Entre la documentación incautada por la Guardia Civil durante la operación contra el complejo etarra figuraban recortes de prensa en los que Ramón Gómez anunciaba que no se presentaría a las elecciones de mayo. Ahora, este matrimonio joven, él de 31 años y ella de 29, sólo piensa en una cosa: «Queremos pasear con nuestra niña tranquilamente y no tener que seguir con la presión, en las mismas condiciones en las que hemos vivido durante muchos años», en declaraciones a este periódico.

La documentación incautada a los etarras sobre Ramón Gómez, concejal del PP en San Sebastián, y su esposa, Vanessa Vélez, edil del mismo partido en la localidad guipuzcoana de Lasarte, contenía seguimientos en fechas muy recientes, datos muy concretos sobre el domicilio de la pareja, sus movimientos y seguimientos de su vehículo particular y de las zonas donde aparcaban su coche. Estos elementos demuestran un seguimiento exhaustivo.

De hecho, Gómez anunció su retirada de la política el 23 de enero y el recorte de prensa con la noticia estaba en poder de los etarras.

No era la primera vez que los nombres de estos concejales figuraban en el macabro listado de objetivos de ETA. Gómez reconoce haber aparecido «muchas veces en las listas del comando Donosti, con planes específicos para atentar», ha sufrido ataques en su domicilio de Eibar, localidad donde fue concejal, y pintadas amenazantes en el portal de su casa de San Sebastián, ciudad en la que es edil desde hace ocho años, tan explícitas como «Gómez, PP vais a morir». Y tanto Ramón como Vanessa saben de primera mano lo que es vivir con la sombra de un escolta pegada de forma continua, algo todavía más difícil cuando se multiplica por dos: «Es muy duro, los dos con cuatro personas continuamente y dos coches. Son cosas que te animan a dar el paso de dejarlo», dice Gómez.

Juventud perdida

«Son muchos años, hemos perdido la juventud aquí, necesitamos hacer otras cosas», dice. Y no es porque no pertenezcan a una generación de militantes del PP altamente comprometidos con la política, a los que marcó el asesinato del concejal de San Sebastián Gregorio Ordóñez.

Gómez lleva de lleno en la política desde hace 12 años. Con sólo 19 asumió el compromiso que Ordóñez pedía a los jóvenes de su partido, y decidió presentarse como concejal el mismo día de su asesinato. Ha sido edil en Eibar y en San Sebastián. Su mujer, Vanessa, también lleva en la política activa muchos años, desde que tenía 20, y también decidió afiliarse al partido impulsada por la indignación que le produjo el asesinato de Gregorio Ordóñez.

No dejan la política activa, precisamente ahora, por «aparecer en los papeles» [de ETA]. De hecho, insiste: «Nos metimos en política para luchar contra esa gente. Quizá en Cuenca no me hubiera metido en política». Pero Ramón Gómez reconoce que aguantar la «presión» es difícil cuando quieres ver crecer a tu hija en paz. «Queremos que se olviden de nosotros, pasear con nuestra niña tranquilamente y no tener que seguir con la presión que tendrá que vivir la gente si las cosas van como van de mal. En las mismas condiciones que hemos vivido durante muchos años».

Los dos concejales del PP no eran las únicas víctimas de seguimientos muy concretos que figuraban en la documentación incautada al comando Donosti en la operación policial iniciada por la Guardia Civil el pasado 28 de marzo.

Según esta documentación, los terroristas también tenían entre sus objetivos prioritarios, en el caso de que el etarra José Ignacio de Juana Chaos muriera durante su huelga de hambre, a un agente de la Policía de San Sebastián y a Pedro Miguéliz, Txofo, el que fuera testigo protegido de la Audiencia Nacional en el caso Lasa y Zabala. A este último, el Ministerio del Interior aún no le ha notificado la información que el comando disponía sobre él. Desde hace dos meses, la Audiencia Nacional le retiró la escolta.