LISBOA. - Treinta y tres años después de la Revolución de los Claveles, que puso fin a la dictadura el 25 de abril de 1974, Portugal desempolva una de las figuras históricas más polémicas del siglo XX: la del dictador António de Oliveira Salazar. Si con la llegada de la democracia Portugal borró del mapa cualquier referencia al hombre que mantuvo el país bajo una dictadura durante cerca de 40 años, ahora, con una distancia de más de tres décadas, los portugueses se interesan por el hombre que se ocultaba bajo la figura de político represor.
El programa de la televisión pública RTP Los grandes portugueses, en el que Salazar fue elegido el mayor portugués de la Historia a través de los votos telefónicos de los telespectadores, parece haber sido el responsable de que el dictador ocupase las portadas de los principales diarios lusos. Pero el interés por Salazar ya estaba latente en la sociedad portuguesa. Es la opinión de la periodista Felícia Cabrita, autora del libro Los amores de Salazar, de la editorial A Esfera dos Livros.
«Tras la revolución, los portugueses estuvieron más interesados en los aspectos políticos del salazarismo; con distanciamiento, tenemos una mirada diferente y las personas se interesan más por la vida privada de Salazar», explicó a EL MUNDO Felícia Cabrita, quien rescata del olvido las figuras de las mujeres con las que el dictador tuvo una relación amorosa. «Fue un niño muy mimado y extremadamente inteligente, para quien su madre fue el pilar de su vida», comenta Cabrita, quien añade que «la izquierda portuguesa tiene dificultades en digerir este libro porque muestra su lado más humano».
Las víctimas de Salazar, también de A Esfera dos Livros, recoge el otro lado de la dictadura salazarista. Para la historiadora Irene Pimentel, una de las autoras, se trata de recopilar «las muertes, torturas y las víctimas, en definitiva, de aquel periodo de la Historia». Después de tres años y medio de investigaciones, la publicación de la obra ha coincidido con el concurso televisivo, que Pimentel calificó como «lamentable».
«Es positivo que se recupere la memoria, pero la RTP no tuvo en cuenta el trauma que supuso el salazarismo; hubo una defensa de Salazar, pero no se habló del otro lado», añadió. Su trabajo va en la línea de recuperar la memoria para las nuevas generaciones. «Es mentira que entonces hubiera más seguridad y menos delincuencia, lo que había era una censura que lo tapaba todo», concluyó.
Lápiz azul
Ésa es precisamente la temática del libro La censura de Salazar y Marcelo Caetano, de la editorial Caminho. Su autor, Cândido de Azevedo, retrata el «arma por excelencia» de la dictadura, que, con su lápiz azul, mantuvo bajo control tanto la prensa como la literatura, el arte y el teatro, con el objetivo de moldear el pensamiento de los portugueses. Por último, Las máscaras de Salazar (Casa das Letras), de Fernando Dacosta, destaca los defectos y virtudes del dictador a través de testimonios y diálogos de las personas más próximas, como su barbero o la gobernanta. «Ser revolucionario hoy es preservar la memoria», dijo Dacosta.
Si la literatura se ha orientado a recoger el lado más humano y personal de António de Oliveira Salazar, el teatro retrata al dictador desde la perspectiva más humorística. Es el caso de la obra Vacaciones largas con Oliveira Salazar, que se estrenará el próximo día 24, simbólicamente la víspera del día de la Revolución, en el Teatro Dona Maria II, en Lisboa. El dramaturgo extremeño Manuel Martínez Mediero se ha atrevido a contar los últimos días de la vida de Salazar en forma de comedia burlesca, en la que el dictador lucha contra la decadencia física e intelectual. Para elegir al protagonista, los organizadores colocaron un anuncio en la prensa lusa el que pedían a un hombre de más de 40 años, al que se presentaron 18 actores.
Más osado si cabe es el proyecto Salazar, el musical, una comedia que se estrenará en el Teatro Villaret, en Lisboa, el 5 de junio.
Por último, dentro de la temática Salazar, cabe destacar una exposición en el Salón Motorclásico, en la Feria Internacional de Lisboa, donde este mes serán expuestos los dos automóviles en los que viajaba António Salazar: un Chrysler blindado del año 37 y un Mercedes del 47, que, tras ser adquirido sin su consentimiento, motivó el enfado del dictador porque lo consideraba demasiado ostentoso.
¿Un museo al fascismo?
Esta semana, cerca de 50 personas firmaron en la ciudad de Viseu un documento para impedir la creación del Museo Salazar, a petición de la Unión de Resistentes Antifascistas. Se oponen a la iniciativa municipal de Santa Comba Dao, pueblo natal de António de Oliveira Salazar, de convertir la casa en la que vivió durante sus primeros años de vida en un museo que, según ellos, acabaría transformándose en «un centro de peregrinación al fascismo».
La ministra de Cultura portuguesa, Isabel Pires de Lima, ha calificado de «insostenible» el proyecto al considerar que la casa «no cuenta con un expolio personal atractivo para llamar la atención de turistas», argumento empleado por Joao Lourenço, alcalde de Santa Comba Dao, principal entusiasta del proyecto y que asegura que «nada lo detendrá», para lo cual recurrirá a los fondos europeos.
La iniciativa ya ha provocado algunos enfrentamientos entre quienes apoyan la idea municipal y los miembros y simpatizantes de la Unión de Resistentes Antifascistas, que, con claveles en las manos y entonando los acordes de 'Grândola Vila Morena', el himno de la Revolución, se han manifestado contra la apertura del museo de Salazar.