CRONICA
El escritor Antonio L. Bouza conoció en septiembre 1955 al joven cadete Don Juan Carlos de Borbón, en la Academia General Militar de Zaragoza, donde le nombraron acompañante-preceptor de S.A.R. Desde entonces, y durante más de 50 años, ha sido uno de sus mejores amigos. En este libro relata muchos recuerdos y anécdotas que dibujan un retrato íntimo del Rey.
PROSTIBULOS.
Don Juan Carlos y yo, solos, hicimos algunas excursiones por el Tubo, una zona de calles estrechas con pequeños restaurantes y cantinas. También con bares que escondían prostíbulos. [...] No había clientes, pero en un rincón, cuatro mujeres muy mayores jugaban a las cartas. [...] Quedó pues la otra para atendernos, y en verdad que se sobraba. Con unos 40 años, más alta que yo, robusta y con un par de pechos de aquí te espero... Don Juan Carlos miraba y remiraba, especialmente el escote [...]. Entonces no se le ocurrió otra cosa que sacar una pitillera de oro y, galante como siempre, acercarla abierta a la mujer, quien, con horror de mi parte, la cogió para verla mejor. Se detuvo a contemplar ¡la corona real! en relieve. Tomó un cigarrillo y, por si acaso, se la quité amablemente. S.A.R. completaba la jugada ofreciéndole fuego con un mechero con la corona en esmalte azul. Ella lo cogió inclinándose, para verlo mejor, sobre el mostrador, de modo que se le veía lo suyo a modo. Recuperé también el mechero y hubimos de acelerar la salida, porque llegó la pelirroja y con la pechugona de la barra nos atizaron un beso que para qué.
EL CHISTE.
De repente me cuenta un chiste (rara es la conversación un poco extensa en la que no intercambiamos alguno) que dice le acaban de contar a él. Una mujer de condición social y económica media llega un día a casa con vestido, zapatos y bolso de una marca carísima, y al interesarse el marido responde ella que ha conseguido un bingo. A los pocos días vuelve con una pulsera de precio, y responde lo mismo: otro bingo. Más adelante llega con un abrigo de pieles. Al entrar en casa se lo quita, así como el traje, y desnuda dice que se va a bañar. Rápido de reflejos, el marido se acerca a la puerta entreabierta del baño y vocea: «Mujer, ten cuidado, no vaya a mojársete el cartón».
MARTA GAYA.
Entre las amistades del Monarca ha destacado durante años Marta Gayá, catalana, habitual en Mallorca, a quien conoció S.M. creo que en 1978. Ella era, según mis noticias, decoradora de despachos y apartamentos de lujo. Pero pese a su amistad con el Rey, Marta Gayá, divorciada joven (debió de nacer hacia 1948) nunca hizo ostentación de ella [...]. Además, ha tenido exquisito cuidado de no indisponer a Don Juan Carlos con la Reina.
«El Rey y yo» (La Esfera de los Libros) sale a la venta el martes.
|