Kurt Vonnegut soñaba con dejar grabado en el Gran Cañón un epitafio colectivo, para contarles lo que pasó a los alienígenas: «Pudimos habernos salvado, pero fuimos demasiado perezosos para intentarlo»... En su último libro, Un hombre sin país, arremetía sin piedad contra la Administración de Bush y se despedía con un réquiem entonado por la Tierra desde las gargantas del río Colorado: «It is done» («Se ha hecho»).
Ojeroso y pesimista por naturaleza, coronado con una melena existencialista y aferrado al salvavidas de su implacable humor (negro), Vonnegut intentó suicidarse en 1984 y poco después expresó su deseo de morir estrellándose con un avión en las cumbres del Kilimanjaro.
Su final ha sido triste, aunque más prosaico: una caída accidental, un golpe en la cabeza, irreversibles daños cerebrales. A sus 84 años, el autor de novelas difícilmente clasificables como Matadero 5 o Las sirenas de Titán, clásicos de la contracultura de los años 60, murió el miércoles por la noche en Manhattan, según informó su segunda esposa, la fotógrafa Jill Krementz.
Denostado por los críticos, aunque arropado hasta el final por el pelotón de baby boomers que le encumbró en los 60 y los 70, Vonnegut fue tal vez uno de los autores más incomprendidos de su generación, a la que también pertenecen Norman Mailer y Gore Vidal. Aunque muchas de sus obras orbitan en el género de la ciencia ficción, el denominador común es la implacable crítica y sátira de las sociedades modernas, con un rosario de antihéroes que se debaten en el oleaje de la deshumanización creciente.
Vonnegut descubrió su vocación en el volcán de la II Guerra Mundial. Capturado por los alemanes, fue recluido en un campo de trabajos forzados en Dresde y allí fue testigo de la brutal destrucción causada por el bombardeo de los aliados. «Había tantos cadáveres que los cremábamos en enorme piras funerarias», escribió en su collage autobiográfico, Destinos peor que la muerte.
En Matadero 5, la novela que llegó al número uno de ventas en 1969, Vonnegut narra la historia de un joven soldado, Billy Pilgrim, que descubre los horrores de la guerra. La obra fue de lectura obligada en las universidades norteamericanas durante la debacle de Vietnam y sirvió para acuñar el famoso eslogan antibélico: So it goes (Y así va). No se recuperó del éxito y cayó después en una de tantas depresiones con tendencias suicidas. Su madre se quitó la vida, y su padre «coqueteó con las pistolas como Hemingway».
Con sangre alemana en la venas, Vonnegut nació en Indianápolis en 1922, estudió Antropología y fue periodista, vendedor de coches y relaciones públicas de General Electric. En 1952 publicó su primera novela, Player Piano, una crítica mordaz de las grandes corporaciones.
En Las sirenas de Titán se erigió en fundador de la Iglesia de Dios de los Totalmente Indiferentes, y en La cuna del gato vaticina la destrucción del mundo con una sustancia llamada ice-nine, capaz de congelar el agua a cualquier temperatura. Mientras, en God Bless You, Mr. Rosewater intentaba imprimir un giro optimista: la amabalidad como panacea para todos los males de la especie humana. Contraste de ideas, reflejo de la poliédrica personalidad del ácido autor.
Kurt Vonnegut, escritor, nació en Indianápolis (EEUU) en 1922 y falleció en Manhattan, (Nueva York, EEUU) el 11 de abril de 2007.
