy en estas circunstancias, quiero aprovechar mi esfuerzo para hacer justicia con el resto de la población reclusa que no pertenecemos a ETA y, por tanto, no gozamos de sus privilegios. A pesar de mis planes de boda para el 16 de junio, he decidido asumir este riesgo vital».

Santiago Suárez.

Hace un mes se puso el plato por montera y principió un ayuno «indefinido». Señala Santiago que el hecho de su permanencia en prisión «no es el que persiguen las penas privativas de libertad». Cumple condena en Dueñas (Palencia). Y nos envió una carta de tres páginas en la que termina diciendo que él también quiere ser como De Juana Chaos.

«Soy un preso común, no tengo ningún delito de sangre y puedo afirmar muy alto que jamás le he hecho el más mínimo daño a persona alguna, en cambio llevo actualmente 16 años y medio en prisión. Ni el Gobierno ni Instituciones Penitenciarias hacen nada a la hora de conceder las libertades condicionales o el tercer grado a la infinidad de presos que llevan cumplida con creces más de las tres cuartas partes de su condena».

Fernando Luis Suárez.

Desde la prisión de Villabona nos llega el caso de Fernando Luis, 44 años y en huelga de hambre también desde el 8 de marzo. En numerosas ocasiones ha pedido tramitar su salida condicional por razón de enfermedad y jamás se le ha otorgado. Un informe facultativo de 24 de enero de 2007, firmado por la subdirectora médica de la cárcel, detalla que es «politoxicómano», que tiene «sida desde 2004», que arrastra una «cirrosis hepática con riesgo de carcinoma hepatocelular» y que consume «tranxilium 50» y «valium 10» varias veces al día.

Un sueño: «No soy un asesino ni narcotraficante. Mi madre y hermanas sólo quieren que pase el último momento de mi vida junto a ellas».

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