OSASUNA 1
BAYER 0
Ricardo
Izquierdo
Cruchaga
Cuéllar
Monreal
Valdo
Muñoz
Josetxo
Juanlu
Soldado
Milosevic
Cambios: Erice por Cruchaga (min. 69)
Font por Soldado (min. 74)
s.c.
Adler
Castro
Bracker
Madouni
Stenman
Schwegler
Rolfes
Freier
Schneider
Barnetta
Barbarez
Cambios: Babic por Barnetta (min. 42)
Haggui por Madouni (min. 52)
s.c.
Kiessling por Barbarez (min. 67)
s.c.
Arbitro: Frojdfeldt (SUE)
Tarjetas amarillas: Freier y Castro.
Goles: 1-0: Juanlu (min. 61).
REYNO DE NAVARRA. 17.874 ESPECTADORES.
PAMPLONA.- Osasuna olvidó ayer las apreturas de la Liga y escribió una página en la historia del club al clasificarse por vez primera para las semifinales de la Copa de la UEFA. Los navarros fueron muy superiores a un decepcionante Bayer Leverkusen, que no creó peligro en los 180 minutos que duró el duelo. El partido de vuelta, de emoción descafeinada por el contundente 0-3 de la ida, fue anodino: aburrido, monótono y con el único punto destacable del gol que marcó Juanlu al aprovechar un despeje de Adler. La actuación de las aficiones, que terminaron coreando a ambos equipos indistintamente, fue el mejor espectáculo visto ayer en el Reyno de Navarra.
El público hubo de resistir bajo el agua unos primeros 45 minutos sin ritmo: ni el Bayer hizo méritos para disminuir la abultada ventaja de los locales en el marcador global de la eliminatoria, ni Osasuna fue capaz de ampliar la renta que logró en el partido de ida. Los alemanes salieron con ganas de recortar distancias, pero no las acompañó de ningún mérito. La defensa rojilla, con un Cruchaga soberbio que anuló casi por completo a Schneider, supo contener los ataques alemanes, que fueron mucho más peligrosos por la banda derecha. De las botas de Freier salieron los escasos problemas con que se las tuvo que ver Ricardo.
En el minuto 12, Freier aprovechó un enredo de Cruchaga con Barbarez en el área para hacer un disparo que atrapó Ricardo sin problemas. La segunda parte comenzó con tan poco fútbol y tanto aburrimiento como la primera. Ambos conjuntos se embarullaban en pocos metro del campo, incapaces de mover el balón con peligro alguno.
Y cuando parecía que lo mejor que podía ocurrir era que el árbitro pitase el final del partido, llegó el gol. Un oportunista Juanlu aprovechó el desesperado despeje de Adler, que se vio superado por un potente disparo cruzado de Soldado. El público entró entonces en calor y comprendió la hazaña de los suyos. Empezó la fiesta por ver a los suyos tan cerca de la gloria, por primera vez en Europa.