DAVID BRUNAT
BARCELONA.-
Ésta es la historia de un capitán de ejército agotado por la dureza de la guerra, de un líder aplastado por toneladas de responsabilidad, de un futbolista cuya salud no puede más. Es la historia de la enfermedad de Ronaldinho y Frank Rijkaard la cuenta así: «Todo empieza la temporada pasada. Fue muy larga, y al acabar hubo que preparar el Mundial y jugarlo. Eso, para deportistas de un nivel tan alto, puede ser demasiado. Luego el Barça planificó su temporada. Intentamos gestionar el trabajo de Ronaldinho para que gastara la energía suficiente, pero incluso en los amistosos Ronaldinho tiene que jugar porque lo exige el contrato».
Y, al final, la historia ha terminado en tragedia: «Su rendimiento ha hecho que hayamos podido seguir mucho tiempo así, pero en el fondo no es bueno, porque ahora todos sus recursos se acaban. No tiene más fuerza y por eso está más enfermo. Ha sido muy importante para el Barça, sobre todo cuando Eto'o y Messi han estado lesionados ha sido fundamental. Pero el cuerpo humano tiene límites y ahora él no puede más. Por eso lo más honesto ha sido hacerle un programa especial».
Rijkaard mostró un semblante afligido ante la ausencia de la niña de sus ojos en el partido de esta tarde contra el Mallorca.
Ronaldinho, aquejado en los últimos días de una fiebre misteriosa justo cuando más voces se habían alzado ante su aparente desidia por entrenar, verá el choque que debe mantener o apartar a los azulgrana del liderato desde la grada.
Rijkaard se toma la ausencia de Ronaldinho como un reto: «Será interesante ver cómo reacciona el equipo sin él. No estará en el campo para resolver el partido y eso debe ser una motivación añadida». Sí estará Samuel Eto'o, que regresa al equipo tras la casual tendinitis que le impidió viajar a La Romareda.
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