R. A.
Arlette Laguiller (París, 1940) comienza sus mítines entonando la Internacional y los finaliza llamando a la desobediencia cívica. Dice que Francia necesita una oleada de huelgas, movilizaciones y parálisis para subvertir el capitalismo impenitente.
Son las mismas ideas que defendía en 1974, cuando se convirtió en la primera mujer en la historia francesa dispuesta a conquistar el trono presidencial. Ahora lo hace por sexta y última vez con unas expectativas bastante menores -2% de intención de voto respecto al 5,72% que obtuvo en 2002- y con el propósito de afirmar la ortodoxia de Trotski en el siglo XXI.
Laguiller quiere un país donde esté prohibido el despido y donde la vivienda sea un derecho real. También sueña una Francia sin policías ni ánimo de lucro. Será en la otra vida, aunque haber leído y coleccionado las obras completas de Lenin no figura entre los méritos que dan acceso al paraíso.
|