Trío de Morton Feldman
Intérpretes: Marc Sabat (violín), Rohan de Saram (violonchelo), Aki Takahashi (piano). / Escenario: Auditorio Nacional / Fecha: 10 de abril.
Calificación: ***
MADRID.- El compositor estadounidense Morton Feldman (1926-1987) perteneció al círculo inicial de John Cage y cultivó una obra delicada, casi en los umbrales del silencio, con obras como El rey de Dinamarca o The viola in my life. Su última etapa se distingue por obras de excepcional longitud, pero suele tener en todas ellas una relación muy directa con los pintores más representativos del expresionismo abstracto, especialmente con Mark Rothko, para quien compuso The Rothko Chapel, en paralelo con ese monumento erigido en Houston.
Musica Dhoy ya nos había presentado en años anteriores su enorme Cuarteto número 2 y estrena ahora entre nosotros el Trío. Sólo faltan dos obras finales: la orquestal Coptic Light y, sobre todo, For Philip Guston, la obra terminal, para conjunto, que vuelve directamente a la pintura. Trío es una obra de 1980 absolutamente singular. Es capaz de superar toda contradicción, pues aparece serena sin ser estática, de tenue sonoridad, con un único fuerte en el centro, pero llena de energía. Un experimento sobre el tiempo que se convierte en espacio. No presenta una estructura narrativa ni está encaminada hacia un fin, pero no se puede considerar que sea una sucesión de instantes sino que presenta secuencias, climas, regiones sonoras muy definidas.
La dilatación del tiempo persigue un objetivo fundamental: hacer que, en la escucha, ese tiempo quede suspendido y se convierta en un espacio donde habitar sonoramente. Quien así lo entienda y así lo escuche entrará en un mundo inimaginable, donde ya no importa la duración, sino la sensación de vivir en un tiempo suspendido indefinidamente y convertido en sonido. En sonido a veces hermosísimo y siempre nuevo, sugestivo e interesante.
Posiblemente, no es música para todos los días, pero sí música para disfrutar de una dimensión que la mayoría no pueden ofrecer. Una experiencia del espacio-tiempo que no tiene que ver con la psicodelia, antes bien necesita una atención concentrada. Es un viaje pero sin moverse del propio espacio sonoro.
La obra tuvo los solistas excepcionales que necesita para poder manifestarse en todo su esplendor. Marc Sabat es un violinista increíble, con una técnica de arco colosal y un sonido infalible. Bien conocido entre nosotros, como solista y con el Cuarteto Arditti, el violonchelista Rohan de Saram es otro fuera de serie. Y la pianista japonesa Aki Takahashi es capaz de las más matizadas y sorprendentes sonoridades.
Gran concentración de los tres, para ellos también había una suspensión del tiempo y un espacio sonoro habitado y habitable. Sólo así podían transmitirlo a los espectadores. Y vaya si lo hicieron. Toda una lección.