ARITZ PARRA. Especial para EL MUNDO
SHANGHAI.-
El primer ministro chino, Wen Jiabao, expresó ayer en Tokio la voluntad de su país por cooperar y mejorar las relaciones con Japón, al tiempo que animó a la nación vecina a asumir las responsabilidades de su pasado bélico. En este tono discurrió la primera mitad de una comparecencia cuidadosamente calibrada ante la Dieta -el Parlamento japonés-, el primero de un líder chino en más de dos décadas.
En la otra mitad, Wen Jiabao utilizó palabras más duras para pedir a Japón que se oponga a la independencia de Taiwan. Sin embargo, en los 40 minutos de discurso televisado en ambos países, dominaron las referencias a un futuro amistoso en el que Pekín y Tokio tienen mucho que ganar.
«El pueblo chino sufrió indescriptibles calamidades durante la guerra lanzada por Japón», señaló Wen, en referencia a la ocupación japonesa de parte de Asia antes de 1945. El mandatario chino se cuidó de señalar como responsables de las atrocidades a «unos pocos militaristas» y reconoció las disculpas de los actuales líderes nipones, aunque dijo que esperaba que Japón concrete sus palabras con «acciones prácticas».
Wen señalaba así desde la tribuna a su homólogo japonés, Shinzo Abe, instándole a que no repita las visitas de su antecesor al Yasukuni, el mausoleo donde yacen los restos de varios criminales de guerra y que países como China o Corea consideran un símbolo del imperialismo nipón.
Reunión con Akihito
Wen insistió en el tema de Yasukuni a lo largo de todo el día, tanto en la reunión con los líderes de partidos políticos como en la que mantuvo con el emperador Akihito, a cuyo padre servía la Armada Imperial durante la II Guerra Mundial.
Por su parte, los políticos japoneses alabaron la «visión de futuro» expuesta por el representante de Pekín. Wen Jiabao había señalado que «China entiende el deseo de Japón de tener un papel más importante en la comunidad internacional», unas palabras que el portavoz del Ejecutivo nipón, Yasuhisa Shiozaki, interpretó como un espaldarazo a las aspiraciones de su país a convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Mejorar las relaciones bilaterales está resultando vital para ambos gobiernos. Para el Ejecutivo nacionalista japonés, acechado por los escándalos políticos, el deshielo de los vínculos con China emprendido por Abe está considerado como uno de los pocos éxitos de un líder débil. Por su parte, Pekín no quiere que la frialdad de las relaciones políticas constipen el comercio bilateral o las inversiones japonesas en su territorio. Ayer, ambos países pusieron en marcha un mecanismo de diálogo de alto nivel para promover los lazos económicos, centrándose en campos como el ahorro energético, el medio ambiente o la alta tecnología.
«El Gobierno de Japón y su pueblo han contribuido y ayudado a la reforma, apertura y modernización de China», señaló Wen ante los parlamentarios. «El pueblo chino nunca olvidará esto», añadió, en un gesto a las quejas japonesas de que su Gobierno apenas publicita la ayuda recibida de su vecino.
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