Empezaron a hacer teatro en la Secundaria, como tantos otros alumnos. Bernat, Joan y Toni eran tres chavales de Llefià, la periferia de Badalona. Su pasión por la escena les llevó a montar una compañía adolescente que tomaba el nombre de los poetas satíricos de la Edad Media: Els Nous Goliards. Después de las clases se reunían para ensayar y montar obras: se iniciaron con Calígula y acabaron interpretando la popular Kràmpack de Joel Joan y Jordi Sánchez. Hasta que se lanzaron a crear sus propias obras.

Bernat y Toni escribieron a cuatro manos El sótano, su ópera prima y la más emblemática. La representaron en la Mostra de Teatre de Badalona y cruzó la frontera hasta Barcelona para verse en Nou Barris. «El argumento era un poco extraño y alocado», recuerda Joan. La madre de Toni en la ficción era la capo de una banda de ladrones de obras de arte y tenía un cuadro de Rafael, La Puta, escondido en el sótano. Su equipo la traicionó, la mató y quiso robar la pintura. El sótano constituye una sucesión de equívocos, escenas delirantes, sorpresas y muchos gags. El humor ya estaba muy presente en esa primera obra que se convertiría en el signo de la compañía. Incluso a día de hoy, a Joan -que interpretaba al padre- aún le señalan por las calles de Badalona como «¡el viejo, el viejo!», lo que a sus 21 años (es el benjamín del grupo) no le hace mucha gracia.

Ni siquiera cuando ingresaron en la universidad se apartaron de los escenarios. Bernat se matriculó en Comunicación Audiovisual, Toni en Historia y Joan en Publicidad. Ya no podían ensayar en el teatro del colegio, así que buscaron una alternativa en el barrio. En La Casa de Córdoba encontraron un escenario. No necesitaban más.

Durante cuatro años seguidos escribieron y escenificaron cuatro obras para llevarlas a la Mostra de Teatre. Pero no podían seguir a ese ritmo. «Woody Allen puede escribir una película al año, pero nosotros no», ironiza Toni. Compaginar estudios, afición teatral, trabajo y vida social no es nada fácil.

Fue como universitarios cuando volvieron a su antiguo colegio, el Esperanza. Y lo hicieron con una performance para el día de puertas abiertas. La escuela organizaba un año literario, así que representaron la boda de Romeo y Julieta con unos invitados de lujo, desde la Celestina a don Quijote y su fiel Sancho o Sherlock Holmes y su igualmente inseparable Watson Se las ingeniaron para montar núcleos de acción y repartieron a 24 actores entre la calle y el recinto escolar.

Muy vinculados e implicados en la vida cultural de Badalona, Els Nous Goliards decidieron legalizar su situación constituyéndose en asociación juvenil y cultural. Así fue como se transformaron en Projecte 9.

La curiosidad por responder a la pregunta «¿qué pasaría si lo hacemos?» les ha conducido donde están ahora. Incansables, llevan a cabo todo lo que se proponen: desde talleres de teatro y periodismo en las escuelas, «usando la sexta hora lectiva que se ha inventado la Generalitat», o el programa Con gafas y a lo loco en Ona Mar Radio.

Tenían ganas de montar un evento teatral que no se hubiera visto en Badalona. Como badaloneses, creyeron que su ciudad estaba huérfana de monólogos, un género que ya habían cultivado en sus obras. «Bernat tiene unas dotes muy buenafuentiles», señala Joan.«Además, somos muy televisivos, siempre andamos imitando a personajes como Olivetti», afirma Toni. En su opinión, el monólogo está a medio camino entre el teatro y el show televisivo.

Partiendo de esta base organizaron el primer Certamen de Monólogos en Llefià. El éxito fue tal que al año siguiente les propusieron trasladarlo a la «catedral del teatro en Badalona: el Zorrilla», explica Toni. En este nuevo escenario querían superarse. Y, sin olvidar que son una asociación juvenil, potenciaron la fusión de diferentes artes interpretadas por jóvenes.

Las paredes del vestíbulo se llenaron con una exposición de pintura, escultura y fotografía de distintos artistas locales. Incluso trajeron a un graffitero, Zosen, para que abriera la gala.

El grupo musical Efectos Secundarios puso la banda sonora a la gala. Compartían escenario con los monologuistas y unos curiosos acompañantes surgidos de la imaginación de un joven escenógrafo, Jordi Queralt. Los chicos de Projecte 9 querían distanciarse de la típica imagen vintage de la pared de ladrillo, con un micro y un taburete, por eso encargaron la escenografía a Jordi. El resultado fue «rompedor y original», considera Joan. Unos 70 enanitos de jardín invadieron todo el escenario, repartidos en diferentes gradas y dispuestos en forma circular para ver al monologuista como si fuesen el público. Los monologuistas interactuaban con los enanitos y aprovechaban su presencia para improvisar nuevos gags.

Aunque Badalona es una gran ciudad, el boca a boca aún funciona.El jueves siguiente al concurso organizaron una interpretación de los tres monólogos finalistas en el bar Sarau. El Sarau no es un bar musical al uso sino un local con cierta tradición en los monólogos: suelen organizar actuaciones de artistas en el pequeño escenario. El bar estaba a reventar.

¿Cuál es el secreto de los monólogos? «Por la noche, cuando llegas a casa, pones la tele, te apetece reír y entretenerte: los monólogos cumplen esa función», explica Joan. Además, el monólogo es un género que «llega a todo el mundo, sean pequeños, mayores, mujeres u hombres», cree Joan. Ambos afirman que es un producto que está en auge y que aún puede explotarse mucho, sobre todo en Badalona, como demuestra el éxito de su certamen. Su objetivo y deseo a largo plazo es que esta gala pueda compararse a eventos como el Festival Internacional de Magia Li-chang o el festival de cine Filmets, ya consolidados en Badalona.

A los chicos de Projecte 9 las ideas no se les agotan. Para el próximo año pretenden dar un paso más y organizar una Semana del Humor. «Aunque eso requeriría una implicación mayor de las instituciones», señala Toni. Su intención es que el humor tome la ciudad: en las bibliotecas, institutos y teatros.

Tan sólo han empezado a escribir su historia, aún les queda mucho por hacer.