FRANCISCO CABEZAS
BARCELONA.-
Daniel Sánchez Llibre ya puede volver a recoger las gafas y acomodarse. La madrugada del viernes, el presidente blanquiazul las tuvo que dejar a buen recaudo para dar saltos junto a los incondicionales que le esperaban en el aeropuerto de El Prat. El Espanyol hacía pocas horas que acababa de certificar su pase a las semifinales de la Copa de la UEFA, algo que no conseguía desde hacía 19 años. Por lo que la clase de aerobic del presidente, sin tener en cuenta su discutible valor estético, estaba más que justificada.
El campeonato liguero, con la salvación ya en el bolsillo, no da para tanto ajetreo. Por mucho que el técnico del Espanyol, Ernesto Valverde, se esmere en concienciar a su plantilla de que la Liga todavía les puede deparar una última alegría -los puestos europeos quedan a seis puntos-, el caramelo que realmente entusiasma ahora a los futbolistas tiene envoltorio alemán. El Werder Bremen visitará Montjuïc en once días, y todo lo que se haga hasta entonces se hará con vistas a este convite. «Pero no quiero tirar las jornadas que restan porque nos jugamos mucho», recordó ayer el técnico.
Sabe Valverde que no es momento de exprimir a su once de gala, así que en su reencuentro con San Mamés y el Athletic (17.00 horas, PPV), el extremeño tiene previsto alinear hasta ocho futbolistas diferentes respecto al equipo que sudó sangre el pasado jueves en Lisboa. Con Chica y Moisés fuera de la lista por descanso, y Tamudo en la enfermería, podrían incorporarse al once titular Velasco, Lacruz, David García, Costa, Jônatas, Rufete y Moha, además del portero Kameni, titular en la Liga en detrimento del nuevo héroe del espanyolismo, Gorka Iraizoz.
El Athletic, que la pasada jornada salió de los puestos de descenso, cuenta con las bajas de Ustaritz y Javi Martínez.
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