La noticia se ha topado con el desmentido categórico de las dos partes implicadas. Nicolas Sarkozy decía ayer que se trataba de un disparate y de una aberración, mientras que el Elíseo transmitía ayer a título extraoficial una línea de incredulidad y de desconcierto similar.

La promesa de la indulgencia en los tribunales mediante una singular amnistía sería el precio que Sarkozy habría aceptado para recibir el apoyo de Chirac en el proceso electoral. Y es que el presidente francés se expone a comparecer ante los jueces por los delitos de financiación ilegal en que incurrió su partido cuando era alcalde de París.

El estatus de jefe de Estado le ha preservado de cualquier acusación, pero Jacques Chirac, presidente de la República desde 1995, corre el riesgo de un proceso ejemplar en cuanto finalicen las garantías de inmunidad. Exactamente un mes después de traspasar los poderes a su sucesor en el palacio del Elíseo. ¿Será Nicolas Sarkozy?