COTE VILLAR
La primera escuela práctica de sexo para ciudadanos de a pie. Ése es el eslogan con el que se anuncia la Universidad del Sexo, la única con tal nombre en el mundo, cuya sede se encuentra en la madrileña travesía de San Mateo. Oli Acosta, Tat Escobar y Max Rekarte son los tres miembros del Rectorado. Tres amigos (Acosta y Rekarte son primos, y Escobar fue pareja de la primera), dueños también del sex shop La Juguetería, que están revolucionando el cotarro al tomarse muy en serio lo que hasta hace cinco minutos era una frivolidad y hasta hace diez un tabú.
La Universidad se fundó hace un año pero no ha sido hasta ahora cuando los medios han comenzado a tomársela en serio. La próxima temporada impartirán cuatro cursos: Iniciación al bondage -el placer de atar y ser atado con cuerdas-, Masaje erótico y sensitivo, Cómo rodar porno doméstico y El arte del striptease. Los dos primeros son repetidos del año pasado -«se quedó mucha gente fuera de matrícula», explica Oli- y los dos siguientes son novedad este año. «Muchos clientes que venían a La Juguetería nos preguntaban cosas, y nos terminaban pidiendo que diéramos clases. Así surgió la idea. Algunas estrellas del porno y otros expertos en la materia imparten talleres esporádicos en Estados Unidos, y en Gran Bretaña se da alguna clase magistral de sadomasoquismo», pero la única entidad multidisciplinar es la Universidad del Sexo.
El claustro de profesores está formado por cuatro profesionales reconocidos del gremio. Darán los cursos la brasileña Dunia Montenegro, «una de las strippers más conocidas del mundo»; Erika Lust, uno de los referentes en el «nuevo porno»; el italiano Pygma, doctorado en bondage, y el masajista Marcelo Tajtelbaum. «Dunia se sorprendió mucho cuando le pedimos que viniera a dar clases a gente normal, fuera del mundillo. Para ella es un honor, y me consta que está aprendiendo vocabulario menos agresivo para explicar los conceptos», cuenta Max.
Los alumnos son gente variopinta que destruye los prejuicios del propio Rectorado a cada momento. «Igual viene una pareja de personas mayores a matricularse en el curso de bondage que aparecen unos modernísimos para el de masajes, que es aparentemente más light. Aquí echas una ojeada a la tienda cualquier tarde y te encuentras con gente de todas las edades, estéticas y colores. Pero todos tienen algo en común: el sexo». A Oli Acosta se le nota que fue periodista. Lo dejó, como Rekarte (actor) y Escobar (editora) por el negocio de La Juguetería. «Al principio nuestras familias tenían ciertos reparos, pero ahora nos están ayudando mucho. Mi madre me llama para pedirme consejo sexual como el que te consulta una receta», sonríe Escobar.
El recibimiento de la Universidad del Sexo entre la sociedad ha sido algo más frío. «Tenemos desde gente entusiasmada a gente que nos dice eso de que si Franco levantara la cabeza, pero estamos preparados para las críticas y no nos asustan. Mejorar la sexualidad implica mejorar la vida en general».
Lo cierto es que en apenas veinte años la sociedad española ha dado un estirón en tema sexual sorprendente. Y el gran damnificado ha sido el macho ibérico. «Estamos un poco perdidos», reconoce Rekarte, «tenemos que evolucionar hacia un macho más suave, no femenino, pero sí más atenuado». Oli es incluso más categórica: «El rol del macho ibérico puede valer para jugar un día, pero como constante en la pareja está muy trasnochado».
En esta universidad tan sui generis no se aprueba con un examen. «Con la asistencia, vale», confirman. Hay una parte teórica y otra práctica, y de momento no se piden conocimientos previos para entrar en ninguno de los cursos. «En el futuro, cuando ya tengamos una base de alumnos formada, impartiremos clases más avanzadas y ahí sí haremos pruebas de nivel», dice Tat, picarona.
Universidad del Sexo. Más información y matrícula en
www.universidad-delsexo.com.
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