Sábado, 14 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6327.
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 MUNDO
LA POLÉMICA INTERNACIONAL LA ACTITUD DESAFIANTE DE TEHERAN
Irán, inmutable
DAVID SEATON

La crisis de los soldados británicos, lejos de debilitar la posición iraní en el contexto internacional, ha servido para reforzar a una República Islámica que ya forma parte del selecto club de países que enriquecen uranio con fines industriales.

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«El mundo entero ha sido testigo de cómo Estados Unidos atacó sin razón alguna a Irak. Si los iraníes no intentasen construir armas atómicas estarían locos». Martin van Creveld, catedrático de Historia Militar de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Estados Unidos está realizando enormes esfuerzos para aislar, presionar e intimidar a Irán y es evidente que la República Islámica no se deja amedrentar. Con la crisis de los marinos británicos, Irán ha dominado los titulares de los periódicos y los informativos de televisión de todo el mundo a diario, consiguiendo que el tema de la conversación haya pasado del «qué vamos a hacer a Irán» al «qué va a hacer Irán». Con este sencillo recurso Teherán ha demostrado que puede emprender acciones importantes tanto en el plano militar como en el político cada vez que quiera, prolongarlas en el tiempo y dejar de hacerlas en el momento de su elección. Además, todo le ha salido muy barato, especialmente si se compara con la aprobación de resoluciones en Naciones Unidas -y su aplicación - y el mantenimiento de unas fuerzas navales enormes en el Golfo Pérsico.

Los marinos fueron puestos en libertad el Jueves Santo y el Lunes de Pascua, mientras decenas de miles de manifestantes iraquíes, seguidores de Muqtada al Sadr, el clérigo chií del que se rumorea que está bajo la protección de los ayatolás iraníes, tomaban las calles de la ciudad santa de Nayaf en lo que The New York Times ha descrito como «una manifestación extraordinariamente disciplinada» para exigir el fin de la presencia de las tropas norteamericanas en Irak. Los manifestantes quemaban banderas de Estados Unidos y coreaban «¡Muerte a América!». Casualmente la mani coincidió con el anuncio del presidente Mahmud Ahmadineyad de que Irán está enriqueciendo uranio a escala «industrial».

Si se estudia un mapa del sur de Irak, se observa que todas las carreteras que llevan desde Kuwait y Basora, la ciudad portuaria del Golfo Pérsico, a Bagdad y a otros lugares del norte atraviesan precisamente las zonas chiíes en las que al Sadr es capaz de movilizar a decenas miles de manifestantes disciplinados para gritar «muerte a América». Puesto que el transporte de la mayor parte de los suministros de las fuerzas norteamericanas se realiza por esas mismas carreteras en camiones conducidos por civiles, no es difícil imaginar lo fácil que le resultaría a al Sadr interrumpirlo. La presencia de Estados Unidos en Irak ha sido posible gracias al beneplácito de los chiíes. Las protestas del lunes demuestran que ese consentimiento está llegando a su fin. No cabe duda de que la aquiescencia de los chiíes no sobreviviría a un ataque norteamericano a Irán.

Otra de las cosas que ha hecho Irán aprovechando la crisis de los marinos británicos ha sido sondear la reacción de la opinión pública occidental ante un posible conflicto armado. Ha sido extremadamente tibia. Un sondeo, publicado por la revista Foreign Affairs Magazine, muestra que el apoyo a una acción militar contra Irán ronda el 8% en Estados Unidos. Probablemente, los únicos que todavía la apoyen con entusiasmo sean los sospechosos habituales: el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, y algunos derechistas israelíes... Quién sabe, a lo mejor es suficiente para que empiece una guerra, aunque posiblemente no sea bastante para terminarla.

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