Pregunta.- ¿Inquieta usted al electorado de centro?

Respuesta.- François Bayrou se ha convertido en un candidato de izquierda. Lo dice él mismo. No sé si yo inquieto a la gente, pero desde Pompidou ningún candidato de la derecha ha conseguido los resultados que yo obtengo en las encuestas. En esta misma época de 2002, Jacques Chirac conseguía sólo un 21% de los votos en los sondeos. La democracia necesita un auténtico debate izquierda-derecha. A partir del momento en el que se niega este debate, se abre un campo gigantesco a los extremismos.

P.- Si gana usted, ¿Bayrou puede ser uno de sus ministros?

R.- Bayrou ha practicado muchísimo el insulto, algo que yo no hice. Espero los resultados de la primera vuelta para decidir la estrategia a seguir en la segunda. Pero hay que reconocer que es curioso un candidato que dice: «Si me las tengo que ver con Royal, aglutinaré a la derecha; si me tengo que enfrentar a Sarkozy, aglutinaré a la izquierda». ¡Es la perfecta caricatura del oportunismo!

P.- ¿Comparte la convicción de Chirac de que unas presidenciales se ganan en los 15 últimos días?

R.- No. Se pueden perder en los últimos 15 días, que es algo muy diferente. Desde hace años, se viene diciendo que me he lanzado demasiado pronto y que voy a pinchar. La verdad es que mi estrategia es muy sencilla: he comenzado pisando fuerte y no he dejado de acelerar.

P.- ¿Se derechiza para aglutinar a su bando en la primera vuelta?

R.- Se equivoca usted sobre la situación de Francia. Un elector de izquierdas tiene tanta necesidad como uno de derechas de que se le hable de la nación. Decir que los obreros se derechizan es absurdo.

P.- ¿Cuál es la auténtica característica de esta campaña?

R.- Que la gente se moviliza no por medidas, sino por valores. Pero, para ser honesto, tengo que decir que Ségolène está más a la derecha que Jospin, que yo estoy más a la derecha que Chirac y que Bayrou está más a la derecha que Lecanuet. Al final, el que está menos a la derecha que antes es (el líder del Frente Nacional, Jean-Marie) Le Pen.

P.- Su propuesta para crear un «Ministerio de la inmigración y de la identidad nacional» ha llamado la atención...

R.- Pues no se trata de provocación alguna. Levi-Strauss, el mayor antropólogo francés, dijo que «la identidad no es una patología». Si no se coloca la cuestión de la identidad dentro de la de la inmigración, ¿cómo se les va a explicar qué es Francia a los inmigrantes que quieren hacerse franceses?

P.- Pero la creción de un Ministerio de inmigración figura sólo en el programa del Frente Nacional...

R.- El hecho de que Le Pen aborde algo no prohíbe abordarlo a los demás. La gente se pregunta en qué consiste ser francés. Los inmigrantes vienen con su identidad y lo que yo propongo es hablarles de la identidad de Francia y reunir ambos conceptos. Porque hay un problema de inmigración, con un sistema de integración que ya no funciona.

P.- Pero la mayoría de los inmigrantes se integran...

R.- El velo, los matrimonios forzados, la comunidad turca en la que algunas mujeres no hablan ni una palabra de francés, los recién llegados que viven juntos o los barrios difíciles, ¿todo eso es una invención mía?

P.- ¿Quiere recuperar el electorado de Le Pen?

R.- Cuando digo que quiero recuperar a los obreros para que me voten, nadie me ataca. Cuando digo que quiero recuperar al elector del Frente Nacional (FN), algunos tiemblan. ¿En nombre de qué es malo recuperar los electores del FN?

P.- ¿Por qué abandonó la idea de conceder el derecho al voto en las elecciones locales a los inmigrantes? Eso sería un factor de integración...

R.- A nivel personal, estoy a favor de ello. Pero se trata de una cuestión que, hoy por hoy, hace cristalizar pasiones y enconar posiciones.

P.- En segunda vuelta, ¿sería más temible Bayrou que Royal?

R.- La segunda vuelta es temible, pase lo que pase. Durante seis meses, me explicaron que Royal era imbatible porque es una mujer, porque sonríe y porque es moderna. Esos mismos explican hoy que no puede ganar. Se equivocaban ayer y se equivocan hoy.

P.- ¿Es usted el mejor argumento para aglutinar al electorado?

R.- Cualquiera menos Sarkozy. Sé que ésa es la idea que a usted le gusta, pero ¿dónde la ve plasmada? ¿Dónde están esas manifestaciones contra mí?

P.- Usted se vio obligado a anular su desplazamiento a la Cruz Roja de Lyón...

R.- Allí había unos 40 militantes de la extrema izquierda. ¿Es ése el referéndum anti-Sarkozy?

P.- ¿Por qué reculó?

R.- ¿Es que cree usted que voy a salir en el telediario con imágenes de violencia a mi alrededor? ¿Cree usted que no tengo la suficiente experiencia como para no caer en trampas de ese calibre?

P.- ¿Por qué declaró que la pedofilia es genética?

R.- No dije exactamente eso. Expliqué que no todo depende del aprendizaje, sino que una parte puede ser innata. ¿En qué proporción? No soy un sabio. Por ejemplo, cuando era niño, me sorprendía escuchar que, ante un niño homosexual, se decía: «Su madre se equivocó al dormir con él». Y cuando un niño era anoréxico, se decía: «El padre nunca estaba en casa». Y cuando un niño era autista, se sentenciaba: «Sus padres se han divorciado y eso le provocó un 'shock'». Pero hoy se sabe que el autismo es genético. Creo que la sexualidad es también una identidad.

P.- Usted dijo que había nacido heterosexual...

R.- Sí. Nunca me planteé la cuestión de la elección de mi sexualidad. Por eso, la postura de la Iglesia que consiste en decir 'la homosexualidad es un pecado' me choca. No se elige la propia identidad.

P.- Pero, si se sobreestima el aprendizaje, ¿es por culpa de esa ideología del 68 que usted odia?

R.- No. El 68 que yo denuncio es el del relativismo, el del todo da igual. El error fundamental del 68 es no haber entendido que la transgresión de la regla conduce a la creación. Si se suprime la regla, ya no hay bueno ni malo y todo vale.

P.- Su programa fiscal no sirve a las clases populares. ¿La supresión de los derechos de sucesión es un bonito regalo para los ricos?

R.- Es legítimo que unos padres que trabajaron toda su vida transmitan sus bienes a sus hijos. La República no debe retirarle el patrimonio a aquel cuyos padres lo ganaron, sino darle más patrimonio al que no lo tiene. Soy partidario de que la República corrija las desigualdades, promoviendo a los que no tienen nada.

En la entrevista también participaron R. Dély, A. Guiral, L. Joffrin y P. Quinio.