Cuenta la leyenda que fue el apasionado amor que Dante Alighieri sentía por la hermosa Beatrice, una joven con la que apenas cruzó un par de frases en toda su vida, lo que empujó al más grande poeta italiano de todos los tiempos a escribir la Divina comedia, el fabuloso poema épico considerado como una de las obras cumbres de la literatura universal.
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Pero ahora una nueva y controvertida teoría comienza a abrirse paso: ¿y si en vez de Beatrice la inspiración de Dante hubieran sido las drogas? Ésa es al menos la hipótesis que defiende la historiadora británica Barbara Reynolds, una de las mayores autoridades mundiales en el autor medieval.
Reynolds, una venerable italianista de 94 años y enorme prestigio que ha realizado la que unánimemente se considera como la mejor traducción al inglés de la Divina comedia, acaba de publicar un nuevo libro sobre el escritor italiano. Lleva por título Dante: el poeta, el pensador político, el hombre y es un grueso volumen de más de 400 páginas que los críticos británicos han acogido con entusiasmo y que en el folio 10 contiene una bomba de relojería: la tesis de que la inspiración de Dante podría proceder del consumo de sustancias estupefacientes, entre ellas el cannabis y la mescalina, un derivado del aloe vera. Según la historiadora, en la Florencia de finales del siglo XIII y principios del XIV había un grupo de poetas, del que formaba parte el autor de la Divina comedia, que tomaban filtros y pócimas con el fin de alcanzar el éxtasis y disfrutar de experiencias visionarias. Esos estimulantes a base de hierbas podrían haber contenido cannabis y mescalina, lo que habría provocado en sus consumidores extrañas visiones y fantásticas ensoñaciones. Lo que explicaría, siempre según Barbara Reynolds, por qué en el primer canto del Paraíso (la tercera parte de la obra, un viaje místico que comienza en el infierno y sigue al purgatorio), al ascender al cielo, Dante se compara con Glauco, que alimentándose con una hierba se había transformado en una divinidad marina.
La verdad es que, a partir de entonces, la historiadora británica pasa bastante de puntillas sobre la cuestión de Dante y las drogas. Pero se detiene en ella lo suficiente como para aventurar que las gloriosas visiones del paraíso que recoge el poema puedan ser fruto de un colocón provocado por el consumo de sustancias estupefacientes.
Y, por si eso no fuera suficiente, Reynolds remata la faena poniendo en duda la existencia nada menos que de Beatrice, la mujer ampliamente considerada como la musa inspiradora del poeta y su amor imposible. La opinión generalizada es que Dante se enamoró a primera vista de Beatrice, hija de Folco Portinari, cuando ésta tenía sólo nueve años y sin haber cruzado una palabra con ella, viéndola con frecuencia e intercambiando saludos con ella después de que cumpliera los 18 años y hasta su muerte a los 24.
Pero Barbara Reynolds sugiere la posibilidad de que Beatrice no existiera en realidad y fuera sólo fruto de la imaginación de Dante. Sus afirmaciones han desatado un auténtico revuelo en los círculos dantistas italianos. Encabeza el coro de protestas el profesor Guglielmo Gorni, presidente de la Sociedad Dantesca Italiana, quien no duda en desacreditar la teoría de la Reynolds de que Dante consumía drogas. «Es una hipótesis poco creíble», declara. «Existe una fastidiosa y difundida tendencia a proyectar sobre Dante todos nuestros vicios, hasta los más inconfesables».
«Charlatanerías inútiles», se limita a replicar con evidente desprecio Ignazio Baldelli, profesor emérito de Historia de la Lengua Italiana en La Sapienza de Roma y académico del Lincei. «Son afirmaciones forzadas y absurdas, estupideces, aunque tal vez sería mejor definirlas como una bestialidad», opina el profesor Enrico Malato, director de la Revista de Estudios Dantescos. Igual de duro se muestra Vittorio Sermonti, otro conocido dantista, quien directamente tacha de «estupidez total» la presunción de que Dante podría haber escrito la Divina comedia bajo los efectos del cannabis y de la mescalina. «Se trata de una hipótesis que jamás he oído, y espero que Barbara Reynolds no la defienda. Es una estudiosa muy seria, hasta un poco aburrida, y me sorprendería que hubiera escrito un libro-escándalo». Y en la misma línea se posiciona Luca Serianni, profesor de Historia de la Lengua Italiana: «Sin pruebas se puede decir todo y lo contrario de todo. Lo que dice la Reynolds no dejan de ser suposiciones banales».
Tan sólo Giulio Leoni, profesor de Literatura Italiana y autor de tres novelas policiacas sobre Dante, dejaba abierta la puerta a la posibilidad de que el gran poeta italiano hubiera consumido drogas: «No sólo es posible, sino probable. La dantística oficial deja bajo la sombra muchos aspectos de la vida de Dante», sentenciaba. Según Leoni, Dante era un buen conocedor de la farmacopea, por lo que sabía muy bien qué propiedades tenía cada planta. «En mis novelas más de una vez he retratado a Dante preparándose un remedio para curar sus achaques... ¿Quién puede excluir que no haya utilizado esas mismas plantas para otros fines?».