El estadounidense Paul C. Lauterbur fue uno de los investigadores que mejor ejemplificó la interdisciplinariedad de la ciencia: siendo químico, ganó el Nobel de Medicina por un trabajo basado en las propiedades físicas del átomo.
El prestigioso galardón se lo llevó en 2003, junto al británico Peter Mansfield, por desarrollar la resonancia magnética, una técnica de diagnóstico que en las últimas décadas ha revolucionado el mundo de la medicina. Este procedimiento, que se usa para averiguar qué ocurre en el organismo del paciente sin necesidad de intervención quirúrgica, permite localizar enfermedades en numerosos casos antes de que se hayan desarrollado por completo, y sus resultados son espectaculares en el diagnóstico de males neuronales como el Alzheimer o el Parkinson.
Además, la técnica es totalmente segura, a pesar de que su nombre completo, resonancia magnética nuclear, tiende a ser abreviado en todo el mundo para evitar que el enfermo piense que está siendo sometido a radioactividad. La realidad es que, al contrario que en otros procedimientos no invasivos, como las radiografías o las tomografías, el paciente ni siquiera sufre una leve radiación.
Lauterbur, que acaba de morir a los 77 años de un cáncer de riñón, fue uno de los primeros científicos en usar la resonancia magnética para estudiar la composición de moléculas y sustancias, aunque su principal aportación se produjo cuando empezó a probar este sistema con organismos vivos, empezando por una almeja.
El método se basaba en ciertas reacciones magnéticas que se producen en el núcleo de los átomos, descubiertas en los años 40. Lauterbur descubrió que las ondas de radio generadas por los núcleos en presencia de un potente imán podían usarse para crear imágenes, y fue el primero en usar esta técnica para fotografiar el interior de seres vivos desde principios de los años 70. A partir de la siguiente década, los instrumentos de resonancia magnética se extendieron por clínicas y hospitales de todo el globo.
Lauterbur, nacido en 1929 en el Estado de Ohio, se sintió atraído por las moléculas y sus reacciones desde niño, cuando ya pasaba horas fascinado con sus juegos de química. «Me atraía especialmente el olor putrefacto del ácido sulfúrico», confesaría años después.
Impulsado por esta vocación, se graduó en Química en el Instituto Tecnológico Case de Cleveland y se doctoró en esta misma disciplina en la Universidad de Pittsburgh. Tan sólo un año después, en 1963, obtuvo una cátedra en la Universidad Estatal de Nueva York, en la que se mantuvo hasta 1985. Desde entonces, permaneció en la Universidad de Illinois en Urbana Champaign, donde dirigió, entre otros proyectos, el laboratorio de resonancia magnética y estudió el origen molecular de la vida.
Paul C. Lauterbur, químico, nació en 1923 en Sidney (Ohio, EEUU) y murió el 27 de marzo de 2007 en Illinois (EEUU).