La crisis de Wolfowitz y Riza tiene a dos españoles como protagonistas. Uno es Ana Palacio, ex ministra de Exteriores en el segundo mandato de José María Aznar y actual vicepresidenta senior del Banco y máxima responsable de su área jurídica. El martes, Palacio colgó en la intranet del Banco un mensaje anunciando la apertura de una investigación sobre la filtración de «documentos confidenciales del Banco» a una página web, que las publicó el 31 de diciembre y el 27 de marzo. Con el clima de histeria conspirativa desatado en el Banco, muchos interpretaron ese mensaje como una investigación oficial sobre las filtraciones relativas a Riza. Era algo así como el chiste de Gila: «Alguien ha matado a alguien», explicaba un funcionario español. En realidad, Palacio se refería a la publicación, por la página web de la cadena Fox News, de dos informes del Banco. Uno relativo a una reunión del Consejo, en la que criticaban a Wolfowitz. Otro, un documento relativo a China.
Así que el día 10, la vicepresidenta explicó el verdadero objetivo de sus investigaciones. Para entonces, la Asociación de Funcionarios, que agrupa a unos 10.000 trabajadores del Banco y está dirigiendo la ofensiva contra Wolfowitz, ya había decidido revisar la investigación de Palacio. En particular, la Asociación quería saber por qué se había contratado al bufete Williams & Connolly para llevar a cabo las pesquisas. La presidenta de la Asociación de Funcionarios, la australiana Alison Cave, no quiso explicar a este periódico las razones por las que ha requerido esa información.
Palacio llegó al Banco en junio a ocupar el puesto de Roberto Dañino, que dimitió por estar en desacuerdo con el trato que recibió Shaha Alí Riza. Meses antes le había sido encargado un estudio para la entidad.
El otro español que ha sido noticia es el vicepresidente de Recursos Humanos, Xavier Coll, al que se atribuye una mala relación con el actual presidente. Coll ya ha presentado su dimisión, lo que le convertirá en el séptimo vicepresidente que se va del Banco Mundial desde que llegó Paul Wolfowitz. Él fue la persona a la que Wolfowitz ordenó las condiciones bajo las que debía trabajar Riza, un memorando que ahora es la principal prueba contra Wolfowitz.
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