R. A.. Corresponsal
PARIS.-
El riesgo de un atentado en Francia es real y verosímil. Lo ha dicho el ministro del Interior, François Baroin, escarmentado por los recientes atentados del Magreb y consciente de que la maquinaria de Al Qaeda ya ha participado en Londres y en Madrid para vengar la participación de Gran Bretaña y España en la Guerra de Irak.
Francia se abstuvo de hacerlo, pero el número dos de Bin Laden, Ayman Al-Zahawiri, divulgó un inquietante mensaje de fin de año para incluir a la patria de Jacques Chirac en la lista de objetivos amenazados.
No dijo explícitamente las razones. Ahora bien, la diplomacia francesa, beligerante contra Estados Unidos en el frente iraquí, presupone que las intimidaciones provienen de la presencia gala en Afganistán y del apoyo que el propio Chirac ha garantizado al Gobierno de Siniora en el Líbano.
El Ejecutivo ya había desplegado un aparatoso operativo de seguridad para prevenir el riesgo de un atentado en los comicios presidenciales (22 de abril y 6 de mayo), aunque los acontecimientos incendiarios de Argelia y de Marruecos han provocado una intensificación de las medidas. Entre otros motivos, porque el propio Nicolas Sarkozy, candidato del partido gubernamental al Elíseo (UMP) y ministro saliente de Interior, interpreta que la amenaza en casa proviene del Grupo Salafista por la Liberación y el Combate, responsable del último atentado sanguinario cometido en Argel el pasado miércoles (el balance se eleva a 33 muertos y 57 heridos).
Técnicamente, Francia se encuentra en el tercer grado de alerta sobre cuatro niveles posibles. Una preocupación que justifica las conexiones cotidianas entre Chirac, los ministros de Interior y Defensa, y el jefe del Estado Mayor, Jean-Louis Georgelin, quien ha dado instrucciones para redoblar la protección de los escenarios sensibles (estaciones, aeropuertos, comitivas electorales, líneas metropolitanas...).
La línea de prevención se corresponde con la intensa actividad en el ámbito policial y judicial. Francia ha sido el país de Europa donde más detenciones de islamistas se produjeron en 2006. Exactamente 139, superando los números de España (51) y convirtiéndose en la prueba de una verdadera red clandestina yihadista.
El último atentado islámico conocido en territorio francés se remonta al 3 de diciembre de 1996, cuando los terroristas del GIA argelino hicieron explotar una bomba en la estación parisina de Port-Royal. Murieron cuatro personas y resultaron heridas otras 170, aunque la gravedad del ataque también sirvió de excusa para endurecer las leyes antiterroristas.
Once años después, el riesgo de un atentado ha adquirido dimensiones evidentes. «La cuestión ahora no consiste en saber si habrá un atentado en Francia, que va a haberlo, sino cómo y cuando», señalaba ayer Alain Rodier, oficial retirado de la lucha antiterrorista y autor de un libro (Las conexiones internacionales del terrorismo), que pone en evidencia las ramificaciones de Al Qaeda en territorio europeo.
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