Sábado, 14 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6327.
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 OPINION
EL MUNDO QUE VIENE / ALEXANDER KOBAKOV
«Ningún intelectual occidental sería hoy de izquierdas si hubiese vivido bajo el poder soviético»
DANIEL UTRILLA

FUE TESTIGO DIRECTO DE LA 'GLASNOST' O TRANSPARENCIA INFORMATIVA DE GORBACHOV DESDE EL MITICO DIARIO 'MOSKOVSKI NOVOSTI'. A FINALES DE LOS 80 PREDIJO LA CAIDA DE LA URSS EN SU NOVELA 'SIN RETORNO' Y HOY ES UNA DE LAS PLUMAS MAS LUCIDAS, ORIGINALES Y RESPETADAS DE LA LITERATURA RUSA

PROFESION: Escritor y periodista / EDAD: 63 años / FORMACION: Licenciado en ciencias mecánico-matemáticas / CREDO: Mentir a los demás no está bien, pero de vez en cuando tiene sentido. Mentirse a sí mismo carece de todo sentido / AFICIONES: Escuchar jazz / SUEÑO: Sobrevivir a todos los seres cercanos que dependen de mí, y no vivir ni un día más a partir de aquél en el que ya no pueda trabajar

Cuando medita, sus cejas se doblan y arquean hasta adquirir la ondulación propia de un signo de interrogación. Una señal inequívoca de su adicción a la duda filosófica... En sus más de 30 años como periodista y escritor, Alexander Kobakov ha vivido los terremotos de Rusia siempre con el por qué grabado en la frente. Con una genial intuición predictiva que la crítica le reconoce y que él mismo teme, juega con escenarios futuribles que a veces se cumplen. Fue éste el caso de su primera novela, Sin retorno, que en 1988 le lanzó a la fama más allá del Telón de Acero (la obra se publicó en medio mundo) y le presentó como el escritor que predijo el derrumbe de la URSS. Desde entonces no ha podido quitarse el sambenito de profeta.

Su figura alargada como de somnoliento profesor decimonónico se desplaza con paso lento y seguro por la redacción del semanario Gudok, donde empezó como periodista en 1972. Bajo su estampa ocre se oculta una personalidad jovial adicta a la sátira que cultiva en casi todas sus novelas. Fue vicedirector del diario Moskovski Novosti, el rompehielos de la glasnost de Gorbachov, y en los últimos 10 años ha trabajado para Kommersant, una de los últimas cabeceras independientes.

PREGUNTA.- En Occidente se le considera un profeta desde que predijo el fin de la URSS en su libro Sin retorno. ¿Está de acuerdo con este apelativo?

RESPUESTA.- Yo no estuve entonces de acuerdo y ahora menos. Aquel libro tiene 18 años y llegó la hora de olvidarlo. Todo lo que imaginé en él, la variante grotesca de nuestro futuro, hace mucho que se cumplió, pasó y se olvidó. Es una obra antiutópica que ya se cumplió. No se trataba de una profecía, sino de mero espíritu de observación. El futuro siempre es visible en el presente. A nadie le sorprende si uno escribe una historia de amor. Nadie pregunta: «¿Cómo adivinó usted que las historias amorosas son así?». Porque todas las historias amorosas son parecidas entre sí. Lo mismo ocurre con el posible desarrollo de los sucesos en un país donde se destruye la sociedad y el régimen, algo por lo que Rusia ya había pasado antes.

P.- Pero aquélla no fue la única vez que acertó con una predicción...

R.- No se trató de una predicción, sino de una obra literaria. Para hablar sobre el futuro de Rusia hay que escribir una novela sobre el futuro de Rusia. En 1995 escribí El último héroe, donde acontecen sucesos en la Rusia del futuro, un futuro por el que ya hemos pasado. Desgraciadamente, cualquier literatura auténtica tiene este componente mágico. Cuando a mí me preguntan por qué se cumple lo que usted escribe, me aflijo... Probablemente existe un componente mágico que se da cuando de la literatura surge la vida. Tengo miedo de escribir sobre mí y por eso nunca mato al héroe.

P.- La periodista Anna Politkovskaya [asesinada en octubre de 2006], decía que Rusia se encamina hacia el fascismo...

R.- No puedo estar de acuerdo con esa opinión por varias razones. Primero porque a mí me parece que el término no se utiliza correctamente. El fascismo es un fenómeno específico italiano. No pienso que aquí pueda pasar algo de este tipo. Nosotros no tenemos ese pasado de Roma al que apelaba Mussolini. En Alemania no hubo fascismo, sino nazismo. Es un fenómeno completamente diferente. Y en España había franquismo. Si nos referimos al autoritarismo como método para dirigir las sociedades, sí, en Rusia existe. Hay una propensión hacia el autoritarismo. Una predisposición histórica. En cierto sentido, los métodos autoritarios se utilizan parcialmente en la Rusia actual. El gobernante autoritario goza de apoyo entre los rusos. Pero para mí es mucho más importante que la organización formal democrática hasta qué grado es ilustrado el poder. Yo pienso que el problema principal de la Rusia actual no es la amenaza del autoritarismo como tal. El problema principal de Rusia -y esto es algo de lo que estoy completamente seguro- es la corrupción monstruosa. Eso es lo que arruina a diario a la sociedad y puede destruirla hasta sumirla en un estado anárquico sin poder.

P.- Usted ha dicho que «internet puede matar a la literatura».

R.- Sí, claro. A la literatura, como a cualquier otra actividad intelectual o espiritual en cuya valoración no primen los criterios cuantitativos, sino cualitativos. ¿Quién puede decir si un libro es bueno o malo? Solamente el experto. No se puede calcular en metros o en kilos. Esos expertos son redactores, editores, críticos literarios... La literatura existía dentro de un espacio limitado. Tenía límites y estas fronteras estaban deteminadas por expertos. internet es absolutamente libre. Una persona escribe un texto, aprieta dos botones y su artículo ya está publicado con tirada ilimitada. Ya no hay criterios. La etapa de los expertos desapareció y esos textos son accesibles para todos. Yo no tengo una opinión muy buena sobre el gusto del auditorio masivo, porque de esta manera se rebaja el gusto literario. Nadie lo cuida.

P.- ¿Cree en una concepcion cíclica de la Historia? En ese caso, ¿cree que puede sobrevenir otra revolución en Rusia?

R.- En la Historia moderna, el mundo oscila entre las ideas de izquierda y de derecha. Cuando se inclina un poco más hacia la derecha, entonces vuelve a virar hacia la izquierda. Y al contrario. Rusia ahora es uno de los países más derechistas de Europa, tanto por el estado de ánimo de la gente como por el sistema del poder. Y es razonable pensar que oscilará hacia la izquierda. Pero yo espero que este movimiento hacia la izquierda pase sin una revolución, como pasa sin revolución en otros muchos países civilizados. Yo espero morirme antes de que se produzca este movimiento hacia la izquierda -y, de hecho, lo más probable es que no viva hasta entonces-, porque no comparto en absoluto las opiniones de la izquierda, a diferencia de la mayoría aplastante de los intelectuales occidentales. Ellos son de izquierdas porque vivían en países donde era más que improbable la idea de que la izquierda venciera completa y definitivamente, como se decía antes. Ni un solo profesor de izquierdas de la Sorbona tiene la experiencia de haber vivido bajo el poder soviético; de lo contrario, no estoy tan seguro de cuál sería su ideología actual.

P.- Hace dos años, en España el Gobierno retiró la última estatua de Franco, lo que levantó bastante polémica. En Rusia parece que las figuras del pasado rojo y blanco conviven en mayor armonía...

R.- No lo creo. Unos y otros existen como símbolos de grupos contrapuestos. Desgraciadamente, no hubo ninguna reconciliación en Rusia. Unos entierran los restos del general blanco Denikin con el apoyo del Estado y exigen que entierren a Lenin; otros exigen dejarlo en su lugar y reubicar la estatua de Dzerzhinski [fundador del KGB]. El único sector de la sociedad donde se adoptó conscientemente una actitud reconciliatoria fue el gubernamental. Debido a mi visión monárquica del mundo, yo no pienso que sea posible esa reconcilliación. Los monumentos a los enemigos -no digo ya políticos, sino simplemente bandidos- son un insulto a nuestra Historia. A Putin le preocupa que pueda haber levantamientos masivos de la población orientada hacia el comunismo. De no ser así, a Lenin lo podrían haber retirado hace mucho.

P.- Muchas novelas suyas son sátiras. ¿Es el humor el mejor medio para buscarle las cosquillas al poder?

R.- El humor no es un género independiente. Es una cualidad, no es un instrumento. Es el modo de relacionarse con la vida. La ironía es una cosa seria... Alguien dijo que «el humor es el camino de vuelta para el hombre que se acercó a los bordes del abismo». Probablemente sea así. Yo creo que la ironía se da cuando el hombre se acerca a los bordes del abismo, se para y escupe en él. La ironía es una denominación delicada del cinismo.

P.- Durante la Guerra Fría, EEUU decía que la URSS era el imperio del mal. ¿Está de acuerdo con esta visión?

R.- Aquél fue un imperio del mal muy extraño. Los que no vivían en él, lo identificaban así. Pero si todos los rusos hubiéramos sido algo así como diablos rojos, el imperio del mal no habría sido destruido. La URSS fue el único régimen totalitario que se destruyó desde dentro, que se vino abajo por sí solo. No como consecuencia de una derrota en una guerra, ni como resultado de la destrucción del hermano mayor, como fue el caso del régimen comunista en Polonia, Checoslovaquia o Bulgaria, que se desmoronaron porque empezó a desmoronarse el régimen en la URSS.

P.- En la Rusia actual no hay pluripartidismo.

R.- No hay partidos, hay un poder gubernamental formalizado a través de un solo partido, que no puede considerarse una organización democrática política. Pero ahora en Rusia se da una situación extraña: no hay democracia pero hay libertad. Al menos una libertad determinada. Es extraño...

P.- ¿Existe libertad de expresión?

R.- En cierto sentido sí. Pero considerablemente limitada. Todavía hay libertad individual. Yo soy libre de leer y escribir lo que quiera. Y tarde o temprano encontraré dónde publicarlo. En una u otra editorial, o en internet, o en el extranjero. Y a mí no me van a perseguir. Hay libertad en la conducta personal: se puede viajar a donde se quiere, vivir como se quiere. Eso es esencial. Pero si hablamos de la prensa libre tal y como la entendíamos en los años 90, ya no existe. Aunque yo en general no creo mucho en la libertad de la prensa. No entiendo muy bien a qué prensa se puede llamar libre. Si la prensa pertenece a un propietario privado, no está completamente libre de sus deseos.

P.- Pero en otros países se puede elegir entre prensa de una u otra tendencia...

R.- Aquí todavía se puede elegir también, aunque no mucho. Existe una influencia fuerte del poder. Ahora el orden socio-político en nuestro país no es democrático, claro. Pero para mí es muy esencial que la gente tenga libertades personales.

P.- ¿Qué piensa del envenenamiento del ex agente ruso Alexander Litvinenko?

R.- Me parece ridículo pensar que eso lo hizo el FSB [Servicios Federales de Seguridad] por la orden personal de Putin. Debe haber oscuros vínculos semicriminales... ¿Por qué lo tuvieron que envenenar con un método tan complejo, con polonio? Lo más lógico es presuponer vinculaciones con el mercado negro de polonio y que el envenenamiento fue un accidente. Pero no se puede asegurar nada porque no hay ninguna prueba. Los británicos no encontraron absolutamente nada. A propósito, lo mismo ocurre con el asesinato de Anna Politkovskaya. Usted sabe que a Putin lo acusaron de ser un cínico terrible cuando dijo aquello de que para el Kremlin viva era inofensiva y muerta no es rentable. Sí, esa declaración es cínica, pero lógica. Y por eso nada está claro con la muerte de Politkovskaya. Todo es oscuro, complejo... Podría incluso tratarse de una historia completamente casual. O puede que no. En cuanto a Litvinenko, él era un ex oficial común y corriente de los servicios secretos, que constantemente trataba de meterse en historias para llamar la atención. Tenía contactos con los mismos ex-agentes del FSB. Parece evidente que se dedicaban a asuntos no muy legales. Lo digo porque la desgracia más grande de nuestro país no es el autoritarismo, no es la pérdida de instituciones democráticas, sino la corrupción.

P.- ¿Es el absurdo una magnitud constante en Rusia?

R.- ¡Sííí! Sí. Sí. Claro. Pero ahora el problema más grave de Rusia no es psicológico, ni intelectual, sino el problema de la organización racional de nuestra vida. Todos roban. Y eso se hace con los objetivos racionales.

P.- Usted tiene formación científica. ¿Cree que se pueden aplicar las leyes de la ciencia al estudio del ser humano, del alma humana?

R.- Hay ciencias que se dedican a esto, como la psicología. Pero creo que, tarde o temprano, chocan contra un muro. Y, a propósito, los científicos que llegaron más lejos en el camino del entendimiento del hombre, los que más se acercaron a este muro, eran personas creyentes. Cuanto mejor conoces las leyes científicas sobre la existencia del mundo y la Humanidad, más profundamente empiezas a creer en la existencia del creador.

P.- Usted dice que la vida contemporánea es «diabólica».

R.- Resulta evidente que en los últimos 40, 30, 20 años, de forma creciente, en todo el mundo civilizado, en todo el mundo eurocristiano, se destruyen los valores morales y culturales tradicionales, así como toda clase de costumbres y tradiciones. Decir que la vida contemporánea es diabólica es lo mismo que decir que no está organizada según los mandamientos de Dios. Y eso es evidente. Desde mi punto de vista eso es un indicio de la grave enfermedad de la civilización eurocristiana.

P.- Algunos analistas afirman que debido a su tendencia hacia el unipartidismo y la centralización, Rusia se está convirtiendo en una especie de URSS pero sin comunismo...

R.- Una Unión Soviética sin comunismo es un sinsentido. Eso es como decir vino sin alcohol. Sin sentido y sin sabor. La Unión Soviética fue un país comunista. Si quienes afirman eso se refieren al imperio ruso que existía antes de 1917, desgraciadamente eso es imposible. Siento mucho la descomposición de aquel imperio. Creo que los imperios fueron el método más natural y menos doloroso de adaptarse al globalismo. Los imperios fueron las cunas del globalismo.


LA CUESTION

- En España, la izquierda y la derecha siguen enzarzadas en cuestiones de memoria histórica... ¿No ocurre algo parecido en Rusia?

- No creo que el conflicto que se da en España sea tan agudo como aquí. Es difícil que en España tuviera lugar una nueva guerra civil. Pero en Rusia este riesgo es más alto. Los españoles tienen un factor desde mi punto de vista esencial que les protege de la guerra civil: la monarquía. En los países donde se conservó el régimen monárquico, o por lo menos donde existía la posibilidad de su restauración, como en España -posibilidad que no existe en Rusia-, no hubo ni fascismo ni comunismo. En Inglaterra, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, existían estados de ánimo muy fuertes prohitlerianos, entre los aristócratas, entre los intelectuales, entre la gente influyente. Pero allí existía la monarquía. Escandinavia, Inglaterra y otras naciones tuvieron mucha suerte. Sin la Corona, España no habría salido tan rápidamente del franquismo.


«Siento nostalgia de la época en que los hombres llevaban sombrero»

Creo que recoge gatos por la calle...

- Siento por ellos un enorme amor. En mi casa viven ocho gatos y tres perros.

¿Siente nostalgia del periodo soviético?

- Sólo una nostalgia estética. Por el gran estilo. Yo, en general, siento nostalgia estética por los años 40 y50, por la época en la que los hombres llevaban sombrero.

¿En qué época le habría gustado vivir?

- Me parece que para vivir en una época que te satisfaga completamente habría que vivir en otro lugar, en otro tiempo, y 40 años máximo. Existió un periodo perfecto en Rusia, entre 1906 y 1913; o en EEUU en los años 40-50, aunque también fue un periodo muy corto.

¿Tolstoi o Dostoyevski?

- Dostoyevski. Tengo que decir que aprecio altamente a los escritores poco conocidos en Europa, como Gogol. Mi ídolo es Bunin. Me da lástima que en Europa casi no conozcan a Bunin, pese a que recibió el Nobel y se traduce facilmente. A Gogol no. Gogol casi es intraducible. Bunin era un estilista muy bueno. Escribía sobre el amor.

¿Ha sido para usted el periodismo una buena escuela para la literatura?

- El periodismo y la literatura son profesiones completamente diferentes.El periodismo es una buena escuela para el hombre. Le permite conocer mucho sobre la gente y sobre sí mismo. Porque el periodismo es una profesión poco honrada... Creo que puedo decirlo después de haber trabajado 35 años. No cultiva en el hombre las mejores cualidades humanas, sino al contrario; está relacionado con la conducta humana. En cambio, la literatura guarda relación con el alma humana.

¿Contra qué escribe?

- Yo no puedo decir que constantemente escriba contra lo mismo. Cada vez contra algo diferente. Por ejemplo, en mi última novela Todo es remediable escribo contra la traición. Pero siempre intento liberarme de algo.

¿Tiene algún hobby?

- Ninguno excepto la literatura. Yo no entiendo a la gente que colecciona sellos. Eso significa que están aburridos. Yo no me aburro. Por ejemplo, me gusta el jazz.

¿Por qué nunca militó en ningun partido?

- No me gusta la política. Sé cuál es su precio porque soy periodista. Y no pienso que dedicarse a ella sea algo digno para un escritor.

A usted le gusta practicar en sus novelas los juegos futuristas, al contrario que en Europa donde está de moda la novela histórica que mira al pasado..

- Yo no escribo novelas históricas porque yo no sé trabajar con las fuentes, no soy un hombre de biblioteca, aunque he vivido tanto tiempo que puedo escribir novela histórica a partir de mi propia memoria.

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