Domingo, 15 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6328.
CRONICA
 
ENFRENTAMIENTO / UN AYUNTAMIENTO CONTRA LOS «INVASORES» 'HIPPIES' / En los tres poblados viven 500 personas l No todos los niños están escolarizados l Dos han muerto esta semana l Los caminos, intransitables, quedan bloqueados por desprendimientos l La droga es ahora un negocio
EL EX PARAISO 'HIPPY' GRANADINO
VISITA CLANDESTINA AL ASENTAMIENTO QUE NACIO HACE 20 AÑOS. Y EN ESTO HA ACABADO
AURORA G. MATEACHE. ANIBAL MALVAR

Bienvenidos al paraíso hippy de Beneficio, un bosque umbrío de cuento de hadas y gnomos en las estribaciones alpujarreñas de Sierra Nevada. Aquí no rigen las reglas sucias del capitalismo. Aquí vivimos desde hace dos décadas más de 200 hippies en amor y paz y en comunión con la naturaleza. Por eso cada año nos visitan cientos de hermanos. Por eso tenemos en este rincón apartado de Granada uno de los asentamientos hippies más conocidos de Europa. Aquí están prohibidos el alcohol, la electricidad y las fotografías. Y los periodistas. Los periodistas que quieren entrar para husmear en nuestro dolor. El dolor por la muerte de cuatro hermanos en apenas seis horas... Es el mayor campamento hippy de la Península, hace tiempo que se rompió el ideal de «paz y amor».

Siete de abril. 22.30 horas. El infierno. Una furgoneta del campamento estalla. En el incendio fallecen dos mujeres -una de ellas embarazada- y una niña de año y medio. 8 de abril. 02.00 horas. Una pareja de húngaros traslada a su bebé enfermo al centro de salud de Orgiva. El niño, con un mes y cuatro días de vida, ingresa cadáver. Muerte séptica: así se llama a la que se produce por infección generalizada. Los médicos que lo atienden observan síntomas de abandono. La septicemia se puede producir a partir de una simple caries, de una herida mal curada. No es habitual que un niño con cuidados normales sea su víctima. Pero en Beneficio nada es normal.

En Beneficio, el más famoso de los 12 ó 13 paraísos hippies que quedan en España, viven unos 40 niños. Quizá 60. Nadie sabe. Allí, en el corazón del nomadeo, no hay oficina censal. Cada uno va a su aire. Los tienen escolarizados o no. Atendidos por médicos o por sus propios curanderos. Sin cartillas de vacunación. Sin pediatras. Los papeles, los títulos universitarios, significan poco. Si hacen falta porque la Interpol te tiene en busca y captura, se compran. Como Giovanni, siciliano que llegó hace un año. Su pasaporte falso le costaría entre 120 y 140 euros. Pero es colega del falsificador. El siciliano es quien lleva a los dos periodistas a comprar marihuana, la coartada para entrar en Beneficio.

-Allí podéis comprar toda la marihuana que queráis.

Como los periodistas están vetados, se han presentado como músicos callejeros. La historia cuela: Crónica se puede quedar cuanto quiera e indagar en qué condiciones viven los niños en Beneficio.

Un kilómetro de distancia mide el camino de tierra bombardeada que conduce de la carretera secundaria al campamento. La lluvia y el barro atascan el coche. Viejos hippies con pocos dientes se acercan a ayudar y a pedir porros.

-¿De dónde eres, chica?

-De Madrid, ¿y tú?

-Antes era ciudadano del mundo. Ahora lo soy del universo.

Se oye un ruido proveniente de la montaña. Un alud de tierra vertical invade aún más el camino cabrero. Si la lluvia sigue cayendo, la montaña amenaza con sepultar el coche atascado y la casa del inglés que vive a los pies de la ladera.

Giovanni nos presenta a Rafa, que viene caminando desde Cañar. Dos horas a pie. Él lo prefiere. El humo de los coches ensucia su tierra, su aire, su paraíso. Rafa es uno de los cuatro propietarios de las 40 hectáreas del campamento hippy de Beneficio. Desde hace 20 años, cientos de espíritus imbuidos del credo de la paz y el amor universales han convertido este paraje en un lugar mítico en el que gustan detenerse camineros de todo el mundo en su ruta azarosa hacia ninguna parte.

Rafa es el hombre al que buscamos. Él organiza conciertos y puede dar trabajo al periodista trasmudado en músico callejero para la ocasión.

-¿Y tú también tocas, niña?

-No, yo sólo soy su novia.

-¿Y qué haces?

-Yo escribo. Llevo un diario.

Vuelve a colar. Ya hay una libreta en la mesa. Rafa -en su vida anterior Rafael Lozano, 45 años, turolense, divorciado y con dos hijos de 16 y 18- nos invita a su cabaña. Hay suerte: no sólo es uno de los capos, dueño del terreno donde deja acampar libremente a los hermanos. Es uno de los tres testigos del incendio de la furgoneta. Dice que sacó con sus manos uno de los cadáveres. Pasó esa noche en el cuartelillo por enfrentarse a la autoridad.

-Aquí estamos en el Tercer Mundo. Se incendia una furgoneta y la policía no se atreve a entrar porque tienen miedo, los bomberos tardan una hora en llegar y se les acaba el agua de la manguera... Y luego, la ambulancia, tres horas. Tuvo que salir la chica desnuda medio en llamas a la carretera para que la pararan. Por eso voy a por el hijo de puta del alcalde.

El alcalde de Orgiva, Adolfo Martín Padial (PP), ha transgredido las leyes de Beneficio. Tras la muerte de los dos niños, se ha presentado allí con un enjambre de periodistas.

-Todo lo que están escribiendo es mentira. Dicen que los hemos echado a pedradas. Aquí nadie ha tirado una piedra.

Giovanni se ríe. Hace apenas media hora se ha jactado de haberse unido al ejército hippy de apedreadores de plumillas. Rafa se calla. En el mundo ideal no cabe ni siquiera la violencia contra los periodistas. Las siguientes 24 horas le quitarán la razón. Ahora está demasiado ocupado en batallar contra el alcalde. Sabe que le quieren echar de allí con la disculpa de los niños muertos. Pero él tiene un plan para salvar su paraíso. No sólo se va a enfrentar al alcalde. También declarará la guerra a los traficantes. Los que están destruyendo su edén alpujarreño.

Al día siguiente hay mercado en Orgiva. El líder de Beneficio va a aprovechar que estarán allí los hermanos de Cigarrones y Morreón para reunir a las tres familias y buscar defensas contra el asedio al que va a someter a los hombres libres la civilización hipócrita con la excusa de las dos muertes.

El Morreón está al sudoeste de Orgiva. Cigarrones al sudeste. En los tres poblados hay cerca de 500 personas. En Orgiva hay censadas 5.600 de 40 nacionalidades. Entre los dos mundos hay una brecha: «Ni la gente del pueblo va allí ni ellos son muy tolerados por los del pueblo», dice el alcalde oficial.

- ¿Cuántos niños puede haber entre los tres asentamientos?

- No se sabe.

GUERRA DE COMPETENCIAS

La Junta de Andalucía ha criticado implícitamente al alcalde popular por el descontrol sobre los menores de los campamentos. Las competencias están transferidas al Ayuntamiento. Las autoridades regionales han exigido, tras la tragedia del sábado, un informe urgente al consistorio para conocer la situación de los niños nómadas, invisibles para la administración. Al otro líder político del pueblo, al extraoficial, a Rafa, el alcalde in pectore de las hadas y los gnomos marihuaneros, también le preocupan los niños.

-Sé que ahora, con lo que ha pasado, van a venir a por los niños. Si nos los quitan, ya no hay pueblo.

Para Rafa, Braveheart encuerado de metro y medio y rastas bajo la gorra capitanera de falso cuero, el asentamiento es un pueblo como cualquier otro, pero con otras reglas. Sueña con salvar su mundo ideal sustentado en el amor a la tierra y el respeto entre hermanos. Muchos comparten su quimera y asumen su liderazgo. Rafa camina por su poblado como Asterix por su bosque de jabalíes. Cada trecho, su caminata es frenada por sus inquilinos. Salen de la maleza como fantasmas del bosque animado. ¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Nos van a echar de aquí? Otros tienen preocupaciones más peatonales: una gotera, un marido infiel... O incluso inquietantes. Como Jan, un belga a quien su vecino acaba de amenazar de muerte dejándole una nota bajo la puerta. Jan mide 20 centímetros más que su protector, tiene los hombros el doble de anchos y 10 años menos. Pero asiente como un niño que ha escuchado la penitencia: tendrá que denunciarlo a la Guardia Civil. Al Braveheart libertario también, de vez en cuando, le viene bien la Guardia Civil.

-Pero esto es tu propiedad. Tú no sacas nada de esta gente. ¿Qué te motiva para hacer todo esto?

-Ayudar a los demás. Lo que no conseguí hacer con mi familia.

Llueve camino de la cabaña de Braveheart. No se ven niños. Jóvenes de todas las nacionalidades patean los senderos con bolsas de naranjas. Los niños quizá están en la escuela. Aunque no todos. En el pueblo de Cañar hay 30 hijos de Beneficio escolarizados más o menos regularmente. En Orgiva, tres. Faltan niños. Manuel Rodríguez Jiménez es director de la escuela del pueblo. «No tienen problemas de adaptación. El 20% de los niños que hay aquí son extranjeros, y ya están acostumbrados a convivir».

-Pero ¿tienen papeles?

-Les pedimos un certificado de residencia nada más. Pero a los que no lo tienen tampoco les vamos a echar. La educación es obligatoria. Lo importante son los niños.

En el patio del colegio San José de Calasanz unos 15 niños esperan al profesor de gimnasia.

-¿Conocéis a algún chaval de Beneficio?

-¿De Beneficio? Ni idea. Yo no sé si son de un sitio o son de otro.

No hay problemas de integración. Ni de asimilar comidas. Algunos de los niños hippies comen verde. El colegio hace comida vegetariana para ellos.

Treinta matriculados reciben clases en Cañar, la población más cercana a Beneficio. Allí, un 70% de los alumnos proviene de los campamentos. Niños nómadas.

Eso es lo que quiere Rafa para sus hijos del amor. Aunque no en centros oficiales. En Beneficio también hay escuela, pero sin vida. El capo nos enseña las instalaciones, listas para ser utilizadas. Para Rafa, dos estanterías con 20 libros conforman una biblioteca. Las dos presuntas aulas no superan los 20 metros cuadrados. No hay sillas ni mesas ni vidrios en las ventanas, sólo dibujos en las paredes. Faltan también los maestros. Viven a unos metros de la escuela, pero no la pisan.

-¿No quieren ejercer?

-Sí, ellos sí. Los que no quieren son los de abajo.

Los de abajo viven bajo el sueño de Rafa. Tienen las mejores tiendas. Pueden proporcionar cargamentos de marihuana de hasta 500 kilos si se avisa con algunos días de antelación. Algunos se electrifican ecológicamente con paneles solares. Trabajan por internet y tienen en sus tiendas televisiones de plasma. Se hacen llamar chamames. Son los más rígidos a la hora de las prohibiciones, sobre todo con el alcohol. Pero reciben un turismo europeo que acude exclusivamente a Beneficio a cargar el maletero del coche: de 100 a 500 kilos de marihuana que luego venderán cinco veces más cara en sus países (aquí vale 1,8 euros el gramo). Los chamames visten moda hippie de Coronel Tapioca. Son los enemigos que Rafa tiene dentro. Si hay escolarización y orden, no hay negocio.

-Si los maestros dan clase, hay educación. Y ellos no quieren que haya educación porque quieren controlar a todos con la droga.

No sólo los futuros profesores -quizá con título, quizá sin él- ceden al chantaje. Una niña de 12 años, rubia y alta, juega con las rastas de Rafa. Su mirada no se fija en ningún punto. Pero su juguete se le escapa. Se marea para mantener el equilibrio. Tiene que escupir. Un hilo de baba interminable que no llega nunca al suelo. Nadie la atiende.

Su madre es artesana y está embarazada de su tercer hijo. Nos enseña su casa, pequeña pero con suelo de madera y chimenea. Es de las pijas de Beneficio. Sus vecinos son los húngaros, padres del bebé muerto por supuesta desatención. Él parte leña en su parcela y uno de sus hijos asoma la cabeza por la tienda al oír gente llegar. Inmediatamente se vuelve a meter.

-Aqui hay muchos problemas entre ellos, que si una se lía con el marido de la otra, el marido con la hermana... Me despiertan por la noche para contarme sus problemas. Soy su pater, pero ya estoy cansado.

Rafa cuenta que muchos no son agradecidos con él, a pesar de queles da alojamiento gratis. Esa misma mañana un italiano le ha puesto un puñal en la garganta y le ha abierto una brecha en la frente de un cabezazo. En la panadería intenta entrar amistosamente, pero lo echan entre gritos y amenazas. Le consideran, por alguna razón, culpable del incendio, de la muerte de los niños. Un líder no puede fallar ni descuidar su territorio. Rafa traga. Pero después cuenta su pelea a dos amigos siniestros que hablan un español de Tarzán.

-Rafa..., si italiano una hostia, yo dos. Si italiano dos hostias, yo tres. Pam, pam y fuera.

-Ya hablaremos tú y yo -los tarzanes se van-. ¿Veis cómo yo tengo amigos?

¿DE QUIÉN SON LOS NIÑOS?

En Beneficio no gusta la Guardia Civil. Arrasan las plantaciones de marihuana de vez en cuando. En otras ocasiones, se limitan a segar las mangueras que alimentan el cannabis desde el río o desde los manantiales. El sendero montañés que lleva al poblado está atravesado de rocas enormes que a Rafa le alteran: «Así es como estos hijos de puta [los narcos] dicen que protegen el pueblo. ¡Pero si el coche de los picos [Guardia Civil] pasa por aquí!», -señala un posible recorrido para el todoterreno sorteando las piedras. Él, en todo caso, tiene su cabaña de caña y plástico escondida sobre un risco: «Así los vagos estos no suben hasta aquí».

Don Adolfo, el alcalde oficial tiene muy claro que lo que suceda en Beneficio no es su problema. Los niños no son su problema.

-El ayuntamiento no interviene en sus asuntos. No enviamos ayudas sociales al campamento.

Los hippies sí van al ayuntamiento. Tratan sus temas en una pequeña habitación que el alcalde les concede: «Aunque luego hay que fumigar y hacer limpieza», sonríe. Tampoco está dispuesto a evitar que la montaña sepulte el camino terrero que lleva hasta Beneficio. «Es una servidumbre. Depende de los vecinos».

Pero la furgoneta que ardió no estaba dentro de las lindes del campamento de Rafa. Las muertes se produjeron a la vera de una carretera municipal. La guerra entre el alcalde electo, el regidor in pectore y los narcos deja a los niños en el medio de la batalla. En Orgiva hay cierta tensión. En la mañana del jueves, corren rumores sobre otro posible niño muerto en Cigarrones. Ninguno de los dos alcaldes sabe nada. ¿Este niño muerto de quién es?

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