No es Pío?». Sí, el que acababa de entrar en la sede de Alcalá 61 del bufete de Pérez Llorca en plena negociación del acuerdo entre la constructora española Acciona y las eléctricas italiana Enel y alemana E.ON, era el ex ministro Portavoz del Gobierno del Partido Popular, Pío Cabanillas.

El presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales Domecq, le había llamado en la víspera para que le asesorara en un aspecto secundario de la reunión clave con Enel y E.ON y...para algo más. Fue ese 23 de marzo cuando planteó a Cabanillas fichar por Acciona como director general adjunto para «colaborar en las actividades directivas y de representación de la Presidencia e impulsar las relaciones institucionales y comerciales del grupo en España y en el extranjero». Por ese orden.

Entrecanales estaba a horas de firmar el acuerdo que le convertirá, confía él, al menos por un tiempo, en presidente de Endesa y necesitaba a Cabanillas, que une a su experiencia profesional nacional e internacional sus lazos con dirigentes del PP, empezando por Aznar.

José Manuel sabe que el fichaje no gusta al PSOE. En sus duros tiempos de oposición, José Blanco, pidió la dimisión de Cabanillas por «mentir y manipular» y Manuel Chaves, le llamó «auténtica basura». Pero no es el PSOE el que preocupa a Entreca, porque el Gobierno está encantado con Acciona. «¡Cómo no estar satisfechos, si ya veíamos que había que tragar a E.ON y se nos ha puesto gratis esta operación con Enel que, además, mantiene española a Endesa gracias a Acciona!», exclaman en Moncloa.

No, lo que preocupa a Entrecanales es otra cosa. Sus relaciones con el PP están hechas añicos y una constructora que necesita obra pública y, sobre todo, que quiere llevar a buen término su asalto a Endesa, gobierne quien gobierne en 2008, no se puede permitir seguir así. Cabanillas aceptó y, desde su recién estrenado despacho en Acciona él, que no es precisamente un pata negra del PP, tiene el miura de tender puentes con tres personas clave para que Entrecanales cumpla su sueño -inimaginado por su abuelo fundador- de hacer de la constructora un líder mundial de la energía renovable.

Esas tres personas estaban invitadas a La Moncloa el 10 de julio de 2002, cuando Cabanillas dejaba el cargo. De ellos, dos eran ex compañeros de Pío en la creación de FAES, la fundación de Aznar. El primero, que lamentó no poder asistir, era el actual presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa. El mismo que se ha resistido durante siete meses a aliarse a Acciona, por mucho que Entrecanales pidiera ayuda a Esperanza Aguirre. Además, Blesa es consejero de Esther Koplowitz -enemiga de Entreca en el sector- y mantiene un 10% de Endesa. Blesa no dirá lo que hace con este paquete hasta después de las elecciones autonómicas y tiene aún cierto margen para enredar.

El segundo invitado era el presidente de Endesa, Manuel Pizarro, el empresario de más relieve que acudió a despedir a Pío. Pizarro (Teruel, 1951) recela del niño Entrecanales (Madrid, 1963), pero está maniatado, porque Acciona y Enel controlan el 60% de Endesa. Si se les enfrenta, puede incurrir hasta en delito societario. Además, necesita que en la junta de Endesa le aprueben las cuentas. Después, si la OPA va para largo ya se verá.

El que tiene la llave de que vaya para largo, el que ocupa la última trinchera contra la OPA, es el tercer y principal invitado a aquel acto en La Moncloa: Mariano Rajoy, que relevó aquel día a Cabanillas, su paisano gallego, como ministro Portavoz. Rajoy ha decidido dedicar la próxima sesión de control del Gobierno a sacudir a Zapatero con el caso Endesa. «Es intolerable que se pretenda entregar una empresa privatizada a otra controlada por el Estado italiano. Nuestra posición es de máxima dureza», afirma Miguel Arias Cañete en el PP. Con Pizarro anestesiado de momento y una vez que el presidente de E.ON, Wulf H. Bernotat, decidió rendirse con sus perezllorcas ante el pacto hispano italiano - «lo que han hecho Acciona y Enel es ilegal, pero no puedo hacer más»- , Rajoy es el más temido por Entreca. Los vocales a propuesta del PP en la Comisión Nacional de la Energía (CNE) empiezan a demostrar fuerza y podrían maniobrar para imponer duras condiciones a Enel y frustrar su reparto con los alemanes.

Pero el Gobierno no se queda quieto y trama ahora derogar el Decreto de Montilla que facultó a la CNE a vetar a E.ON. La excusa, de pronto, es que Bruselas lo considera ilegal, pero le viene de perlas acabar ahora con esta normativa para que Enel no tenga problemas.

Rajoy sopesa además jugar fuerte con las acciones judiciales. Por un lado, la impugnación de las decisiones de las instituciones españolas sobre Acciona y Enel. Y peor aún, el cañón de emprender una acción judicial -si pierde paga las costas- contra ambas empresas por engañar a los accionistas incautos de Endesa que vendieron a menos de 41,3 euros.

De momento, el PP ya ha dado el paso de denunciar sus prácticas y las del Gobierno ante la CNMV y avisa que si gana las elecciones de 2008 revisará todo, incluidos los delitos no prescritos. Sin que sirva de precedente aparece junto a Rajoy en la trinchera el presidente de la CNMV, Manuel Conthe, al que el Gobierno quiere aplastar por anunciar con arrogancia su dimisión en protesta por el trato de favor a Enel-Acciona. Ojo con las fieras acosadas, porque tiene apoyo de funcionarios y su posición puede complicar judicialmente los planes de ZP en Endesa. Conthe se fue tan pancho al gimnasio el pasado lunes tras poner de los nervios a su padre político Pedro Solbes al decirle que, además, quiere que su sucesor sea independiente. Es que Pedro, para que me sustituya alguien tipo Carlos Arenillas, no dimito. Te aseguro Manolo que será alguien profesional, porque si no, dimito yo también. Arenillas es vicepresidente de la CNMV, marido de la ministra Mercedes Cabrera, y el hombre que fichó en su día para Intermoney al influyente Miguel Sebastián.

¿Como acabará todo? Entreca canta victoria, aunque ya lo dijo Cabanillas padre: «Hemos ganado, pero no sabemos aún quiénes». De momento, Emilio Botín, aprovecha el buen rollo entre Zapatero y Prodi en Endesa para comprar un banco italiano, el Antonveneta. Ya lo hubiera querido en su día el BBVA.

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