Domingo, 15 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6328.
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 NUEVA ECONOMIA
PERFIL
FRANÇOIS H. PINAULT
El presidente del 'holding' galo Pinault Printemps Redoute (PPR), que aglutina firmas como Gucci e Yves Saint-Laurent, lanzó esta semana una oferta para hacerse con la marca deportiva Puma. Por Asunción Serena

El 15 de mayo de 2003, François-Henri Pinault se presentaba a la prensa como el máximo mandatario del imperio creado por su padre: «yo asumo de ahora en adelante las decisiones que conciernen a Artémis», dijo. Esta semana sorprendía a todos anunciando sus intenciones de hacerse con la marca deportiva Puma. Pero causaba más asombro el anuncio hace unos días de su compromiso con Salma Hayek, de quien está esperando un hijo suyo.

No se sabe cómo ha logrado seducir a la bella actriz mexicana, pero por lo que se refiere a su trabajo, el joven heredero -hoy tiene 44 años- se lo ha ganado a pulso. Su padre, que había pasado de ser un modesto comerciante de maderas a amasar una de las mayores fortunas de Francia, no cedió las riendas de su criatura hasta estar convencido de que su hijo asumiría con decoro su puesto. No debe ser fácil suceder a un genio. Ni pasar la vida intentando demostrar que, aunque distinto, también se puede ser igualmente válido.

Pero él siempre se ha negado a admitir la etiqueta de hijo de papá, y le gusta recordar que no fue su padre quien lo eligió, sino por un comité de expertos creado por François Pinault. Este comité, Pinault Trustee, compuesto por personalidades del mundo de los negocios, como Alain Minc (consejero y administrador de numerosas sociedades, así como presidente del Consejo de Vigilancia del diario Le Monde) o Jean Peyrelevade (presidente del Crédit Lyonnais), tenía como misión juzgar al hijo de Pinault y comunicarle, antes de que cumpliera los 37 años, si disponía de la preparación suficiente para sucederle. El comité fue disuelto en 2000 después de dar su visto bueno.

Hay quien le reprocha el uso abusivo que hace del «yo», pronombre que utiliza sin complejo alguno. Otros hablan de la brutalidad con la que se habría impuesto en el seno de PPR, llegando incluso a sorprender a su padre, acusaciones que Pinault junior rechaza, aunque ironiza con un «de tal palo, tal astilla».

François-Henri Pinault pasó 15 años recorriendo la empresa dirigiendo las distintas filiales de Pinault Printemps Redoute (PPR), siempre con una condición: no depender directamente de su padre.

Previamente, François-Henri Pinault había crecido en Rennes, donde vivía con su madre, separada de su marido. A los 17 años, su padre, que para entonces todavía no era más que un empresario, como tantos otros, dedicado a la acería, lo llevó a París para que terminara sus estudios secundarios en el prestigioso liceo Stanislas. Después ingresó en la HEC (Hautes Etudes Commerciales), dedicada a la formación para la dirección de empresas.

Poco a poco, Pinault senior se transformó de discreto comerciante de madera a una de las personas más ricas y poderosas de Francia, a través de la adquisición de empresas (más de sesenta entre 1975 y 1984) en los tribunales de comercio.

Con su diploma bajo el brazo, François-Henri probó suerte en Procter&Gamble y en Colgate, pero enseguida, en 1987, se incorporó al holding PPR, pasando por Pinault Bois y la presidencia de Fnac. Apasionado de la informática y de las nuevas tecnologías, fue nombrado director general adjunto de PPR encargado del desarrollo de todas las actividades del grupo relacionadas con Internet.

En agosto de 2001, François Pinault realizó una donación-partición de su fortuna entre sus tres hijos: Laurence, François-Henri y Dominique. La Financière Pinault, sociedad que cobija el imperio fundado por Pinault a través del holding Artémis, fue dividida a partes iguales entre los tres hermanos tras negociar con la administración fiscal y pactar un pago 450 millones de euros por los derechos de sucesión.

El principal reto al que tenía que enfrentarse François-Henri era demostrar que el grupo de distribución podía jugar a la diversificación en el mundo del lujo decidida en 1999 con la compra de Gucci e Yves Saint-Laurent, apuesta que hasta entonces les había salido cara. La pareja estelar de Gucci, el diseñador americano Tom Ford y su presidente Domenico De Sole, acabaron abandonando la marca italiana por sentir que su autonomía frente a su accionista PPR no era suficiente. En septiembre de 2005, los resultados parecían dar la razón a la estrategia de Pinault, y los beneficios de PPR mejoraron un 12,5% gracias a Gucci y Redcats.

Un año después, Pinault cedió el control de la filial Printemps por unos 1.000 millones con el fin de ampliar su margen en el mundo del lujo que hoy genera un 20% de la cifra de negocios del grupo (17.900 millones de euros en 2006), y que cuenta con alguna de las firmas más bellas como Gucci, Yves Saint-Laurent, Balenciaga o Alexander McQueen.

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