LAURA FERNANDEZ
BARCELONA.-
Ferran Gallego sigue dándole vueltas al fascismo.Si hace unos meses publicaba Todos los hombres del Führer. La élite del nacionalsocialismo, 1919-1945, ahora arremete contra el bando opuesto y se centra en el antifascismo barcelonés para explorar las razones del hundimiento de la izquierda española tras el estallido de la Guerra Civil.
El libro se llama Barcelona, mayo de 1937 (Debate) y arranca el 14 de abril de 1931, momento en el que la unanimidad democrática todavía no era un espejismo. Poco después empezarían a producirse los primeros enfrentamientos entre los cada vez más alejados polos de fuerza de la izquierda: PSUC, POUM, PC, UGT, y desbarantando para siempre la posibilidad de constituir un Frente Popular que luchara contra la amenaza del fascismo. «El libro trata de porqué el antifascismo español no consiguió construir un proyecto coherente que pudiera devolver la República después de la guerra», cuenta el historiador y profesor.
Porque en 1937 «a nadie se le ocurría pensar que la guerra pudiera acabar con una victoria republicana. Las diferencias en el bando de la izquierda eran demasiado grandes», añade el escritor. La primera semana de mayo tuvo lugar en Barcelona un enfrentamiento violento entre los extremos mencionados que cierra el libro con una más que comprensible visión de lo que nunca podría haber ocurrido, de producirse esos desbarajustes en el seno de la izquierda.«No había forma de que se entendieran», dice Gallego.
Había dos propuestas políticas claras en el bando republicano antes de avecinarse la contienda. «Una era la del POUM que pretendía instalar un gobierno de obreros y campesinos y romper con el Frente Popular. Y otra era la del PSUC, que apostaba por mantener el Frente Popular y una alianza con las fuerzas antifascistas que surgieron a principios de los años 30», cuenta el historiador.Además de estas dos propuestas enfrentadas, había organizaciones que actuaban por su cuenta, como la CNT y que acabaron por contradecirse.La atomización les sirvió en bandeja la derrota.
«Cuando se proclamó la II República en 1931 ya era una fiesta a medias, porque no se creía tanto en la República. Los que en 1937 se pelearon ya lo habían hecho en el 31. La vía insurreccional de la CNT estaba ya entonces frente al gobierno de izquierdas y lo estaría después frente al de la derecha», asegura Gallego, que considera que la derecha sí que tuvo un proyecto sólido y que eso, en parte, le dio la victoria. «La unidad en un conflicto es muy importante», añade el historiador, que se lanzó a escribir este libro al darse cuenta de que el fascismo y el antifascismo, en lo que se refiere a estudios, no se habían mezclado hasta ahora.
«Llevo 20 años trabajando este tema y siempre me ha llamado la atención el hecho de que las personas que trabajan el fascismo no trabajan el antifascismo. ¿Por qué si entre ellos, fascistas y antifascistas, no hacían más que pensar en el otro, el historiador no lo hace? Sus ideologías se construyeron por oposición y debería tenerse en cuenta», dice.
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