EDAD: Nacido en Madri, en 1927, a los 14 años asistía a una escuela de claqué. Opositó para contable. TEATRO: Estuvo 12 años seguidos en La Latina como actor y director y 9 en el teatro cómico. ESTRENO: «¿Y este hijo de quién es?», el día 20 en el Teatro Príncipe, en Madrid.
Después de 60 años en los escenarios, Quique Camoiras se despide del teatro. La última leyenda viva de la revista y el teatro musical ha recorrido toda España con su humor popular y cercano. Un director como Fellini le habría convertido en un monstruo sagrado, pero en España los cómicos han sido la cenicienta de la escena.
PREGUNTA.- ¿Le han dicho alguna vez que se parece un montón al abuelo taxista de Letizia?
RESPUESTA.- Muchas veces. Y al verme en el espejo, me he dado cuenta que tengo mucha semejanza con ese señor. Hasta he pensado alguna vez ir a una recepción del Rey y decir: «Hola, buenas, que soy el abuelo de la Princesa».
P.- ¿Le gustaría interpretar ese papel en una película?
R.- Si me lo proponen, no me importaría.
P.- Durante el franquismo era usted funcionario de día y pecador de noche.
R.- Se ha exagerado mucho con el mundo pecaminoso de la revista. A mí nadie me prohibía hacer revista ni tampoco ir a misa, que soy creyente y comulgaba mucho. Ni todas las vedettes tenían un amante ni los que mandaban iban a echarse una querida al teatro. La que sí nos hacía la vida un poco imposible era la censura .
P.- ¿Cómo se las arreglaba para estar en el ministerio y ponerse de noche las plumas de marabú?
R.- Entraba a las ocho de la mañana, salíamos a las tres, echaba una siestecita y luego al teatro. Así durante 16 años, hasta que pedí la excedencia.
P.- ¿Entiende el humor de hoy?
R.- Demasiado bien. Hoy se dicen tacos, groserías... Nosotros éramos incapaces de decir palabrotas frente al público. Utilizábamos el ingenio, la insinuación y el doble sentido sin faltar el respeto a nadie.
P.- ¿Y cómo ve lo de la memoria histórico?
R.- A mí me parece que el país va bien. Hay trabajo, comemos de maravilla y tenemos más cosas que nunca, pero lo de las estatuas de Franco me parece una imbecilidad. Hace años que debíamos habernos olvidado de Franco. Lo que necesitamos son gobernantes que den trabajo y seguridad. Antes volvíamos del teatro a casa paseando a las 3 de la mañana, ahora yo me voy corriendo al parking, me da miedo andar por ahí.
P.- ¿Por qué se marcha usted?
R.- Porque se lo debo a mi familia. Antes las tournes eran de seis meses y estábamos ese tiempo sin volver a casa. Era muy duro, aunque no sé si podré vivir sin el teatro.
