El fanatismo ha declarado una «guerra total contra los regímenes del Magreb y Oriente Próximo que considera aliados de los ataques estadounidenses contra el mundo árabe y musulmán». Para el filósofo y sociólogo francés Sami Naïr, «movimientos terroristas como Al Qaeda pretenden desestabilizar con atentados a países que a su juicio juegan un papel clave en la estrategia norteamericana para la región». En el caso de Marruecos, «por haber actuado como cárcel para los talibán». En el de otros regímenes, «por usar sus prisiones para torturar a detenidos».
Los ataques constituirían, según Naïr, una suerte de venganza y a la vez un mensaje para forzar un cambio de posición en estos gobiernos. «En Argelia», matiza el sociólogo y experto en el Magreb refiriéndose a la masacre de ayer, «donde ya existe un movimiento integrista militar muy fuerte que lucha contra la política oficial del Gobierno para integrar a los islamistas un atentado con decenas de muertos supone un giro importantísimo».
Contra el terror cree necesario mejorar la cooperación entre árabes y europeos: «Habría que actuar conjuntamente a través de los servicios de información y desarrollar económicamente estos países, impulsando el codesarrollo, es decir utilizando a la inmigración como factor de desarrollo».
Todo ello, dice, con objeto de lograr «más justicia y seguridad en Oriente Medio, Irak, Afganistán», causas ideológicas que esgrimen los integristas para justificar sus actos. «La terrible injusticia que padece el pueblo palestino y el genocidio de los norteamericanos en Irak», señala, alimentan los conflictos en la región.
En el caso iraquí, asegura Naïr, que ejerce como profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de París, «EEUU ha destrozado uno de los países más modernos del mundo árabe, dejando más de 800.000 muertos en cuatro años».
Por ello califica de «desgracia para la Humanidad» que los protagonistas de aquella invasión, Bush y Blair, «sigan gobernando sin rendir cuentas a la justicia». En cuanto a la estrategia del presidente norteamericano de reforzar, y no retirar tropas, la tacha de «huida hacia adelante que no va a solucionar nada y está condenada al fracaso».
Para Naïr, la única solución en Irak pasa por que «EEUU lo abandone cuanto antes y apoye una fuerza multinacional compuesta por europeos, asiáticos, árabes y africanos, que contribuya a estabilizar la relación entre las poblaciones y a organizar elecciones auténticamente democráticas, no étnicas o confesionales como las anteriores».
Recuerda que antes de la ocupación estadounidense Irak era un país laico, que no integraba la religión en la Constitución: «Pero lo primero que hicieron los americanos fue introducir el islam en la Carta Magna, porque evidentemente les venía bien».
El hipotético plan de paz internacional por el que aboga debería incluir la demanda de que americanos e ingleses sufraguen los daños de guerra: «Tienen que pagar lo que han destruido».
En el caso palestino, afirma rotundamente que «la paz con Israel puede cambiar totalmente la región, democratizar a los países árabes y acabar con los regímenes despóticos». Porque, por un lado, «la democracia israelí es un ejemplo para estos gobiernos» y, por otro, la riqueza de los países árabes puede beneficiar al resto de la zona.
Sin embargo, y aunque reconoce que en Israel «la mayoría del pueblo quiere la paz y el diálogo, las élites políticas no van a negociar, porque están aprovechando una posición de fuerza muy importante, al no imponerles EEUU una solución política».
Entre esos dirigentes, acusa a sus dos cabezas más visibles de obstaculizar cualquier diálogo. «Ni Simon Peres ni Ehud Olmert van a negociar con los palestinos». A Peres le achaca «la responsabilidad más grande en el rechazo del proceso de paz», equiparándole con Sharon en ese sentido.
Y en mitad del polvorín de Oriente Próximo, advierte también contra la tentación occidental de atajar las veleidades nucleares de Teherán con un ataque militar. «La única solución a ese asunto es política y diplomática. En ese sentido la postura negociadora de la Unión Europea está siendo positiva. Irán no es Irak. Si EEUU ataca Irán tendremos la tercera guerra mundial».