Cualquiera diría que seguimos en marzo de 2004. A sólo mes y medio de las elecciones, los estados mayores de los dos grandes partidos, PSOE y PP, sonaban esta semana, tanto en sus acusaciones como en su defensa, como un disco rayado de hace tres años.
«El PP miente como mintió del 11 al 14 de marzo de 2004», afirmaba el jueves el secretario general del PSOE, José Blanco. «El PSOE utilizó la masacre para ganar las elecciones y ahora quiere volver a utilizarla para no perderlas», respondía el viernes el secretario general del PP, Angel Acebes.
No improvisaban. Leían sendas declaraciones de sus ejecutivas, lo cual aumenta la gravedad de sus acusaciones. La Ser, como el diario El País y otros medios de PRISA, dieron por buena de inmediato -la habían adelantado de hecho- la versión socialista. El día en que la rebatan tocarán a gloria todas las campanas de la villa.
La Cope dio por buena la versión popular sin quitar ni una coma a la versión de Acebes. En Radio 1, Onda Cero y Punto Radio las voces se dividieron según el pesebre -perdón, la ideología-, el pudor y la imparcialidad de cada tertuliano.
«Blanco sólo puede decir eso por electoralismo o por rencor», comentaba Fernando Onega, uno de los escribas más sensatos desde sus columnas en Arriba en los estertores de la dictadura. «Como si el PSOE hubiera obtenido del Juicio del 11-M todo lo que necesitaba: la fulminación del PP».
«Tres años después, el PSOE va a intentar repetir el efecto del 11-M», afirmó Federico Jiménez Losantos en la Cope. «Al PSOE le sobran el tribunal y los jueces», sentenciaba José Antonio Vera en Onda Cero. «Los culpables son cuatro dirigentes del PP y ya están condenados».
«El PSOE se ha equivocado, pero el PP ha abonado esa estrategia con otra estrategia equivocada», añadió Nicolás Redondo Terreros en la misma cadena. ¿Equivocada? Tal vez, pero muy rentable. Es una opinión compartida por otros muchos que están hartos de las mentiras de unos y de otros, aunque como en la granja de Orwell, unas son mucho más graves que otras.
Esta confrontación en la política se ha trasladado hace mucho tiempo a las principales emisoras. En Onda Cero, Casimiro García-Abadillo, director adjunto de EL MUNDO, por poner un poco de orden en la locura, tuvo que defenderse esta semana de insultos de José María Calleja muy parecidos a los de José Blanco contra el PP.
La siempre rigurosa y moderada Consuelo Alvarez de Toledo tuvo serias dificultades el viernes en Radio 1 para defender, frente a Enrique Sopena, que la renuncia de dos concejales del PP en el País Vasco a presentarse el 27 de mayo por las amenazas de Batasuna es noticia, como decidió EL MUNDO el viernes, merecedora de portada. «Hay personas que creen tener el monopolio de la paz y que los demás sólo decimos mentiras», decía Sopena.