Domingo, 15 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6328.
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Cuando un amigo te traiciona, el resto de dolores se desvanece (Anónimo)
 OPINION
DOS EN LA CARRETERA
De cómo Él confirma la amenaza de ETA y Ella exige al 'Trío de la Trola' que pida perdón
LUIS MARIA ANSON CAYETANA ALVAREZ DE TOLEDO

Él le augura a Ella un futuro como ministra de Cultura mientras reivindica el placer del teatro y de la pintura. Le comunica que Rubalcaba le ha confirmado que figura entre los objetivos del comando Donosti. Ella le testimonia su aprecio y le dice con ironía que no le ha visto entre los firmantes del manifiesto de los intelectuales. Él se despacha con duros reproches hacia Zapatero, al que acusa de resucitar a una banda moribunda, afirmación que es compartida por Ella, que formula duras críticas al PSOE por su política mediática. Él se despide con una reflexión sobre unas palabras del periodista Kobakov.

ENTRE EL TEATRO Y LA EXPOSICION

Querida Cayetana...

Me temo que Acebes no te habrá llevado a ver Misterio del Cristo de los Gascones. Y no sabes lo que te has perdido. Ana Zamora, nieta de Alonso Zamora Vicente, ha puesto sobre la escena una obra de gran aliento lírico, respetuosa y auténtica, en la que hace de protagonista un Cristo de madera, articulado. Una belleza el texto, la música, la interpretación y la dirección. Me puso una nota José Luis Gómez, el director sabio de La Abadía, diciéndome que no me perdiera Misterio del Cristo de los Gascones. Tenía razón. Ese es el teatro que más me gusta. Auténtico y profundo.

Si además acudieras a la espléndida exposición de Rafael Freijeiro en la galería de la Fundación Feima, te darías cuenta de que, además del pan de la política, el hombre y la mujer viven de otras muchas cosas y que el ciudadano medio ha llegado al hartazgo con tantas cantinelas políticas siempre iguales, siempre deshuesadas, siempre sin interés. Bueno, casi siempre. Porque cuando tú seas ministra de Cultura la cosa se va a poner muy divertida. No te parecerás, no, a otra ministra de Cultura, de cuyo nombre no quiero acordarme, y que estaba adornada por una incultura general prácticamente sin lagunas.

Querido Luis María...

Anda, mójate: ¿quién es esa Dulcinea de la incultura de la que no te quieres acordar? No te referirás, supongo, a Carmen Calvo, cuyo vibrante discurso en la primera edición del Premio Valle-Inclán ha dado tanto que hablar. En todo caso, lo que dixit la ministra no es lo importante. La verdadera cultura no está en los alfombrados despachos oficiales, sino en la pluma y en el verbo de todos aquellos espíritus libres a los que llamamos, con reverencia francesa, «intelectuales». Un grupo de ellos, los más rebeldes, los más inconformistas, los más independientes, han alumbrado un potente manifiesto «por la convivencia frente a la crispación». Es decir, contra el PP.

No he visto tu nombre entre los ilustres abajo firmantes. Y eso que, junto a tus amigas, la fusilera Grandes, la funcionaria Regàs y la subvencionada Bardem, aparecen adhesiones menos previsibles: «Francisco Franco Bahamonde (cineasta)»; «Espinete (actor e intelectual)» y «Cleopatra (reina de Egipto)». También figura, en lo alto de la lista, el presidente del anteriormente conocido como Círculo de Bellas Artes, ahora rebautizado Círculo Sanitario en homenaje a Federico Luppi. Eso sí, Hernández León ha firmado en calidad de arquitecto, para desmentir a quienes injustamente le han reprochado que muerda la mano de los gobiernos que le dan de comer.

Por otra parte, Luis María, me ha tranquilizado enormemente constatar que siguen ahí, al pie del manifiesto, inasequibles al descalabro del materialismo histórico, los comunistas Nicolás Sartorius y Santiago Carrillo. ¡Qué coherencia! ¡Qué fe! De hecho, quería pedirte que por un día le cedieras a Carrillo tu sitio en nuestro descapotable. Quiero invitarle a ver una película maravillosa, dirigida por un compañero mío de universidad, Florian Henckel Von Donnersmarck. Nunca hubiera imaginado que aquel joven alto y desgarbado, de sonrisa infantil y fuerte acento americano, se dedicaría al cine y ganaría un Oscar. Nos juntábamos al caer la noche en The King's Arms, el pub favorito de los estudiantes de Oxford, a discutir sobre política, libros e historia: el espanto del comunismo, la versatilidad de Brecht y el futuro de Europa.

Entre otras muchas cosas, su película, La vida de los otros, es un estudio sobre la responsabilidad de los intelectuales en una sociedad sin libertad. Ambientada en la lúgubre Alemania del Este de los años 80, su protagonista es un dramaturgo que vive en amable complicidad con el régimen que lo asfixia y vigila. Sólo reacciona cuando su mejor amigo, un célebre director de teatro proscrito por los comunistas, se suicida, dejándole como legado (precisamente) un libro de Brecht. «Primero vinieron a por los comunistas, y yo no dije nada porque yo no era un comunista. Luego vinieron a por los judíos, y yo no dije nada porque yo no era un judío. Después vinieron a por los sindicalistas, y yo no dije nada porque yo no era un sindicalista. Entonces vinieron a por mí, pero ya que no quedaba nadie que alzara la voz».

Frente al silencio de los corderos, Luis María, el elogio de la crispación. Una sociedad sin discrepancia no es una sociedad democrática. Es un estanque. Como la Alemania que recrea mi amigo Florian, como la Rumanía anfitriona de Carrillo, como la Cuba con la que alterna Moratinos, y como lo que nunca volverá a ser España. A pesar de las brigadas intelectuales y mediáticas del PSOE, que se empeñan en marcar a todo el que disiente de Zapatero con la estrella amarilla de los enemigos de la convivencia.

EL CONSUELO DE UNA SOCIEDAD REBELDE

Querida Cayetana...

Todavía más raros que tus amigos cineastas de aquellos desenfrenos universitarios en Oxford de los que tanto callas, son los fulgores del Cutting Edge o las tiras de metal de Sanders o los imanes de Alvisa y sus agujas sobre la piel exangüe o los bronces de Anish Kapoor, tan impertérritos como Zapatero cuando miente. Pero tú no te pareces ni a tu cineasta de la vanguardia medieval ni tampoco al aquelarre de las nuevas formas de arte. Te pareces, tal vez, a Tunga, la artista que arrojaba cabezas de mujer al mar para plantar sirenas. También ella, como Maurice Joosten, como te ocurre a ti, no sabía cómo taponar las oscuras heridas del alma.

Por cierto, querida Cayetana, el periódico electrónico de Pedro Aparicio, que es excelente, ha publicado una noticia según la cual me llamó Rubalcaba para informarme y advertirme de que mi nombre junto a fotos mías de identificación y otras lindezas, aparece entre los objetivos del comando Donosti. La información de PR Noticias es cierta. Así es que tendremos que vigilar nuestro coche, no nos vayan a colocar una bomba lapa para estropearnos este erizante viaje que hacemos juntos por la carretera de la verdad, mientras Zapatero ha resucitado a una Eta que estaba moribunda y que hoy gallea rearmada y reorganizada, dispuesta a que el presidente por accidente cumpla con los compromisos que pactó con los terroristas. Y si no, bombazo al canto. Como en la terminal 4 de Barajas para que se entere, incluso, tu amigo Florian Henckel Von Donnersmarck, que hay que fastidiarse con el nombrecito del muchacho. Sólo tu amigo Pepiño Blanco sería capaz de recordarlo.

Querido Luis María...

Ya es demasiado tarde para acabar contigo. Contigo no acabas ni tú mismo. Me pregunto si algún día, cuando recuerde esta carretera, con sus rectas y curvas, con sus baches y cunetas, tendré por fin plena conciencia de lo que significas. De tu dimensión totémica y de tu rastro de entusiasmo universal. Anson, el estandarte. Y, por supuesto, Vanessa Vélez y Ramón Gómez, los soldados exhaustos. Y todos esos candidatos del Partido Popular amenazados de muerte por una ETA en campaña electoral. Volvemos, como escribes, a los tiempos de la bomba lapa. Y lo hacemos sin el orgullo de una sociedad unida y valiente. No añoro, por supuesto, ni una de esas lentas escenas fúnebres en los cementerios húmedos del País Vasco; ni el dolor interminable de cada asesinato; pero sí la conciencia limpísima de un país entero frente a la injusticia. Hasta que Zapatero antepuso la paz a la libertad. Y hoy no tenemos ni paz ni libertad.

Estoy cansada de las letanías piadosas sobre las tribulaciones de un presidente engañado por una banda criminal. Yo no creo que ETA haya engañado a Zapatero. Yo creo que Zapatero nos quiso engañar a todos: a ETA, sugiriendo que lo entregaría todo, y a nosotros, prometiendo que no cedería en nada. El proceso de paz ha sido una gigantesca estafa por la que el Trío de la Trola, Zapatero, Blanco y Rubalcaba, tendrán algún día que asumir sus responsabilidades y pedir perdón.

Perdón por mentir de manera reiterada antes, durante y después del alto el fuego.

Perdón por jugar a dos bandas: con el PP en el Pacto Antiterrorista y con Batasuna en secreto.

Perdón por convertir a Batasuna en interlocutor válido de un conflicto político y protagonista de la vida pública española.

Perdón por llevar el falso «conflicto vasco» a Europa, como siempre ha querido ETA.

Perdón por decir que habían verificado la «voluntad inequívoca» de ETA de abandonar la violencia, a pesar del robo de armas, la extorsión a empresarios, el terrorismo urbano y los seguimientos.

Perdón por ceder ante el chantaje de un asesino como De Juana Chaos.

Perdón por violentar al Estado de Derecho para librar a Otegi del banquillo.

Perdón por no instar a la ilegalización del Partido Comunista de las Tierras Vascas a pesar de su relación directa con el comando Donosti y los informes de la Guardia Civil.

Perdón, en definitiva, por iniciar un proceso que ha significado un retroceso de años en la lucha contra el terrorismo al revivir y fortalecer a una ETA agonizante.

Y perdón, también, por utilizar la masacre del 11-M para tapar ese fracaso.

Nos queda, Luis María, y no es poco, el consuelo de haber descubierto una sociedad inquieta, inconformista, esencialmente rebelde. Y no me refiero, por supuesto, a los que tiñen su pelo de morado ni a las marionetas de la marioneta Blanco, que no están dispuestos a jugarse ni la subvención. Me refiero a todas esas personas decentes que literal y literariamente se juegan la vida. Como tú.

INTELECTUALES DE EXTREMA IZQUIERDA

Querida Cayetana...

Daniel Utrilla ha hecho una excelente entrevista en EL MUNDO a Alexander Kobakov, un escritor ácido y lúcido. Este intelectual ruso, que ha ejercido el periodismo copiosamente, ha dicho: «Los españoles tienen un factor desde mi punto de vista esencial que les protege de la guerra civil: la Monarquía. En los países donde se conservó el régimen monárquico o por lo menos donde existía la posibilidad de su restauración, como en España -posibilidad que no existe en Rusia-, no hubo ni fascismo ni comunismo. En Inglaterra, en vísperas de la II Guerra Mundial existían estados de ánimo muy fuertes prohitlerianos entre los aristócratas, entre los intelectuales, entre la gente influyente. Pero allí existía la Monarquía. Suecia, Noruega, Dinamarca, Inglaterra y otras naciones tuvieron mucha suerte. Sin la Corona, España no habría salido tan rápidamente del franquismo».

Verdades como puños, con algunas salvedades, claro, pero tan grandes como las mentiras de Zapatero. Kobakov ha dicho también: «Ningún intelectual occidental sería hoy de izquierdas si hubiese vivido bajo el poder soviético». No es exacta esa afirmación. Ningún intelectual sería de extrema izquierda si hubiese padecido el estalinismo, el maoísmo o el castrismo. La izquierda moderada nada tiene que ver con la extrema izquierda, de la misma forma que la derecha moderada nada tiene que ver con la extrema derecha. Tras la guerra incivil española, el centro derecha que representaba Gil Robles vivió un larguísimo exilio. Si en lugar de Franco hubiese ganado la guerra el comunismo, el centro izquierda que representaba Indalecio Prieto también se habría instalado en el exilio.

Durante muchos años, querida Cayetana, los partidos socialistas democráticos en Europa consideraban apestado el comunismo que representa la ultraizquierda, y se negaban a aceptar su colaboración, de la misma manera que los partidos conservadores o democristianos rechazaban cualquier adherencia de la extrema derecha fascista. Era la democracia pluralista frente a la dictadura y el totalitarismo.

Con Zapatero la cosa ha cambiado. Colabora abiertamente con el Partido Comunista español, uno de los pocos que no se ha borrado el nombre tras la caída del muro de Berlín, aunque lo haya enmascarado en el eufemismo de Izquierda Unida. Pero, aun más, partidos que Felipe González rechazaba por estar situados en la ultraizquierda y, además, fuera de la Constitución, como el BNG gallego o ERC catalán, son hoy aliados en el poder del socialismo zapatético. Y va de apuesta, Cayetana. Si le conviene para mantenerse en su madriguera de Moncloa o para ocupar una nueva parcela de poder, Zapatero se aliará con Batasuna. Con una Batasuna legalizada por él, claro.

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