Torrehandilla / Daniel Luque, Agustín de Espartinas y Oliva Soto.
Seis novillos de Torrehandilla bien presentados y de poco juego en conjunto. El mejor fue el sexto.
Daniel Luque: vuelta tras petición y saludos tras aviso. Agustín de Espartinas: palmas y silencio. Oliva Soto: silencio tras aviso y saludos.
Plaza de la Maestranza, dos tercios.
SEVILLA.- Tres novilleros de Sevilla en el cartel y una entrada excelente para la ocasión. El tiempo no acompañó y los novillos tampoco. La terna buscó el triunfo y no se cortó ninguna oreja, aunque entre el presidente y la espada se llevaron alguna. La sensación es que Daniel Luque tiene fibra de torero, mucho oficio y ganas de triunfo. Para Agustín de Espartinas la tarde fue de silencios. No tuvo ninguna suerte en el sorteo, pero mostró algunas carencias. Oliva Soto buscó el toreo de arte y lo encontró al final, pero no acertó a rematar con la espada.
Daniel Luque tomará en pocas fechas la alternativa. Se lució más con el capote en el cuarto en los lances de recibo; las verónicas del primero resultaron siempre enganchadas. La faena al que abrió plaza la cimentó en la mano derecha. Los muletazos fueron desiguales, aunque dejó bien colocada la franela para intentar ligarlos. Luque tiene el oficio bien aprendido. Los remates de pecho fueron soberbios. En esta faena faltó toreo con la izquierda y algo de rotundidad. Se entregó en la estocada y la petición pareció suficiente, pero el palco ne negó.
Lo más meritorio de su tarde llegó en el cuarto. Dominó con su poderosa muleta a un toro remiso. Siempre bien colocado, Luque tiró del novillo y dejó la muleta en la cara. El de Torrehandilla acabó como si fuera bueno. Esta vez no acertó con la espada y perdió un trofeo seguro.
Lo que ayer le pasó a Agustín de Espartinas es verdadera mala suerte. Se fue a portagayola en el segundo en una evidente demostración de ganas de triunfo.
El segundo novillo era una alimaña por el lado izquierdo. Por el derecho se rebricó siempre. Su faena fue simplemente voluntariosa. Menos suerte aún con el quinto. Fue manso y se fue a la solanera. Admitió algunos muletazos sobre la diestra y acabó rajado en tablas.
Oliva Soto tiene un concepto del toreo muy claro y poco frecuente en estos tiempos. Es un artista que busca siempre la estética. Apenas se pudo apreciar este toreo con el capote. Siempre dio un paso atrás y la verónica perdió calidad. El tercero lo cogió hasta cuatro veces.
Con el que cerró plaza vimos a este joven torero en su verdadera dimensión. Se dejó el novillo y Oliva Soto demostró que es artista y que tiene ganas. Ha mejorado su técnica, ahora toca bien las embestidas y las embarca con largura, pero además le pone a cada pase su acento calé. De esta forma logró tandas muy hermosas con la derecha que remató de forma brillante con los de pecho. Ya al final, una tanda de naturales sentidos fueron el colofón perfecto de su faena. Al final, todo quedó en una ovación por el fallo a espadas.
Todo esto ocurrió con una plaza que registró una gran asistencia de público y un tiempo tan poco taurino como los manifestantes que quisieron estropear, sin conseguirlo, el pasodoble de la novillada.