Sábado, 14 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6327.
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La fiesta de los toros: un espectáculo único
JOSÉ BONO

Afirmar que los toros constituyen una de las tradiciones españolas más arraigadas es una evidencia. El toro bravo es el protagonista y da sentido a la Fiesta. Sin él no existiría el espectáculo y estaría por ver la supervivencia de estos bellos ejemplares.

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Son respetables las opiniones divergentes y contrarias a la Fiesta. También nos enriquecen a quienes pensamos que la fiesta de los toros tiene hondas raíces populares y culturales difíciles de arrancar.

Sin embargo, si miramos las estadísticas comprobaremos que el número de espectadores que han pasado y están pasando por las plazas de toros de toda España resultan apabullantes. No somos, ni con mucho, un minúsculo grupo de desaprensivos. Y si nos ceñimos a las audiencias en televisión la evidencia es aún mayor; les daré un dato: las corridas retransmitidas por la televisión autonómica de Castilla-La Mancha rozan de media un share del 30%.

Muchos saben que a estas alturas será muy difícil encontrar una entrada para la Feria de Sevilla y no digamos San Isidro. Han pasado las fallas en Valencia y en fechas que otros años eran consideradas malas se ha llenado la plaza.

Recientemente, en la Feria de Olivenza, hemos visto -yo he tenido la fortuna de comprobarlo en primera persona- cómo un pueblo de apenas unos miles de habitantes en la mismísima frontera de Portugal se han celebrado tres corridas de toros en dos días y en las tres se puso el cartel de no hay billetes.

La respuesta popular, el respaldo a este espectáculo es de mayorías y, como sucede en democracia, cuando esto ocurre hay que ser respetuoso.

He citado las ferias consideradas «de campanillas"»(San Isidro, Sevilla, Valencia) pero lo mismo podría decirse de los espectáculos populares de toda la zona de Levante, de Madrid o de las dos Castillas. No se entendería que en numerosos pueblos de España no hubiese un toro en la calle o un encierro.

En Castilla-La Mancha, mi tierra, en muchos lugares no se entendería una fiesta si alguien impidiese que se celebrasen los tradicionales encierros.

Aunque lo parezca, no somos los únicos. En Francia, país que nadie tiene por atrasado, la socialista Ségolène Royal y el conservador Nicolás Sarkorzy se han mostrado partidarios de la fiesta española y aficionados a la misma.

En mi anterior etapa como Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha dimos algunos pasos de contribución a le mejora, calidad y seguridad de la fiesta de los toros. Editamos publicaciones poniéndola en valor.

La resolución que más llamó la atención fue la prohibición de que en los callejones de las plazas de toros de Castilla-La Mancha hubiera personas distintas a las directamente relacionadas con la lidia.

A mi juicio, tenemos derecho a seguir acudiendo a una plaza de toros. Queremos seguir sintiendo la emoción que nos transmite el torero, capaz de doblegar la embestida de un toro que se resiste al dominio que trata de imponer el diestro con profesionalidad y valor. Algunos muletazos son auténticos carteles y si además se torea al natural, es decir con la mano izquierda, se alcanza el verdadero sentido del toreo.

El toro es símbolo de bravura, fuerza y belleza. Lo decía al principio, la razón de ser del toro bravo es su final. La emoción en una plaza de toros es ésta precisamente: la lucha de un hombre que con raciocinio es capaz de domeñar la embestida brusca de un animal.

Respetando y escuchando a los que piensan lo contrario, este aficionado seguirá acercándose a las plazas de toros, con respeto al torero por su labor y profesionalidad. Ah! Y seguiré observando al toro bravo como un animal de una belleza inigualable. Estamos ante un espectáculo único.

José Bono, ex ministro de Defensa y ex presidente de Castilla- La Mancha, es miembro del Cosejo de Estado.

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