D. U.
Matemático de profesión, Boris Berezovski siempre tuvo instinto calculador. Desde que estudiaba en el Instituto soviético de Ciencias del Control, hasta que su incursión en los negocios arrancó sobre ruedas gracias a la decadente industria automovilística soviética. Tras la caída de la URSS, Berezovski fundó la empresa Logovaz, creó un imperio de compraventa de coches extranjeros y se hizo de oro comprando decenas de miles de coches 'Zhiguli' (los famosos 'Lada') con una moneda, el rublo, que estaba al borde de la devaluación. Hacienda lo persiguió por ocultar la venta de 200.000 automóviles.
Hijo de un ingeniero de la construcción judío y una enfermera de pediatría, Berezovski descolló en medio de las salvajes privatizaciones poscomunistas, lo que le coronó como el sumo oligarca de la transición al capitalismo.
Maestro de la intriga política, habilidad que en los años 90 le valió el sobrenombre de 'Rasputín', Berezovski pasó de ser un 'cardenal gris' a la sombra del enfermizo presidente Boris Yeltsin, a convertirse en disidente político y enemigo del Kremlin en 2000, pese a que apoyó la candidatura de Vladimir Putin con sus medios. Suyo era el 49% de las acciones de la televisión ORT y del diario 'Kommersant'. En 1999, fue elegido diputado en la Duma (Cámara Baja del Parlamento), puesto que dejó airado un año después. Fue entonces cuando habló de la deriva «autoritaria» de Putin, al que criticó por negarse a firmar una paz con los separatistas chechenos (con quienes las autoridades lo han vinculado) y su actitud desafiante hacia los oligarcas.
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