Tiene muy difícil repetir el éxito del 2002 al frente de su partido trotskista, pero los sondeos y las evidencias mediáticas demuestran que se ha convertido en la figura predominante en la izquierda de la izquierda.

Será por sus 32 años y por su pujanza dialéctica. O será porque sus recetas programáticas representan el sueño de cualquier trabajador: contratos indefinidos (hasta la muerte), 30 horas de esfuerzo semanal, abolición del desempleo y tope salarial... para los altos cargos (4.500 euros). Besancenot exige la salida de la OTAN, ordena el cierre de las centrales nucleares y propone que Francia se abstenga de pagar su propia deuda, aunque muchas de sus ideas -la nacionalización de la economía- no harían sino aumentarla.