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La violencia hacia un ser humano debe ser tan aborrecible como comer la carne de otro (Martin Luther King) |
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LOS TRILEROS FILOLOGOS |
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Adiós a la crítica |
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José Luis Giménez-Frontín
¿A quién interesa la literatura? Tengo entendido que proporcionalmente interesa a muy pocos, la mayoría mujeres, no necesariamente jóvenes, y no necesariamente con estudios superiores. Son pocos, sí, pero parece ser que constituyen una secta o comunidad, hoy casi clandestina, más fervorosa que nunca. Pues bien, ese extraño, casi obsoleto, fenómeno llamado lector de literatura es, a su vez, o era, el lector habitual de la sección de críticas literarias que solían publicar semanalmente todos los medios de comunicación escrita.¿Y qué podía esperar el lector de una crítica? Pues lo mismo que se busca en las críticas cinematográficas: una orientación sobre si merece la pena cultural gastar tiempo y dinero, a partir de los razonamientos que alguien -cuyo mayor o menor prestigio como comentarista sólido e insobornable infundirá o no credibilidad y respeto- hace de una creación, contextualizando sus objetivos y comparándola con otras cintas de su género y con las del resto de obras del mismo director, y sobre todo valorando el grado de felicidad o de nulidad de sus recursos narrativos (dirección, imagen, guión, interpretación, etc.). No otra cosa era, es, en el ámbito de la lectura, la crítica literaria de toda la vida.
El caso es que, del mismo modo en que han ido creándose publicaciones gráficas en torno al mundo del cine, su glamour y su cotilleo, casi siempre al margen de los espacios críticos, los diarios han ido introduciendo muy amenos reportajes de promoción de autores, en los que el periodista firmante no necesita haber leído una sola línea de sus libros y en los que no debe ni puede arriesgar una razonada opinión personal. Lo constato sin acritud: es lo que se supone que hoy, para felicidad de los editores, demanda un lector. Tampoco la crítica tradicional -como la ópera, el teatro o la poesía- va a dejar de ser necesaria y a desaparecer en un día.
Es sabido que un suplemento literario muy seguido es Babelia, y me parece ilustrativo constatar el número de reportajes en relación al de críticas que en él se publican, y la imprescindible -aunque demasiado tímida y confusa- distinción en su tratamiento gráfico: las fichas técnicas del libro aparecen algo más destacadas en las críticas que en los reportajes. Así, en torno a la aparición del último rescate narrativo del gran Sándor Márai, el pasado 7 de abril el lector fue informado de quién se lo recomendó a quién, de quién le dedica un lugar destacado en su web, de qué premios se han convocando en Hungría con su nombre y de otras breves e interesantes informaciones biográficas, propias de las solapas de una edición. Curiosamente, el reportaje también publica la opinión que Márai le merece a mi buen amigo e inteligente novelista Ignacio Vidal-Folch -¿se trata de una encuesta con un único encuestado o de una microcrítica?-, a quien el formato no le permite analizar la última entrega de Márai que da pie al reportaje y le impide desarrollar su razonamiento.
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