Sandra María da Silva es una ciudadana brasileña. La cogieron tratando de introducir un par de kilos de cocaína en un aeropuerto español hace ya varios años. Como es natural, fue detenida y llevada a la penitenciaría de Mansilla de las Mulas, Villahierro.
Un tiempo después, cuando estaba cumpliendo su condena, sufrió un «accidente cerebro-vascular». Primero recaló en la enfermería de la prisión de Villahierro. Los facultativos que la atendieron no dudaron en solicitar la excarcelación dado su lamentable estado físico (en aquel momento estaba en coma y cuentan que su pronóstico era quedarse en estado vegetativo).
No la excarcelaron. En lugar de liberarla, la enviaron desde la enfermería de la cárcel al hospital San Juan de Dios de León. Pero como en este centro no se pueden hacer cargo de enfermos de larga duración, pasó ahí poco tiempo.
Además, el equipo médico ya insistió por entonces en que pasase a depender de los Servicios Sociales y se procediese a su excarcelación. Pero la libertad no llega para todos los presos que están en la cama de un hospital. En este estado físico la trasladaron al centro que la misma orden tiene en Burgos, donde lleva ya muchos meses, «más de un año», según dicen fuentes del San Juan de Dios burgalés. Su situación en este hospital ha mejorado bastante. Actualmente sufre una hemiplejía severa y no tiene control de sus esfínteres. Sus movimientos están limitados de la cama de su habitación a la silla de ruedas.
Las enfermeras que la atienden solicitaron permiso para darle paseos por la calle en silla de ruedas, para «que le diera el sol», pero no se lo concedieron porque eso hubiera significado haber destinado una pareja de policías nacionales para que la custodiasen en sus salidas del edificio. A día de hoy, Sandra María da Silva todavía no puede hablar (aunque lo entiende todo) ni andar. Vive con los pañales puestos todo el día. Se levanta pronto, la asean, desayuna y le gusta ver a Arguiñano. Luego, la comida, y más tarde, según cuentan en el hospital, el culebrón. «Está enganchada a la telenovela, que parece que le encanta».
La única opción de Sandra María da Silva hasta el momento, según fuentes de la penitenciaría de Mansilla, es ser deportada a una cárcel de su país, ya que el Gobierno se niega a excarcelarla desde el principio de su larga enfermedad. De momento, no ha sucedido, pero la espada de Damocles sigue sobre su cabeza, ya que fuentes penitenciarias aseguran que se ha pedido su expulsión. Cuando le preguntas si quiere volver a su país a cumplir condena te dice enérgicamente que no con la única mano que mueve, la izquierda, mientras «habla» así: «Ati, ati, ati, ati». Este sonido es lo único que su mente puede hacer llegar a su boca.
Si le preguntas si está arrepentida de lo que hizo, mueve la cabeza afirmativamente. Lo contrario que cuando le preguntas si volvería a dedicarse al transporte de drogas.
Las personas que la atienden dicen que es «muy cariñosa». «Mira, con otras, no, pero es que Sandra es muy agradecida, se deja querer, la verdad», afirman en el centro. «¿Tú quieres quedarte en España?», le preguntan. «Ati, ati, ati, ati...», dice señalando con el índice de la mano buena el suelo de la sala del hospital San Juan de Dios de Burgos. «¿Seguro que no quieres volver a tu país y cumplir la condena en tu tierra?». «Ati, ati, ati...» No, Sandra prefiere quedarse en España.
«Agravio comparativo»
La decisión de excarcelar a De Juana Chaos ha provocado un «tremendo agravio comparativo» con numerosos presos que están «realmente enfermos» y a los cuales se mantiene en prisión. Así de claro lo tienen varios sanitarios que desarrollan su labor en penitenciarías a los cuales ha consultado este periódico.
Las citadas fuentes explican que, tras la decisión del Gobierno «tendrían que abrir las puertas» a multitud de presos, «y no son de los que se han puesto en huelga de hambre para aprovechar el tirón».
«Hay que tener en cuenta, -comentan-, que la cárcel es un lugar donde más del 20% de la población tiene hepatitis. Con este cuadro, uno se puede imaginar que en el momento en que liberaron al etarra, no era el que más riesgo corría de morir».
En el caso de Sandra, la Subdelegación del Gobierno en León explica que no puede ofrecer datos sobre los presos de la provincia por tratarse de «información muy sensible» e íntima. Fuentes de Instituciones Penitencarias explicaron que Sandra, «ahora, está cumpliendo condena, pero por su situación de salud, la cumple en el hospital. Lo lógico sería que en Brasil siga en la misma situación. Se están haciendo gestiones para que sea trasladada».