No es fácil que alguien reconozca que le pagan más de lo que se merece. Incluso no es fácil, por no decir imposible, que alguien confiese que trabajar, lo que se dice trabajar, pues tampoco mucho. Bob Kiley es uno de esos tipos que lo han tenido todo y no tienen ahora gran cosa. No se trata de dinero, que de eso no debe andar nada mal. Se trata de algo más etéreo, vinculado con la felicidad o la soledad.
En 2001, las autoridades del London Regional Transport que gestionan, básicamente, el metro de la capital británica, lo llamaron para que, como experto en la materia, tratara de salvar el metropolitano, una antigualla convertida en un auténtico saco sin fondo para las empresas que lo explotan. Por lo pronto, los precios empezaron a subir. Hoy, un billete sencillo fuera de hora punta cuesta nada más que cuatro libras. Seis euros al cambio.
Bob Kiley, un antiguo miembro de la Agencia de Inteligencia Americana (CIA), aceptó la invitación del alcalde de la ciudad, Ken Livingstone, y, sobre todo, el sueldo que le puso sobre la mesa: dos millones de libras anuales ( tres millones de euros). Además, una casa en el lujoso barrio de Belgravia.
Llegaba Kiley a Londres precedido por sus éxitos en Boston y Nueva York, ciudad ésta en la que lapidó cientos de miles de dólares para erradicar los graffiti de los vagones de metro, lo que muchos consideraron precedente de la política de tolerancia cero de Rudolph Giuliani, que fuera alcalde de Nueva York.
Kiley vive aún en esa casa de Belgravia. Y sigue haciendo un trabajo un poco extraño. «Hago algún trabajo relacionado con Europa y EEUU».
Pero lo que ha sorprendido a todo el mundo es su abierta confesión de que gana un dineral por no dar un palo al agua. «Sí, he estado en la Oficina del Transporte de Londres. Pero si usted me pregunta qué hago ahora para ganar mi salario, debo decir, con toda honestidad, que no demasiado. ¿Le doy a los contribuyentes algo a cambio de su dinero? Dejaré que sea usted quien lo decida», ha declarado a un rotativo londinense.
Kiley reconoce que tiene serios problemas con el alcohol, aunque no vincula su adicción con su baja productividad. «Empecé a beber vodka por las tardes», confiesa este hombre de 72 años. «Soy alcohólico, y no voy a poner excusas y decir que la causa es porque perdí a mi familia. Siempre me gustó beber. Es verdad que las cosas han ido a peor. Siempre he estado ocupado. Y ahora, que controlo mi tiempo, bebo».
Pero la confesión que más ha llamado la atención es la de su salario. Extrapolado a un año entero, cobra por su trabajo como consultor 737.500 libras al año (poco más de un millón de euros). Ésa es la cantidad que ha venido ganando Kiley desde que dejó su cargo en 2005. ¿Y los cuatro años anteriores? Ganó 3,9 millones de libras (seis millones de euros). Además de esa casa en Belgravia, además de los dos millones de libras que le dieron como indemnización, además del salario que recibe hoy por 90 días de trabajo al año. El caballero se levanta 3.200 libras al día. Eso son 4.700 euros. Por no hacer mucho. Bueno, al menos él no engaña a nadie.
LO DICHO Y HECHO
«Si me pregunta qué hago ahora para ganar mi salario, debo decir que no demasiado»
1935: Nace en Minnesota. Estudia en Harvard. 1963: Entra en la CIA, donde está hasta 1970. 2001: Tras su paso exitoso por varias compañías, se traslada a Londres y le nombran responsable del sistema de transportes. 2005: Tiene desavenencias con el alcalde londinense y deja el cargo, por el que cobraba más de tres millones de euros al año. Sigue como consultor. 2007: Reconoce su alcoholismo y que tiene un sueldo excesivo.