El Parlamento iraquí se reunió ayer en sesión extraordinaria para dirigir «un mensaje claro» a los terroristas y reafirmar su adhesión al proceso político, un día después de que un suicida hiciera detonar su carga explosiva en la cafetería del edificio, ubicado en la Zona Verde de Bagdad, la más protegida de la capital.
El balance del atentado, reivindicado por una alianza de grupos suníes capitaneada por Al Qaeda, es de un muerto y 22 heridos, según fuentes estadounidenses.
Sin embargo, para las autoridades iraquíes, la cifra de fallecidos es de tres: el diputado confirmado por EEUU y otros dos cuerpos aún no identificados.
«El Parlamento, el pueblo y el Gobierno iraquíes vamos en el mismo barco. Si el barco se hunde, nos ahogamos todos. Somos un pueblo y ellos son una pandilla», declaró Mahmud Mashhadani, el presidente del Parlamento en un claro mensaje de unidad y rechazo a los que intentan «frenar el desarrollo político» del país del Golfo.
En el transcurso de la sesión extraordinaria, que duró dos horas y se desarrolló incluso en el tradicional día de descanso en Irak, se hizo un llamamiento a los estados vecinos a que les ayuden «a eliminar el terrorismo».
A pesar del espíritu de unidad que reinaba en el Parlamento, todos los asientos no estuvieron ocupados y los que sí lo estaban no eran demasiados. Sin embargo, no fue por desgana o rechazo, sino que unos 40 diputados no pudieron acceder hasta el edificio, debido a las draconianas medidas de seguridad que ayer se desplegaron en la zona verde, como desmedida reacción al atentado suicida que no se pudo evitar el jueves.
Silencio, Corán y flores
Los parlamentarios reunidos en el Pleno guardaron dos minutos de silencio en memoria de la víctima confirmada del atentado: el diputado Mohamed Awad, miembro del Frente Nacional para el Diálogo Iraquí, un pequeño partido suní.
El presidente Mashhadani pidió también a los allí presentes que leyeran al unísono unos versículos del Corán, queriendo dejar constancia de que la sesión extraordinaria tenía un carácter de «desafío» a los terroristas, pero también de «unidad» frente a cualquier escabroso avatar.
Un ramo de flores fue depositado en el asiento del parlamentario asesinado. «Esperemos que algo bueno salga de esta tragedia, que sea un paso hacia una mayor unión y que trabajemos juntos para servir al pueblo, con el fin de lograr la reconciliación nacional», comentaba ayer el diputado Safia Suheil, según informa el diario británico The Guardian.
«Claro que este atentado debería unirnos», precisaba el viceprimer ministro Barham Salih. «Y nos tendría que unir para enfrentarnos al diablo del terrorismo, un terrorismo que acaba de confirmar que es indiscriminado, pues tanto suníes, chiíes, kurdos y árabes sufrieron mutilaciones en el ataque a la cafetería», añadió Barham Salih.
Según informa la agencia Reuters, las autoridades iraquíes estaban bajo aviso de que, en cualquier momento, el Parlamento podía sufrir un atentado. Así lo subrayó ayer una fuente del Gobierno iraquí: «Teníamos en nuestro poder información de Inteligencia de que, antes o después, habría un ataque en el Parlamento».
A su vez, ayer se supo que la policía había detenido a tres trabajadores de la cafetería donde el suicida se inmoló a la hora del almuerzo, cuando múltiples diputados y personal del edificio se disponía a almorzar.
Otras fuentes de seguridad oficiales señalaban que no se descarta la posibilidad de que el suicida fuera un guardaespaldas de un miembro del séquito de un parlamentario suní. Pero incluso los agentes que vigilan el edificio están bajo sospecha. De hecho, un líder político suní declaró recientemente al enviado especial de The Guardian, Michael Howard: «Yo sé que en mi séquito hay infiltrados. Se está poniendo muy, muy difícil reconocer a la gente y saber seleccionarla».