Sin embargo, en la sentencia, a la que ha tenido acceso EL MUNDO, se explica que «las declaraciones de las víctimas deben reunir los requisitos que exige las jurisprudencia para poder dotarlas de la eficacia necesaria para desvirtuar la presunción de inocencia». Por este motivo, y al existir dudas razonables sobre la forma en que se produjeron los hechos, el tribunal ha aplicado el principio jurídico in dubio por reo (ante la duda, a favor del reo).

Este término se aplica cuando existen dudas por insuficiencia probatoria y, por tanto, los pronunciamientos del tribunal siempre favorecen al acusado. Entre las dudas recogidas en la sentencia se destaca «la tardanza de tres años en denunciar los hechos», así como que «resulta algo ilógico que las denunciantes, después de haber sido agredidas sexualmente por el acusado con el trauma consiguiente, volvieran al piso en el que vivía su agresor».

Además, la sentencia recoge que únicamente hay un dato que podría corroborar la agresión sexual a Isabel María, un desgarro vaginal, aunque añade: «Puede producirse por una relación sexual consentida como inconsentida y, en tal sentido, el acusado no niega esta relación y la citada Isabel María tampoco la desmiente».

De hecho, uno de los argumentos de la defensa de Ojiffor se basaba en que los desgarros vaginales de las víctimas eran producto del gran tamaño del pene de su defendido y fruto de relaciones consentidas. Para probarlo, solicitó una prueba pericial que consistió en la medición del miembro sexual del nigeriano.

Ayer, Ojiffor Akhadia salió de la Audiencia Provincial con la sentencia absolutoria en la mano, satisfecho por haber sido considerado inocente. «He estado en prisión por algo que nunca hice. Nunca he violado a una mujer, mi Dios me lo prohíbe».