El reportaje de Telemadrid que retrata una realidad lingüística catalana en conflicto donde el castellano es una lengua de segunda ha causado un terremoto político a cuatro días de su emisión. Desde el Gobierno catalán, el conseller d'Interior, Joan Saura, coincidió con Rubalcaba al atribuirlo a «una campaña de intoxicación que la derecha política y el PP impulsaron contra el Estatut» y que ahora recuperan en vísperas de nuevas elecciones municipales y pronto generales.
Desde el PSC, Joan Ferran, portavoz adjunto del partido, señaló que el documental de Telemadrid «es surrealista» y «una completa mentira» que se ha convertido en un ejemplo «de lo que no tiene que hacer nunca una televisión pública».
Más allá fue el republicano Joan Ridao. El portavoz parlamentario de ERC reclamó al Govern que estudie la posibilidad de recurrir a la justicia, a través de la vía legal más adecuada, para garantizar «la protección del honor y la buena imagen». ERC también cargó contra el PP, al que responsabilizó del documental y de querer dar «una vuelta de tuerca más a su estrategia de confrontación y sin importarle que haya una enfrentamiento entre territorios o ciudadanos».
Hasta el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo la suya. El ministro atribuyó al reportaje, producido por EL MUNDO TV bajo el título Ciudadanos de segunda, un interés por «resucitar esa historia siniestra» que fue la «batalla lingüística» contra Cataluña que se intentó con el Estatut.
Para el ministro, se ha de ser «muy respetuoso» con la lengua, y así lo es el PSOE, pero «no sé si todos los partidos y todos los programas» lo son. El documental fue emitido por la televisión pública de la comunidad de Madrid, gobernada por la líder popular Esperanza Aguirre, lo que ha llevado a los críticos a interpretarlo en clave de ataque político.
Otros partidos políticos catalanes se han posicionado desde la emisión del programa. Mientras, el presidente de CiU, Artur Mas, manifestó sentir «pena y asco» ante la «deformación» de la realidad que presenta el programa, quiso destacar que Cataluña se caracteriza, precisamente, por su ánimo de cohesión y de integración de todos los ciudadanos.
La reacción del PP tampoco fue tibia. El líder popular catalán, Josep Piqué, manifestó que el reportaje dice «verdades» pero que en cualquier caso se ha de evitar «la confrontación». Según los populares, el bilingüismo que existe en la calle no se traslada a la esfera oficial, y es ahí donde se producen situaciones injustas.En cualquier caso, el PP rechaza las acusaciones de manipulación respecto a la televisión pública madrileña, y lamenta que nadie cuestione la programación de la televisión catalana.
Ayer mismo, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, admitió que aunque no ha visto aún el reportaje, le parece que las «confrontaciones dialécticas» que ha generado son «más propias de partidos futbolísticos que de la política». En cualquier caso, el político madrileño considera «clave» para el futuro de España la «coordinación y trabajo conjunto entre Madrid y Cataluña».
El presidente de Ciutadans, Albert Rivera, se pronunció en igual sentido, al defender «los datos objetivos y ciertos» que recoge el documental pero distanciándose, por otra parte, del formato «más o menos dramático» que ha adoptado.
«Los catalanes no pueden elegir la lengua castellana en una casilla en la preinscripción escolar para sus hijos, no pueden rotular en las dos lenguas» y los medios de comunicación públicos en Cataluña no respetan el bilingüismo, según Rivera. El líder ciudadano subraya que «no existe conflicto en la calle», pero que la Administración pública catalana «discrimina» a los castellanohablantes catalanes.